Crónicas del subsuelo: El peronismo invicto

Crónicas del subsuelo: El peronismo invicto

Por:Marcelo Padilla

No fue hace mucho, habrá pasado un año o más, me tendría que fijar la fecha exacta pero no cuenta mucho el día, cuenta que fue, pasó, que me lo acuerdo como si hubiese ocurrido hace un día, ayer nomás. Se venía la interna en el partido (digo "pejota" pero también escribo partido como expresión, "partido", a la mitad, ponéle) y aquella reunión con el bolsonarito local fue la que hizo explotar todo, en mil pedazos. Salieron a decir que había un arreglo, un manso acuerdo traidor. Y soltaron la mierda con el ventilador puesto. "Juicios por jurado" era el tema para afuera, en fin, una finita para la interna política que algunos defenestraron por considerarla provocadora: juntarse públicamente, o hacer pública esa reunión, implicó una mojada de oreja para la ortodoxia que era la única encargada de negociar cada tanto con bolsonarito local. Minucias de la política chata y chica del peronismo en Mendoza. Luego sí, vino la interna.

Se formaron los bandos, "el que gana gobierna y el que pierde acompaña". Ajá, contámela. Hubo humo pero sin fuego en el peronismo mendocino. Una rareza solo lograda en esta desértica experiencia, la de vivir en Mendoza y ser peronista en un microclima ensordecedor de selfies y videítos cortos. La militancia se transformó en eso, en una repetidora de posteos en las redes sociales, tribus, trincheritas menores en la periferia de la ciudad homogénea. El tema es que luego del resultado de la interna, aquella noche, nadie pudo dormir. Algunos por shock y otros por alegría. Una mujer de 35 años sería la candidata a gobernadora del peronismo mendocino. Hasta ahí todo jamón. O casi diría, porque las caras de aquellos que denostaban se transformaron al poco tiempo, la militancia del que perdió se redujo lentamente, notablemente en las redes aunque también en el territorio.

Por lo que cuentan, los cortes de boleta en Maipú para la elección a gobernador fueron sintomáticos. Eso por parte de quienes adhieren a la teoría de la conspiración. Pero del otro lado, hubo un Guaymallén desastroso por desempolvar a quien en su momento, en el mejor momento de Guaymallén para el peronismo, abandonó a sus vecinos. Esa "sensación de abandono", me decía una señora que no es militante pero sí una convencida de una salida peronista de la crisis, quedó flotando. Encima en Guaymallén hay más bandas y tribus que seguidores. Caciques chiquitos que cuidan lagunitas para sacarles fotos a los baches de Marcelino. Y Guaymallén fue un choreo. Y Las Heras también. Y así el cuento del peronismo emancipador de selfies fue quedando reducido a dos, tres, cuatro, cinco conducciones dispersas. En el sur: Turquía dominando la escena. Observando cómo la interna prendía fuego la posibilidad de una unidad real del movimiento (ya no me gusta hablar de partido). Los treintaidós peronismos que supimos conseguir. Sopa de sapos. Equipos técnicos, fierros del Patria, buzones y muchas actitudes "yo no fui".

Ahora lo cierto es que no aparece ni el pelado ni el peludo, ni la chica ni el chico, ni las bandas ni las tribus. Ya no hay videítos para compartir. Si esa era la forma de hacer política local con escenarios circulares y público selectivo, pues gracias por los buenos momentos que hemos pasado juntos. Virtualmente hablando, el peronismo es un planeta, somos los mejores y estamos invictos con 14 derrotas consecutivas.