A 10 años de su muerte: el fuerte impacto de Mendoza en la vida de Mercedes Sosa

Un día como hoy de 2009 falleció en Buenos Aires una de las cantautoras más importantes de la historia musical argentina. Todo se inició en Mendoza y ella eligió descansar en esta tierra.

A 10 años de su muerte: el fuerte impacto de Mendoza en la vida de Mercedes Sosa

Por: Mendoza Post

 El 4 de octubre de 2009 falleció en el Sanatorio de La Trinidad la cantante Mercedes Sosa. Había nacido en San Miguel de Tucumán en fecha patria, el 9 de julio de 1935.

Impulsada muchas veces por esa intuición que tienen los más grandes, se hizo cantora "profesional" junto a quien fue su primer esposo, Oscar Matus. Una historia que nació en Mendoza, el mismo lugar que ella eligió para su descanso eterno.

Mercedes Sosa fue, además de una intérprete sobresaliente, una figura que promovió la reflexión sobre los fundamentos de la música popular argentina, sobre aquello que incluimos o expulsamos cuando construimos categorías enunciativas como la propia palabra "folclore": aquel espíritu quedó sintetizado, en la década del '60, en el Manifiesto del Nuevo Cancionero, del que la artista tucumana fue cofundadora.

La piedra de toque de la mirada canónica del folclore argentino (el tradicionalismo) se erigió sobre la "Zamba de Vargas", aquella obra anónima consagrada por Andrés Chazarreta en 1906, que remite al triunfo de las fuerzas leales a la Nación sobre las montoneras; el triunfo de Bartolomé Mitre sobre Felipe Varela.

"El cancionero quedó encerrado entonces en formas poético-musicales señaladas por una tradición que se detuvo al mismo momento de su fundación. Sobre ese paisaje inmóvil, la idea del folclore delimitaría el sistema de subjetividades propias de los hechos artísticos, siempre controladas por valores que bajaban de un concepto esencialista", escribió el periodista, docente y músico Santiago Giordano en un ensayo sobre los orígenes del folclore argentino.

"El folclore actuó como homogeneizador, un falso nivelador: por sobre la división de clases y sus conflictos estaban el folclore y sus símbolos. En ese sentido el folclore será el factor forzoso de unidad en lo nacional. Su emblema será la figura del gaucho, tan bueno como todos y cada uno de nosotros", sintetizó Giordano.

Aquella concepción estática fue puesta en entredicho por el Manifiesto del Nuevo Cancionero, una corriente estética alumbrada en Mendoza en 1963 impulsada por Tito Francia, Armando Tejada Gómez, Juan Carlos Sedero, Oscar Matus, la propia Mercedes Sosa, entre muchos más.

El 11 de febrero de 1963 se realizó un encuentro en el Círculo de Periodistas de la provincia para la presentación de Manifiesto del Nuevo Cancionero. "El lugar estaba colmado de intelectuales, artistas, gente de la farándula, pero había algunas ausencias notorias de gente que tomó lo nuestro como una cosa política", recordó Mercedes años más tarde.

Fue una apuesta por renovar la tradición desde adentro, por revalorar aquello tan antiguo de "cantar con fundamento" y reconstruir los lazos entre la música del puerto y la de las provincias.

El MNC bregaba por la integración musical de un mapa disgregado. "Se perpetró -rezaba el documento fundacional. La división artificial y asfixiante entre el cancionero popular ciudadano y el cancionero popular nativo de raíz folclórica. Oscuros intereses han alimentado, hasta la hostilidad, esta división (...) llevando a autores, intérpretes y público a un antagonismo estéril".

La propuesta fue revulsiva en ese tiempo que era, precisamente, el tiempo del folclore de masas. "Bajo un éxito comercial sin precedentes, la maquinaria del folclore -medios de comunicación, compañías discográficas y circuitos de festivales- incorporaba cuidadosamente lo que le servía y desechaba lo que creía inconveniente", explicó Giordano.

Sobre la herencia del MNC, el ensayista concluyó que "entre los pliegues de la historia quedará sobre todo aquella urgencia por fundar lo nuevo dando nombre a lo que ya existía: una canción argentina con contenidos profundos capaz de superar la herida absurda de la tradición".

En su balance de aquel proceso, Teresa Parodi indicó a que el MNC afirmó como referencioa a un colectivo de artistas que dejaron "una manera de pensarnos como país, continente... como comarca de sentimientos atravesados por la misma historia, y que tiene extraordinaria vigencia"

"Mi generación y, a la vista está, muchas otras generaciones que vienen viniendo abrevan en él para profundizar las raíces de lo que seguimos queriendo ser más allá de la penetración cultural deliberada y burda de los medios concentrados, del modelo de lo efímero, de la música delivery que abunda y daña, sí, pero que no ha podido con ese `nosotros` país, pueblo, memoria colectiva, que nunca desaparecerá".

Tejada Gómez, acaso el padre intelectual del MNC, escribió años más tarde de la irrupción de aquel movimiento que "como nueva generación, entonces nos veíamos obligados a declarar y practicar un arte que, partiendo de las raíces, sin desvirtuarlas, entregara un aporte de las nuevas generaciones".

Mercedes Sosa transitó toda su vida artística a la luz de aquella premisa.