Crónicas del subsuelo: Por un mundo mejor

Crónicas del subsuelo: Por un mundo mejor

Por:Marcelo Padilla

No quiero ni pensar en esa teoría conspirativa, ni lo creo. Es más, si me lo comprobaran optaría por sobrevivir al dolor como ya lo he hecho en otras situaciones, cuando niño, el dolor de niñe a veces no se nota pero de grande sí, les niñes sobreviven a la angustia inventando juegos, haciendo travesuras, viviendo en paralelo, les niñes viven en paralelo a un mundo que se jacta de tenerlos pero que no los atiende profundamente. Les niñes viven en paralelo. Eso es lo que podría decir como para calmar la ansiedad del "estado de niñez", un estado para sobrevivir. Es más, adhiero al planteo existencialista sartreano que sostiene hemos sido "arrojados" a este mundo sin pedirlo y así, por más cuidados familiares que hayan en "ese estado", se es vulnerable, por eso el "estado de la niñez pos arrojamiento" es shockeante, luego vienen las adaptaciones institucionales: la escuela. Pero también las adaptaciones sociales en el barrio o en la calle nomás. Es decir, nacemos con la sensación de vacío en el primer minuto, después nos empiezan a llenar de contenidos para la adaptación.

***

Nada, eso, una idea para pensar también cómo una comunidad, un conjunto de individuos, las clases sociales - simplifico con tres paradigmas posibles de estratificación en las ciencias sociales- atiende a sus miembros, y cómo los miembros reproducen o se rebelan con esa "atención". Ganó el que sostiene el paradigma que cree que somos un conjunto de individuos, números en la población que pueden medirse para intervenirlos como individuos y lograr, en esa clasificación divisoria del sentido de comunidad o de clase, la dominación de la mayoría. El paradigma de clase prima en el conjunto de individuos, la clase que ganó de la mano de individuos que se sienten atraídos por sus intereses, no por los de ellos, sino por los de la clase que en Mendoza teje la trama del poder político, económico y social.

***

En fin, ganó la oligarquía con consensos en la demás clases. Les decía que no pienso creer en la teoría conspirativa que plantea hoy que "el que perdió no acompañó" porque en eso, el peronismo siempre ha sido leal. A no ser que hayamos mutado en hipócritas ciudadanos del pueblo, el peronismo es sinónimo de lealtad toda vez que apelemos al viejo y fraternal dicho "el que gana gobierna y el que pierde acompaña". Naaa, no es verdad, no hubo traiciones desde municipios peronistas para cortar la boleta de gobernador. Perdimos y listo. Algo nos faltó. Ya se verá con el correr de los días.

***

Elijo la fantasía de un mundo mejor, de un movimiento mejor porque en la historia nacional, las pocas veces que nos dejaron gobernar, al pueblo se le devolvió la dignidad, la recuperó. Y eso no es otra cosa que aliviarle las penas, que no falte la comida, que en la medida de lo posible seamos más veces felices. De ahí viene mi rodeo con la idea de "fuimos arrojarnos al mundo" al nacer. Primeros nos alzan de los brazos, luego nos meten en la trama y de ahí a las instituciones. Indudablemente la sociedad mendocina mayoritariamente ha decidido -con un poco de odio, con otro de taladreo mediático, y con sus razones y motivaciones que en profundidad no conocemos-, al candidato oficialista. Por eso me siento más triste que con bronca, por no poder interpretar qué es lo que quieren los mendocinos y mendocinas. Me permito desde aquí felicitar el coraje de Anabel Fernández Sagasti para presentarse con solo 35 años y siendo mujer a disputar la parada. Hay futuro, porque con el voto que ella arrastró se construirá, tal vez, un mundo vulnerable sí, pero más humano y solidario.