La odisea de gobernar a ciegas

El objetivo primordial para el oficialismo debería ser garantizarse gobernabilidad hasta el próximo 10 de diciembre.

La odisea de gobernar a ciegas

Por:Emiliano Rodríguez (*)

La soberbia y la ceguera suelen pagarse caro en política. Le sucedió al kirchnerismo después de más de 12 años de gestión, cuando algunos fanáticos se entusiasmaban con una posible reforma constitucional para dar rienda suelta al sueño de una "Cristina eterna", y también le ocurrió al macrismo.

El gobierno de Mauricio Macri optó por llevar adelante sus políticas de ajuste dándole deliberadamente la espalda a la gente y a las urgencias económicas del día a día. 

"Hagan algo", le rogaba un obrero de la construcción a Macri a fines de febrero pasado, durante una recorrida del jefe de Estado por obras en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires: "Tratemos de hacer rápido las cosas, se lo pido por favor señor Presidente, estamos peor", expresaba el trabajador, en un episodio registrado seis meses antes de las PASO. Más que alto, terminó siendo prácticamente lapidario el costo que pagó el oficialismo por su ceguera política y su soberbia.

Esgrimiendo vaya Dios a saber qué tipo de encuestas, en Balcarce 50 parecían convencidos de que las elecciones del domingo pasado se iban a desarrollar en medio de un escenario de "paridad absoluta".

Nada más alejado de la realidad. Cuesta creer realmente que un Gobierno no disponga de mediciones confiables o de por sí algo más certeras en vísperas de unos comicios en los que, de acuerdo con el propio Macri, se definían ¡los próximos 30 años" de la historia argentina!

Parece evidente que la Casa Rosada en efecto manejaba esas previsiones con miras a las PASO (que anticipaban una distancia "cómoda" con relación al Frente de Todos), ya que de lo contrario, por qué el resultado tomó tan por sorpresa al macrismo, como quedó al descubierto con la reacción oficial inmediatamente después de conocida su aparatosa derrota.

Siendo Gobierno, no se puede ir a disputar unas elecciones a ciegas, de igual manera que no se puede obviamente gobernar a ciegas.

"La gente ya no lo quiere"

La victoria de la dupla Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner sobre el binomio Macri-Miguel Pichetto por 15 puntos de diferencia cayó como un baldazo de agua helada en la Casa Rosada, sacudió los cimientos del oficialismo y dejó instalada una sensación de "ciclo cumplido".

"Mucha gente que quería a Macri ya no lo quiere. Yo siempre le dije que tenía que escuchar más a la gente y menos a los que tenía a su alrededor", sostuvo en las últimas horas Margarita Barrientos, referente del comedor comunitario Los Piletones del barrio porteño de Villa Soldati y una persona de estrecha relación con el Presidente.

"La gente dejó de apoyar a Macri por la situación económica, muchas personas la están pasando peor", agregó Barrientos, que consideró que las medidas que acaba de lanzar el Gobierno en busca de llevar "alivio" al bolsillo de los trabajadores luego de la devaluación "llegan tarde".

De aquel "hagan algo", a este "llegan tarde": un semestre de distancia, más un traspié electoral difícil de remontar de por medio.

Es sabido que el ajuste no gana elecciones, pero el Gobierno continuó adelante con sus planes, con la hoja de ruta acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y también con la estrategia de apostar su capital electoral en el juego de la "grieta", tratando de que la "campaña de miedo" que azuzó durante meses le otorgara finalmente dividendos.

La gestión de Macri castigó a los sectores postergados, pero también a la clase media, allí donde se atesoraba el núcleo duro del caudal de votos con los que Cambiemos llegó al Poder en 2015, para luego abrochar un histórico triunfo en los comicios legislativos de 2017, antes de comenzar a dilapidar ese respaldo social con políticas desacertadas.

El Gobierno decepcionó a sus votantes; y aquellos que optaron ahora por renovarle la confianza y/o depositaron en las urnas las boletas de Juntos por el Cambio porque intentan evitar el regreso del kirchnerismo, más desilusionados han quedado al ver cómo ese "monstruo" que alimentaron Macri y compañía durante años terminó por devorarse al oficialismo.

Cayó el Presidente y arrastró consigo a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, que según pudo averiguar la agencia Noticias Argentinas, en lo inmediato se prepara para encarar una campaña por separado de la nacional, con vistas a las elecciones generales del 27 de octubre próximo, después de su duro traspié en las urnas frente al candidato del Frente de Todos Axel Kicillof.

Un "pecado" difícil de perdonar

Así las cosas, los errores de la gestión macrista permitieron la resurrección del kirchnerismo, un "pecado" que los votantes de 2015, de 2017 e incluso los que le dieron un espaldarazo el pasado 11 de agosto difícilmente le perdonarán al líder del PRO.

En un contexto de ajuste, las crisis económicas (prolongadas o no) tampoco ganan elecciones: el Gobierno no logró maniatar a la inflación, ni reactivar la actividad económica para promover la creación de empleo. Es más, aumentó la desocupación en el país, de igual modo que la pobreza en los últimos meses.

El "voto castigo" se hizo escuchar y forzó a la Casa Rosada a tomar medidas de emergencia buscando compensar el impacto de la marcada depreciación del peso tras las primarias.

El dólar aumentó casi un 25 por ciento en apenas una semana: una vez más, los mercados le picaron el boleto al gobierno "pro- mercados" de Macri.

Con los recientes anuncios, el oficialismo también intenta, al estilo de manotazos de ahogado, recortar algo de la diferencia que obtuvo Alberto Fernández, mientras enciende velas tratando de llegar a octubre mejor pertrechado.

Claro está, los niveles de inflación le jugarán en contra, ya que se espera un aumento significativo del costo de vida tras la devaluación. En julio pasado, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se desaceleró por cuarto mes consecutivo (dio 2,2%), pero todo será distinto a partir de ahora.

En este contexto, el objetivo primordial para el oficialismo debería ser garantizarse gobernabilidad hasta el próximo 10 de diciembre; y la premisa de la oposición, contribuir y colaborar para que la de Macri sea la primera gestión no peronista que logra finalizar su mandato en la Argentina desde el regreso de la democracia, en 1983. 

(*) NA, Especial para Mendoza Post