Crónicas del Subsuelo: Demoníaco

Crónicas del Subsuelo: Demoníaco

Por:Marcelo Padilla

No sé qué pasa, no puedo terminar un texto sobre la ciudad que estoy escribiendo hace diez días. Hurgueteo, eso hago, hurgueteo el disco de Gus Dapperton y leo "Arte, estética, literatura y teatro en Rodolfo Kusch", al libro lo conseguí en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, en la Capital Unitaria, precisamente en la Calle Corrientes y es un compilado de aportes sobre el pensamiento del gringo platense que dispara posibilidades de pensar de otra manera, no sé si la única o la mejor manera de pensar sino más bien desde dónde y para qué, en realidad, para qué seguir pensando desde la "tela racional" en todas sus dimensiones, producto fundamente de todas las escuelas, de pensamiento. Ya desde el vamos partimos de una idea falsa, "Escuela de Pensamiento". Esa es la superficie del pensar pero "no" del sentir. Y el sentir es la negación que hace de un objeto un símbolo. Es decir no ingresaría lo demoníaco en la racionalidad de occidente, repito, en todas sus dimensiones, producto fundante de todas las escuelas de pensamiento occidentales. El suelo define, es desde donde uno pisa y no simplemente donde uno pisa, sino (desde) donde.

Hundido en una geocultura, geografía sostenida por la ambigüedad que integra lo sagrado y lo profano, pero bueno, esto ya es mucho vuelteo, estaba escribiendo, decía, unos "apuntes para invadir la ciudad" y fui frenando, aunque lo continué, las ráfagas llenaron de polvo el adentro de la casa, pero va. Se barre y continúa como el hilo de agua del Cacique Guaymallén, impávido ante la ausencia de pobres diablos gondolieris. En fin, también he visto que se celebran 30 años de la inauguración de la Peatonal Sarmiento, todas la ciudades medianas ya tienen su peatonal, una condición la peatonal, como tener un Mac Donald. Todas muy parecidas, lo que cambia es la fauna. En algunas se prohíbe más o menos pero se prohíbe. Y en las catástrofes económicas para el pueblo, aún más. La prohibición en la ciudad es una regla y a la vez condición para que haya ciudad. El factor turístico otra variable, en algunas se deja el libre menudeo de niños copleros que te ofrecen cantarte una copla y vos pasarle un par de billetes, lo que sea. Esos niños no revuelven la basura. Conviven con las posibilidades represivas, sus puntos de fuga y ahí se cuelan a coplear. Supongo que no van presos los niños de Humahuaca porque son niños. No lo sé. "Dormir en la calle" es un síntoma de que las cosas no están bien. Porque el aumento constante de padecientes tirados en las puertas de los bancos, teatros, plazas, representan la fatiga de la sociedad que naturaliza el paisaje mientras compra celulares en las tiendas. Aunque se indignen, se compran celulares en las tiendas luego de ver ahí a la resaca. La ciudad limpia o deja la resaca. La muchedumbre se entera del recorte de sus derechos en la comisaría. Es sábado por la tarde, 14:16 hs, me armo uno, leo en voz alta el extenso poema divido por puentes "El Río Imaginario", del Sergio Taglia. Un viaje en góndola y un naufragio. Una cosecha de agua luego de una buena siembra. He quedado solo en el frío. El humo de la destilería se confunde con el del crematorio y atrás, la montaña blanca. No hay mucho por hacer más que militar la espera, pero desde otro sitio, lejos de la ansiedad y más cerca de la comunidad que nos constituye, esa sin nombre, que no tiene autor sino voces colectivas como esquirlas. Lo bajito y profundo del pueblo. El silencio es trabajo. El domingo que viene el que se sienta pueblo que se exprese, esta vez sí, por el cambio. Solo se necesita el último tramo de barbarie.