No hay democracia sin libertad de prensa

Empresarios de diversas industrias, medios y periodistas expresaron su preocupación por los signos de intolerancia con la prensa. Las fuentes y el caso Santoro. Las "fronteras opacas" en departamentos de Mendoza.

No hay democracia sin libertad de prensa

Por: Editorial Post

Un país con una prensa independiente, fuerte, y sin condicionamientos, tendrá una democracia más sana y de mayor intensidad. La libertad de prensa es uno de los pilares del modo democrático de vivir. ¿Por qué? Porque sin periodistas profesionales y medios independientes, la población no podría acceder a información de interés público certera, chequeada, y de calidad. 

Conviene hacer esta aclaración en tiempos de viralización de desinformaciones, deep fakes, y demás mutaciones.

En la última semana, cientos de periodistas y docentes de periodismo de todo el país y de los medios más diversos firmaron una solicitada en apoyo al periodista de diario Clarín, Daniel Santoro

El caso Santoro como emblema de la lucha por la libertad de prensa

Ello, porque podría transformarse en el primer periodista preso, embargado y enjuiciado en democracia por el trato con una fuente de información. A Santoro se le acusa de usar la relación de fuente-periodista con el falso abogado Marcelo D'Alessio, en una suerte de "club" de extorsionadores y espías; campaña montada para contrarrestar la causa "De los cuadernos" de la corrupción kirchnerista y la obra pública. 

D'Alessio ha sido fuente de muchos periodistas e invitado de numerosos programas de radio y televisión. Pero sólo Santoro puede ir preso en las próximas horas, acusado de espionaje y extorsión. Sin prejuzgar la conducta del periodista, lo que está en juego es el cuidado y el acceso a las fuentes de información, y su protección constitucional con el secreto.

Empresarios de distintas industrias hicieron una dura advertencia por la libertad de prensa el último lunes. Casi en simultáneo, comenzaron a hacer posteos en las redes sociales. "Defendemos la libertad de prensa. Debemos respetar lo que dice el claro artículo 43 de la Constitución: 'No podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística'". De esta iniciativa pública participaron -entre otros- Gastón Remy, de IDEA y la petrolera Vista; Martín Migoya, Guibert Englebienne y Néstor Nocetti, de Globant; Carlos Moltini, presidente de Telecom y Cablevisión; Patricio Supervielle (Grupo Supervielle); Gonzalo Tanoira de San Miguel; Marcos Galperín (Mercado Libre); Javier Goñi (CEO de Ledesma); y Susana Balbo, de Balbo Wines, de acuerdo a una cita del diario La Nación. Los empresarios acompañaron los posteos con fotos de la bandera argentina, el texto del artículo 43, o con hashtags diversos del estilo #SíALaLibertadDeExpresionYdePrensa, u otros similares.

#SíALaLibertadDeExpresionYdePrensa

Sin el secreto de las fuentes de información, nadie relataría ciertos hechos ni aportaría determinadas documentaciones

Veamos si no, que en el mundo, los grandes casos de corrupción fueron ventilados por el periodismo profesional con acceso a fuentes protegidas que contaron la verdad, desde Watergate a Wikileaks y los Panamá Papers. Sin el trabajo periodístico basado en fuentes confidenciales, muchas veces amedrentadas y amenazadas,  no se habrían podido concretar las primeras revelaciones sobre los curas pederastas que hoy son noticia en todo el mundo. 

En nuestro país, la mayoría de los casos de corrupción de la última década fueron aportados por el periodismo profesional. También en Mendoza. No habría existido un "Caso Lobos" con todas sus consecuencias jurídicas, penales, sociales y políticas; si nuestro diario Mendoza Post, no hubiese investigado sobre la base de testimonios y documentación de fuentes reservadas, cuyas informaciones luego se fueron verificando. Por eso y porque la justicia hizo su trabajo, el ex intendente de Guaymallén Luis Lobos y su esposa ya tienen una condena a prisión efectiva, y varias imputaciones más y juicios pendientes, incluso por enriquecimiento ilícito.

En estos días, somos testigos además de los enojos del candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, con periodistas a quienes incluso quiso indicar cómo debían hacer su trabajo. Habló de "Preguntas deshonestas". Fernández pertenece a una facción política que declaró durante diez años la guerra a los periodistas independientes y a los medios. Intentó destruirlos con herramientas políticas, económicas y jurídicas. Logró quedarse con algunos medios que ahora incluso son gestionados desde las cárceles en las que están los acusados de corrupción, batiendo el parche en favor de un grupo político. Es la misma facción que se vanagloriaba de "apretar" a periodistas, o de lograr despidos resonantes, o que "escrachaba" en las plazas a hombres y mujeres de prensa con gigantografías que los militantes escupían en señal de rechazo al periodismo que señaló la corrupción, o los errores en el gobierno. Entonces, al ver los antecedentes, la preocupación de medios, empresas y periodistas está bien justificada.

Argentina es un país en la que la prensa tiene una libertad relativa. Es cierto que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en las capitales provinciales más grandes como Mendoza, Córdoba o Rosario, la existencia de medios grandes y tradicionales y la competencia misma hacen que la prensa sea fuerte ante el poder. Pero hay provincias en las que los periodistas y los medios están sometidos a los dictados de poderes locales, políticos y empresarios, por medio del "apriete", la pauta, o la extorsión. El Monitoreo de Libertad de Expresión del Foro de Periodismo Argentino registró entre 2008 y 2017 un total de 1.343 ataques a periodistas o a la libertad de prensa. Los peores años, fueron los de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. 2013 fue el año de mayor cantidad de registros. La mayoría de los ataques fueron físicos, psíquicos o intimidaciones públicas o privadas. El Estado fue el mayor agresor, y también los militantes políticos.

La dificultad de hacer periodismo durante el kirchnerismo

Hay provincias feudalizadas en las que no existen las voces del periodismo crítico, o en las que es imposible ejercer la libertad de prensa porque no hay medios para ello. O son reducidos a la nada a través de la "sequía" mediante presiones a anunciantes, o a las intimidaciones. Chaco, Formosa, San Luis, Santiago del Estero, Santa Cruz, e incluso San Juan, son distritos difíciles para la prensa libre.

Mendoza presume de su tolerancia y de su libertad de prensa. Podríamos afirmar que los ataques registrados han sido pocos en democracia. Sobre todo en la Ciudad y el Gran Mendoza. Sin embargo, hay que decir que en nuestra amplia geografía, ocurren hechos que son ocultos a la luz pública. Los periodistas locales suelen no tener suficientes "espaldas" para enfrentar a los poderes establecidos en algún caso desde hace lustros.   Las voces críticas tienen problemas para hacerse oír, o para conseguir información pública sensible, en varios lugares de la provincia. San Rafael, Tunuyán, y Santa Rosa son ejemplos de ello. Nos consta. Nuestro diario, por ejemplo, se está defendiendo desde hace dos años en los tribunales de un oneroso juicio planteado por un funcionario ofendido en un municipio repleto de hechos de corrupción. . Un litigio en el que se ponen en juego también la libertad de prensa, y el cuidado de las fuentes de información porque en los lugares pequeños con poderes fuertes, los que hablan sufren represalias. Pueden perder un trabajo, o un negocio. Se suele apretar donde más duele.

La Argentina vive momentos de incertidumbre política, económica, y financiera. Tiempos de angustia, de infelicidad -además- para muchos. Por eso, siempre conviene rescatar -entre tanta confusión y oscuridad- los valores esenciales de la república. La democracia lo es. Pero será imposible sin libertad de prensa. Eso es lo que estamos defendiendo.

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