Elisa y Marcela: las que burlaron la heteronormatividad

Una película disponible en Netflix. Tan lejano, tan actual, dos mujeres se enfrentaron a los ojos de una sociedad entera para expresar sus libertades. Representaciones acertadas, desacertadas y el vínculo con el presente.

Elisa y Marcela: las que burlaron la heteronormatividad

Por:Mariana Canessa
Periodista. Fotógrafa / Audiovisual

Tras la irrisoria sentencia de un año a prisión en suspenso y a costear los costos del juicio a Mariana Gómez por besar a su esposa se nos hace necesario replantearnos dónde estamos pisando.

El vacío histórico en el que se somete a las mujeres hace de la reconstrucción una necesidad. Se suelen utilizar argumentos de sectores conservadores para deslegitimar al colectivo LGBTTIQ+ expresando que se busca atacar a la familia y otras fechorías. Algunos antecedentes históricos les responden así: las lesbianas han existido siempre.

Pioneras en valentía

La directora Isabel Coixet trae a Netflix la representación artística de lo que se conoce como el primer matrimonio homosexual, además de católico, registrado en España y que nunca fue anulado. A fines del siglo XIX dos mujeres burlaron el esquema absolutamente heteronormado para ejercer su voluntad, incluso cuando la palabra lesbiana ni siquiera figuraba en el diccionario.

Isabel Coixet, directora de "Elisa y Marcela"

Elisa Sánchez Loriga (Natalia de Molina) y Marcela Gracias Ibeas (Greta Fernández)se conocen en un colegio católico en el que la primera vivía por ser sobrina de la directora del mismo y al que la segunda asistía para ser maestra. La química no tarda en activarse y al poco tiempo el padre de Marcela que sospecha de la relación de ambas, obliga a su hija a irse a estudiar lejos. Pero ambas se las ingenian para verse hasta que logran vivir juntas. Como la comunidad que les mira con ojos llenos de tabúes se torna violenta deciden que Elisa tomará la identidad de su primo Mario. Así es que logran expresar su voluntad de casarse como "marido y mujer".

Aciertos y pulposidades

La bien acertada propuesta estética de la directora de fotografía, Jennifer Cox, resalta por sus fotogramas en blanco y negro. Es como veríamos una cinta si existiera alguna de las Elisa y Marcela originales. Esta decisión facilita el trasladarnos a la Galicia a principios del 1900. A pesar de la imagen y de que la historia en sí es muy potente hay una dificultad para conectarse con sus personajes.

Las reales Marcela y Elisa

Un aspecto que no se comprende es la decisión de incorporar a pulpos y algas marinas en escenas de intimidad. La única respuesta que podemos suponer es un homenaje a la región costera donde se desarrolla la historia en la que se acostumbra ingerir ambos componentes como alimentos. Es una elección que hay quienes pueden interpretar como artística y osada.

Sin embargo la implementación de estos elementos que ya se han visto previamente se ven como forzadas, que no añaden ningún valor a la historia. En especial porque se trata de la representación de una historia real, no de ficción, y no hay registro de que ambas realizaran estas prácticas. Por lo tanto se espera desde el lado espectador una representación fiel a Marcela y Elisa. Cuestionable o no, esta incorporación sería más adecuada para un relato que no intente representar a personas que existieron y se desconoce sus preferencias sexuales.

El tema de la educación no se deja de lado, es que se trata de un momento en que su acceso para las mujeres era casi completamente denegado. El padre de Marcela soltará frases como "No te esfuerces demasiado en la escuela, los libros no traen nada bueno". La respuesta de su madre de que lee a escondidas porque los libros le dan la libertad que no tiene en su vida real es quizás uno de los diálogos más acertados, constituye la viva imagen de la época.

Pantallas a colores

El valor de esta historia es tangible. Elisa y Marcela lucharon por lo que sentían y creían justo, aún con decisiones difíciles como la de dejar a su hija con personas que no serían violentadas por constituir una familia.

Marcela (Greta Fernández) y Elisa (Natalia de Molina) de ficción

Es frecuente escuchar en nuestros días actuales que la homosexualidad es un invento traído de los países del norte, una novedad, una moda. Con esto se pretende desacreditar a las orientaciones sexuales e identidades de género que le escapen a la heteronorma. Pero un recuento histórico nos muestra con el descubrimiento de estas historias que el lesbianismo no es nada nuevo y que ha existido a pesar de que se ha presionado por ocultarlo. Otro ejemplo de esto es la serie "Gentleman Jack" que está basada en el diario personal de Anne Lister, una famosa terrateniente inglesa que mantenía relaciones con otras mujeres a mediados de 1800.

La reiteración de personas pertenecientes al colectivo LGTTIQ+ en las pantallas chicas y grandes es una necesidad, le moleste a quién le moleste. Con una representación bien elaborada, sin reproducir prejuicios. Hasta que la justicia deje de ser lesboodiante. Hasta que las mujeres cis, trans y discidencias no puedan ejercer su voluntad sin sufrir consecuencias físicas y materiales. Hasta que salir a la calle no sea un acto de valentía.

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