La familia de un chico con autismo contó cómo un perro le salvó la vida

Juan tenía dos años cuando descubrieron que tenía TEA (trastornos del espectro autista). La llegada de la perra Hurley lo ayudó.

La familia de un chico con autismo contó cómo un perro le salvó la vida

Por: Mendoza Post

 La familia de un nene con autismo contó cómo un perro le salvó la vida. En una entrevista al sitio Infobae, los padres de Juan -un nene de dos años- explicaron los detalles de cómo el tratamiento los ayudó a mejorar la relación entre ellos. 

Rocío y Maxi tuvieron mellizos: Magdalena y Juan. A los 15 días de "Magda" se le diagnosticó apneas. La nena tuvo que ser intervenida y estuvo dos años sin encontrarse con el hermano. Cuando volvió, Juan empezó a perder el contacto visual con sus padres. 

De un neurólogo infantil pasaron a una psicóloga que les daba tips, sin embargo un día llamaron del jardín y les dijeron que Juan tenía todos los indicios de tener autismo. Al nene lo había atado en el jardín para controlarlo y la noticia fue como un balde de agua fría. 

"Salí con ganas de matar. Saber que Juan estuvo atado fue muy duro. Estuvo muy mal manejado, pero hoy se los agradezco", contó Rocío al tiempo que contó que una psicopedagoga les dijo que Juan tenía TGD (Trastorno generalizado del desarrollo)

TGD era TEA (trastornos del espectro autista). Si bien no hay un registro oficial en nuestro país, se estima que hay más de 400 mil personas con TEA, de acuerdo a un informe de la Red de Espectro Autista (RedEA). Según la Organización Mundial de la Salud 1 de cada 160 chicos en el mundo tiene TEA. Para el Centro de Control de Enfermedades (CDC, Centers for Disease Control and Prevention) de Estados Unidos la relación es mayor: 1 cada 68. 

La familia fue asesorada por una ONG que les dio a una perra llamada Hurley para que los asistiera. Aprendieron los mandos, qué es un perro de asistencia y cómo deben tratarlo. Que sale a hacer pis a la orden, que come a la orden y que no puede husmear en la mesa familiar; la gracia de que olfatee el mantel no es posible si se quiere ir a un restaurante.

Luego se sumó Juan. Harley tiene un peto del que sale un pequeño lazo. Juan camina tomado de él y, a su vez, lleva puesto un cinturón que está enganchado al chaleco de la perra. Si Juan intentara salir corriendo, Harley lo impedirá: se tirará al piso y lo anclará. Lo más lejos que podrá ir Juan será un metro.

"Fue la primera vez que Juan disfrutó caminando, la primera vez que lo hace mirando qué hay alrededor. Antes iba a upa o ante tanto estímulo se me apoyaba en el hombro y se dormía", cuenta Maxi y agrega: "Desde que conocimos a Harley fueron quince días de primeras veces: fuimos al museo Quinquela Martín, fuimos al DOT, ¡hasta hicimos sesión de fotos!"

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