El 15, el número de la muerte

Una aproximación al dolor que produce no saber qué pasó a mil kilómetros al norte de Mendoza. Dos relatos de situaciones dadas al mismo tiempo en un mismo lugar.

El 15, el número de la muerte

Por:Jorge Fernández Rojas
Periodista/Analista

Los 15 jubilados muertos en Tucumán hicieron que el lunes 1 de julio fuera uno de los peores días del año. Aquí va la vivencia en primera persona de lo que pasaba en la empresa que organizó el viaje final para ellos.

A las seis de la tarde la esquina noreste de Las Heras y 25 de Mayo parece una sala de espera de una guardia hospitalaria.

Una chica llora desconsoladamente apoyada en la pared debajo del cartel luminoso que dice "Merval". Antes pude hablar con ella dentro del salón de atención a los clientes de la agencia de viajes. Me dijo angustiada que la noche anterior había traído a su papá de 67 años para que disfrutara del viaje a las Termas de Río Hondo.

El salón donde se concentró la atención de los familiares. 

"Nadie da información, no sé si está vivo o muerto y si voy a Tucumán ¿adónde voy? Hemos preguntado a todos los hospitales de allá y nadie puede darnos una información certera", me pintó la situación. Al rato de esa breve charla y de pasarle mi teléfono por si me enteraba de algo la vi tapándose la boca intentado silenciar el sollozo. Cuando la miré me paró con su mano extendida hacia adelante y me dijo: "No te acerques por favor". Instantes después corrió y se abrazó a un joven que caminaba rápido de este a oeste por la vereda de Las Heras.

Qué momento de mierda, me recriminé a mí mismo.

Trago y me vuelvo hacia dentro, veo que muchos buscan información entre las empleadas y se frustran porque no había vuelos directo a Tucumán.

La familiares de los jubilados mendocinos sienten el contagio de la incertidumbre como una mancha que los aplasta.

Presto atención y en el mismo espacio está Andrea Martínez sentada en un rincón aguardando. Ella tiene 37 y tiene 7 hermanos mayores. Todos son hijos de Juana Zapata de 74 años quien sobrevivió al vuelco del micro maldestinado.

Un contingente de los Martínez ya partió en auto a Tucumán luego que a las 13 de ayer Andrea escuchara la voz adolorida de Juana.

"Me comunicaron desde el hospital de Concepción su acompañante la ayudó para que nos llamaran. Sólo me dijo: 'estoy bien hija'. Se golpeó en la panza y tiene una inflamación grande. La trasladaron a San Miguel. Pero está todo bien", me dice pausadamente.

Las Heras y 25 de Mayo de ahí partieron los jubilados. 

Reconoce que atravesó tres horas interminables hasta que tuvo noticias de su mamá. "Ella ha ido varias veces a la termas y nunca hubo problemas, esta vez fue distinto", dice con el rostro de alivio.

A la vez Andrea también admite que cada uno ha buscado tener información por separado antes que viajaran la mayoría de los familiares en el ómnibus mandado por Merval, los Martínez armaron su propia travesía casi mil kilómetros hasta la capital tucumana, con la ventaja de saber que Juana estaba viva.

Un rato después se sabía que los choferes responsables del micro eran acusados por el fiscal norteño de asesinar sin querer a una quincena de personas que viajaban por placer.

La Parca parecía que se paseaba invisible en la esquina de Las Heras y 25 de Mayo ayer lunes a la tarde. La maldita contaba con el cinismo del destino que se escondía entre la desinformación.

Por lo menos Juana zafó de ese floreo mortal, hay 15 que viajaban con ella que siguieron de largo sin poder despedirse.

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