En primera persona: ¡Me quemaron el pelo! ¿Y ahora?

Te cuento qué hice cuando me paso a mí: cómo logré recuperarlo y evitar terminar con un carré a los hombros. Uno de los miedos más grandes a la hora de hacerse algo en la pelu, en carne propia.

En primera persona: ¡Me quemaron el pelo! ¿Y ahora?

Por:Noelia Moreno Moon
Hair & Make-Up

 Nadie me lo contó, sino que me pasó a mí; solo sé que en ese momento, al igual que muchas a las que le sucede, confié y creí que estaba en  manos de personas idóneas y profesionales para tratar mi cabello. Sin ahondar tanto en el cuándo, cómo, ni por qué, hoy te voy a contar, en primera persona, cómo hice para salir airosa de uno de los peores momentos de mi cabellera.

En esta nota te cuento sobre la peor experiencia que tuve en toda mi vida en cuanto a mi cabello: sí, me quemaron el pelo.

Que te quemen el pelo es algo que pasa más seguido de lo que creemos e inevitable y lamentablemente es algo que nos shockea tanto que pocas sabemos que hacer. ¿Tiene solución? ¿Me lo corto? ¿Qué hago? Son las preguntas que nos hacemos quienes tuvimos que atravesar por algo de esta magnitud.

Durante mis años en esta profesión tuve la suerte de tener acceso a  lo mejor, a probar aquello que realmente funciona y a conocer algunos tips indispensables que evitaron que llegara a lo que peor temía: cortar mi cabello, y mucho, pero porque me lo quemaron.

Empecemos con lo importante:

¿Cómo saber si te quemaron el cabello? Todo esto se resume a la siguiente frase: no hay forma de no notarlo, se nota; es simple y visual. Tu cabello no solo se enreda y se estira, sino que se hace un "chicle", y se deshace. 

El cabello quemado se corta y se desintegra en tus dedos. Es tan simple como peinarlo y ver que quedan en tus manos todos los mechones de tu melena. No tiene nada que ver con un cabello sensibilizado o debilitado, que se afina, se ve más "inflado"y hasta se camufla lookeado. Cuando te queman el cabello, se nota y mucho.

Nadie se dio cuenta...

Yo me dí cuenta enseguida del daño, pero los demás no, porque logré actuar rápidamente y de una manera no drástica:

-No lo corté más que las puntas, aun aquellas que se veían afinadas. Retoqué hasta 2 cms, esos que realmente se veían muy mal, pero todos los meses retoqué mi corte por lo menos 2 dedos.

-Reemplacé lo normal por lo necesario: la nutrición me salvó. Dejé de usar acondicionador y empecé a usar los baños de crema más power y profesionales a los que tenía acceso.

-Tenía que peinarlo, pero era un arma de doble filo: sabía que mi cabello se debía ver bien, pero el tener que peinarlo era seguir dañándolo. Mi rutina siempre incluía secado y planchado, mínimo. Me apoyé en termoprotectores y aceites para lograr que se viera bien.

-Evitar tanto trabajo: me hice un tratamiento para poder secar mi cabello y lograr que con solo un buen secado se viera genial. El Botox, confieso, fue mi mejor opción.

-Mi rutina era indispensable: me lavaba el cabello con dos shampús diferentes, me nutría y reparaba, me ayudaba a proteger y además, cada 1 semana, me realizaba un tratamiento completo de reparación.

Si bien tuve que incluir una rutina paralela a lo que normalmente hacía, logré mantener el largo de mi cabello normal gracias a la constancia, disciplina y una rutina específica para mis necesidades. Esta combinación fue la que me salvó. 

Nos leemos la semana que viene.

Noelia Moreno Moon - Estilista mendocina y colorista experta de L'Oréal.Facebook-Instagram-WhatsApp: 2616725889