El silencio frente al abuso infantil es también complicidad

El caso del pediatra del Garrahan abre la pregunta ¿nadie nunca sospechó nada? ¿Hasta qué punto estamos atentos de los cambios en nuestros hijos?

El silencio frente al abuso infantil es también complicidad

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

En estos días los diarios daban cuenta de que la diputada Gabriela Burgos, de la UCR de Jujuy, había presentado un proyecto para obligar que se denuncien "los delitos contra las personas, la integridad sexual o la libertad cuando las víctimas sean niños, niñas y/o adolescentes o personas con discapacidad". Además, tipifica penas para quienes, teniendo la obligación de denunciar, no lo hicieran.

Reitero. Por estos días se está tratando de que las personas que sospechen un abuso hacia un menor lo denuncien.

El objetivo es que las personas que se desempeñan en el ámbito de la salud y la educación, y que tratan día a día con niños, niñas y/o adolescentes o personas con discapacidad, actúen como agentes de prevención y detección de delitos", algo que parece demasiado tarde, o que debería existir desde que existe el abuso mismo.

No son "mamis" son niñas

Tal vez la mejor parte de la iniciativa de Brugos es que establece penas para quienes callan. Porque son cómplices. Porque el "no me di cuenta" o el "no quise meterme" es, para el niño, un abuso más.

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Así, cada médico o partera que dice "mamita" a una niña de 11, 12 o 14 años, es cómplice. Cada docente que por lo bajo habla en la sala de profesores sobre "la chiquita esta que ya se embarazó", es cómplice.

Cada vecino de Rivadavia que dice que "todos sabían que las nenas se prostituían" pero no hizo nada, es cómplice. 

No es menos cómplice que el violador, el abusador o el corruptor de menores, aunque quiera creerlo. 

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Intrafamiliar y... ¿privado?

En Jujuy, y en casi todo el país, los números de víctimas son aberrantes. Según el diario El Tribuno, en los últimos meses de 2018 la cantidad de delitos de este tipo creció en forma considerable en localidades como Quebrada y La Puna.

La mayoría de los abusos son intrafamiliares

La mayoría de estos casos tienen como víctimas a niños y adolescentes y se dan dentro del seno familiar. Sin embargo, estos niños sufren secuelas graves que se notan en el comportamiento. Son niños que tienen secuelas cerebrales, que, de algún modo, detienen su crecimiento afectivo.

Es por esto que tanto maestros como médicos y otras personas que tratan con los niños deben estar atentos a estos cambios y ante cualquier duda denunciar a las autoridades correspondientes.

Sin embargo, ante el miedo de verse involucrados en un engorroso trámite judicial, o de equivocarse, muchas personas deciden pasar por alto esos síntomas y perpetúan los abusos.

Según escribió Federico Franco en El Tribuno, Sobre la relación que posee la víctima con el abusador comentó que en la mayoría de los casos son parientes, "generalmente se da con la hija menor y el padrastro que convive con ella dentro de la misma casa. Primos, tíos o hermanastros también son los causantes de este grave delito. Y aunque parezca raro también se da entre propios hermanos, algo que a nosotros nos asombra y es difícil de comprender, pero lamentablemente hay muchos casos de ese tipo que nos llegan frecuentemente".

A cualquier edad

Agregó que "en el ámbito de las escuelas existen muchas denuncias que hacen los directores o docentes de los establecimientos. Se dan situaciones de este tipo en baños de colegios primarios y hasta en los jardines. Se dieron casos con niños por tocamiento sin acceso carnal que también son preocupantes y que están penado por la ley".

En relación a eso, sostuvo que esta situación se origina en pequeños de todas las edades promediando desde los 3 años hasta adolescentes que van a la secundaria, y no sólo ocurre en mujeres sino también en varones, "hoy se da de forma pareja en varones y nenas. Y en muchos de los casos, los autores de este delito no son mayores de 18 años", agregó.

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Números horrorosos

El 47% de las víctimas tienen entre 6 y 12 años. El 28% tienen entre 0 y 5 años y el 25%, entre 13 y 17 años.

Con respecto a los agresores, el 75% de los casos es un familiar, de los que el 40% es el padre y el 16 % el padrastro.

Si no reaccionamos urgente, dentro de muy pocos años tendremos que criar a los niños alejados de sus padres en ambientes estériles de humanos.

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