Dos mil abrazos, risas y lágrimas, a 3.854 metros de altura

El fin de semana se hizo el 5to Encuentro Internacional de motoviajeros Cristo Redentor. Dos mil motociclistas de todas partes. Todas las fotos. Videos.

Dos mil abrazos, risas y lágrimas, a 3.854 metros de altura

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

El único lugar en el que había visto a desconocidos abrazarse, reír y llorar a la vez había sido en una cancha de fútbol. Bien de argentinos. Volví a vivirlo y a sentirlo este fin de semana, en un abrazo interminable entre 2.000 motociclistas de todas las latitudes, a 3.854 metros sobre el nivel del mar. En el viento y el frío del antiguo Paso de La Cumbre, en la frontera con Chile. Llegamos allí luego de viajar desde la Ciudad de Mendoza, Uspallata y Las Cuevas. Y subir unos 8 kilómetros a través de unos caracoles de tierra suelta, arena profunda, piedras, pozos y barrancos a lo largo de 12 curvas altísimas. Con el único propósito de abrazarnos con motociclistas chilenos, y recordar que somos pueblos en paz. Que todos somos lo mismo.

Soy muy nuevo en esto de andar en motocicleta. Aprendí hace cinco años, a los 49. "Nunca es tarde" me dijeron muchos. La primera vez que me subí a una y logré hacerla funcionar supe que no volvería a bajarme. En el encuentro, hubo motociclistas que llevan más tiempo sobre las dos ruedas, que mi edad, o que las tres décadas que cargo de periodismo. La primera mujer en llegar a la cumbre se llama Cecilia Nadalet, es de Godoy Cruz. Lo hizo en una chopera. No podía estar más feliz. Contabilicé uno que anda en moto desde hace 55 años. Y también estaba Nicole, una motociclista de 12 años que llegó son sus padres, desde Chile. Le cantamos el "feliz cumpleaños" el sábado a la noche en el restaurante "El Rancho", de Uspallata, donde buena parte de los participantes del encuentro tuvimos una cena de camaradería enorme, repleta de reconocimientos, regalos, sorteos, menciones, emociones, y anécdotas. Muchos allí tenían heridas de la ruta. El mismo organizador, Daniel "Duende" Díaz, del grupo Falconeros Mendocinos, viene de salvar la vida con su esposa Anita de casualidad, luego de dos "palos" tremendos en años consecutivos. Pero tal parece que siempre se vuelve. Díaz subió medicado, porque en el último accidente se cortó los tendones de un hombro.

Concentrados, en el Parque General San Martín.

El 5to Encuentro Internacional Cristo Redentor convocó a hombres y mujeres motociclistas desde Chaco y Salta a la Patagonia, de Brasil, Chile, Uruguay y Colombia. De varias provincias, y de todo Mendoza. El encuentro es justamente eso. "No es una competencia. Es un encuentro donde no se discrimina marca, cilindrada, estatus social, raza, religión, sexo. Acá no se establecen récords. Sólo se llega. Como subir el Aconcagua. Sea quien sea y con la moto que sea. Eso es la Paz y la Amistad entre Ciudadanos comunes" dice uno de los organizadores.

Salimos el sábado por la mañana desde el Parque San Martín, hicimos noche, y el domingo partimos desde Uspallata hacia el Cristo Redentor.  Otros cientos salieron el mismo domingo desde Mendoza y concentramos todos en la calle Las Heras, de Uspallata. La partida a las diez de la mañana, con el pueblo volcado a la calle a saludar a la caravana, fue conmovedora.

El viaje fue sin novedad. Fuimos acompañados y "encapsulados" por la Policía de Mendoza con su propio jefe Roberto Munives a la cabeza, y Gendarmería Nacional. También participaron preventores de Ciudad, Luján de Cuyo y Las Heras. El operativo fue impecable, con una caravana de motos que -para quienes íbamos más atrás- se perdía en el horizonte, entre las curvas de la Ruta 7.

La organización fue impresionante, y quienes participaron merecen el reconocimiento: Daniel "Duende" Díaz y su esposa Anita, Jorge Corrales, Jorge Carbonari, Lucas Colucci, Juan Molina, Oscar Gómez, Rodolfo Zani, Carmen Magdalena y Leylén Colucci. Se ocuparon de todo, de la seguridad en ruta, de los eventos, de la cena, de los alojamientos, de las remeras, de la fila del combustible, de las menciones, los regalos, el sorteo, de la asistencia a los motoviajeros, de los mecánicos, las ambulancias, de brindar información precisa todo el tiempo. Hicieron todo. En un evento al que le dedicaron meses y mucho trabajo, y que no representó lucro alguno para nadie. Colaboraron el gobierno con la Policía y Parques, Ambiente, y las Municipalidad de Ciudad, Luján y Las Heras. También varios comercios del rubro que donaron artículos para los sorteos.

Parte de la organización, entregando vouchers.

Los comercios, alojamientos, estaciones de servicio y gastronomía de Uspallata, hay que decirlo, deben prepararse mejor para estos eventos. La villa se vio desbordada por nuestra presencia y no todos tomaron previsiones. De la experiencia se aprende. Todo el tiempo hay viajeros de paso en Uspallata. Algún día, con visión de progreso e inversiones, será un lugar turístico increíble.

Jorge Corrales y Daniel "Duende" Díaz.

"Llegar a lo más alto de América, admirar el Aconcagua, transitar el camino del Inca... es una aventura..." dice el diploma que nos dieron. Y en verdad lo fue. La trepada sobre la tierra suelta fue muy difícil para la mayoría. Muy pocas motos iban equipadas con ruedas con tacos, o estaban preparadas para un circuito que nada le podría envidiar al enduro. Pero todos logramos subir, aún con motos de calle, de baja potencia, "choperas", customs enormes y pesadas, o las grandes trails japonesas y alemanas. Las motos se apunaban o se enterraban en la arena, pero siempre hubo una mano para ayudar. Tuve problemas con el grifo de combustible, me clavé en la arena en una de las curvas cuesta arriba, pero alguien me empujó y me sacaron del entuerto. Llegamos todos. 

Van cinco ediciones del moto encuentro, que ya es el más alto del mundo. Al primero fueron 300. Al último, 2.000.

Arriba del Cristo hubo una ceremonia breve, muchos abrazos, chocolate caliente, sopa y alfajores. Y la satisfacción plena de mirar el sol con los brazos abiertos desde uno de los lugares más altos de América, junto a desconocidos que, sin embargo, son tus hermanos. Porque por eso fuimos. El Encuentro fue creado por Daniel "Duende" Díaz. Solía ir al Cristo, contó en la cena del sábado, para recordar el viento y el frío y la nieve de Malvinas, donde le tocó combatir. Quiso compartir esa sensación con sus amigos, y fundirse en un abrazo con los motoviajeros de Chile. Que nadie olvide que la locura homicida de los dictadores nos tuvo al borde de la guerra. Por eso emociona ver a los motociclistas chilenos, que suben desde el otro lado cuando el camino lo permite, con sus grandes motos, banderas, y bocinazos. Es imposible sustraerse de ese clima.

Sergio Prol hizo la locución. Al lado, "Duende" Díaz.

La falta de aire por la altura y las palpitaciones indican que es la hora de bajar. Un día y medio después, varios de los motoviajeros siguen avisando que van llegando a sus hogares "sin novedad", para tranquilidad de todos. Y de las familias que esperan. Algunos recorrieron más de 4.000 kilómetros para llegar. El esfuerzo ha sido enorme. La parada para repostar comida y combustible en Uspallata lleva casi dos horas, que sirven para las anécdotas, la experiencia, y las despedidas. 

Luego, llegar cada uno a sus hogares, cansados, doloridos, mugrientos, con las motos llenas de tierra, pero felices. Hasta la próxima vez.

Galería de imágenes

Video Testimonio: dos mujeres y un motoviajero chileno:

  

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