El recuerdo de una madre a 3 años del doble crimen de Montañita

Este 22 de febrero se cumplen tres años del brutal asesinato de María José Coni y Marina Menegazzo. Las sospechas y angustias de Gladys Steffani. Mensajes privados.

El recuerdo de una madre a 3 años del doble crimen de Montañita

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

"Te juro por la memoria de mi hija, voy a luchar para tener las cabezas de quienes mandaron a estos hijos de puta a cometer el crimen". Las palabras me las dijo Gladys Steffani el 12 de febrero de 2017, en el marco de una nota periodística que escribía para el Post.

Faltaban apenas días para que se cumpliera el primer aniversario de la muerte de su hija, María José Coni, quien había sido secuestrada y asesinada junto a su amiga Marina Menegazzo.

Ambas habían viajado a efectos de disfrutar unas merecidas vacaciones en las playas de Montañita, Ecuador. Pero al momento de emprender la vuelta a Argentina, el 22 de febrero de 2016, tuvieron el peor de los finales.

Majo y Marina

Por ese hecho, la justicia condenó a Segundo Mina Ponce, Aurelio Rodríguez y José Pérez Castro por considerarlos responsables del hecho. Sin embargo, para Gladys siempre hubo cabos sueltos que no terminaban de cerrar. Personas que estaban por arriba de los autores materiales, que persistían en permanecer impunes.

Ver además: La madre de María José Coni fue a investigar a Ecuador

"Sospecho que hay algo más grande, gente de la política mentida. Narcotráfico. El tema tráfico de drogas era cuenta corriente y el Estado lo sabe. En cuanto a tráfico de personas van de la mano y vos los sabés", me dijo en esos días.

Gladys, una luchadora con todas las letras

Pasaron los meses y charlamos por teléfono mucho más de lo que nos mensajeamos. Nada trascendente, solo la inevitable catarsis de una madre, gravitando entre el dolor insoportable de perder a una hija y el deseo irremediable de hacer justicia.

El 23 de septiembre de 2017, Gladys me escribió desde Ecuador: "Ayer no podía escribirte, en el único lugar que tengo buena señal es en el hotel", se excusó.

Acto seguido, se mostró gratificada por la sentencia: "Fue una semana difícil pero llegamos a la condena".

No obstante, persistió en su desconfianza respecto de las responsabilidades del caso. Me dijo que estaba "a la espera que se abra la tercera investigación (...) Si no lo hace la fiscalía la voy a pedir, ya que faltan no menos de 2 personas más".

Su lucha fue incansable, me consta. Jamás bajó los brazos, ni un solo segundo. Aún cuando muchas veces le ganaba la nostalgia.

Como aquel 22 de febrero de 2018, hace un año, cuando le pregunté cómo estaba y me dijo: "No muy bien, ¿para qué voy a mentirte? Las fechas del mes me juegan en contra. Pero con fuerzas para seguir en busca del esclarecimiento". ¿Qué decir ante semejante comentario? Me ganó el silencio.

Como sea, la última vez que hablé con Gladys fue a principios de mayo de 2018, cuando le ofrecí hacer una buena investigación que culminara en un libro con todos los detalles del caso.

"No te imaginas lo que tenés para escribir con este caso. Y la justicia Ecuatoriana. De terror", me dijo al respecto.

Antes, le había agradecido por un audio privado que me había enviado, conteniendo sentidas palabras respecto de su hija. Mi agradecimiento fue respondido por ella con un: "A vos Christian, por estar". Fue una caricia al alma.

Pocos días más tarde, el sábado 12 de mayo, Gladys falleció. Repentinamente, dejando un sabor amargo a quienes intentamos acompañarla en su pelea.

Tenía 65 años y le ganó un persistente cáncer de pulmón. Con ella, lamentablemente, se fue la única chance de que se descubra la verdad. Lo único que queda es la esperanza de que haya logrado, de una vez y por todas, descansar en paz. 

In memoriam