Chau misterio: Por qué elegimos la fila más lenta

Es algo que sucede cuando vas al super o a pagar algo. A veces tenemos la percepción de que hicimos la peor elección. Pero, ¿por qué?

Chau misterio: Por qué elegimos la fila más lenta

Por: Mendoza Post

Sí, es cierto: lo más probable es que te toque la cola más lenta en el supermercado. O en el cine. O al matricularte. O en un embotellamiento. No se trata de que el mundo esté en tu contra, sino de que, al menos en este caso, la Ley de Murphy tiene una base matemática.

Si estamos frente a tres colas y escogemos una de ellas al azar, hay una posibilidad entre tres de que estemos en la más rápida, mientras que hay dos posibilidades entre tres de que cualquiera de las otras dos se mueva más deprisa que la nuestra. Y si hay cinco colas, sólo tenemos un 20% de posibilidades de que la nuestra sea la más veloz. La ventaja es que también hay un 20% de posibilidades de que estemos en la más lenta.

Hay otro motivo por el que habitualmente nos encontramos en la cola más lenta. Lo explica John D. Barrow en El salto del tigre: “Por término medio, las colas y los carriles lentos son aquellos en los que hay más personas y vehículos. 

Por tanto, hay más probabilidades de estar en uno de ellos que en los que avanzan con más rapidez, que son aquellos en los que hay menos personas o vehículos”. Barrow subraya la importancia de la salvedad “por término medio”, ya que cada cola o carril tiene sus características principales, como por ejemplo que un cliente haya olvidado su cartera o no le funcione la tarjeta de crédito.

Además, influye negativamente nuestra manera de recordar algunos eventos. En especial y tal y como explica Tom Stafford en BBC Future, la correlación ilusoria: vemos cómo las otras colas se mueven más rápido y asociamos ese hecho con lo más signiticativo de nuestro entorno: nosotros. “Cuando la cola en la que espero se mueve más rápido, me centro en dónde voy, ignorando a la gente que adelanto. Cuando estoy parado, pienso en mí y en mi mala suerte”, escribe Stafford. A lo que además se añade que pasamos menos tiempo adelantando que siendo adelantados, precisamente porque vamos más deprisa. También en los atascos, como explicaba el blog Principia Marsupia.