Juntó más de cien mochilas para los chicos de su merendero

A través de Whatsapp consiguió padrinos y madrinas para armar la mochila con la lista de materiales de cada niño. Un acto solidario increíble.

Juntó más de cien mochilas para los chicos de su merendero

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

Ayer, la esquina de Peatonal y Patricias Mendocinas era una montaña de amor y solidaridad. Entre bultos y cajas, Brisa, dueña y fundadora del merendero "María Silvia" de Junín, recaudó cerca de cien mil pesos en útiles escolares.

La campaña comenzó a mitades de enero por whatsapp. Agregando personas que conocían otras personas, se armó el grupo "Una Mochila, Un niño Feliz" adonde un centenar de mendocinos se anotaron para ser madrina o padrino de alguno de los más de cien niños que comen en el merendero de Brisa.

Las mochilas embolsadas, para evitar robos

"¿De que se trata? Es muy fácil: me decís quiero ser madrina o padrino de un niño o niña y yo te asigno un niño, te paso su lista de la escuela que va con nombre y apellido y vos te encargas de armar su mochila".

Seguramente, en el momento de leer el mensaje, todos pensamos lo mismo: ¿Cómo será la sonrisa del niño que me toque? Y ¿Cómo no colaborar con el armado de una mochila con nombre y apellido?

Así, a lo largo de tres semanas y un poco más, en el grupo fueron desfilando las listas de los niños, algunas más cortas, otras más largas (¡Hay que ver la cantidad de útiles que les piden a los niños de jardín!) y los padrinos se sumaban, algunos incluso pedían más de un niño.

Araceli fue mi ahijada

También pasaban ofertas: "en tal lugar hay oferta de mochilas", "acá venden colores al por mayor", "yo vi los repuestos de hojas muy baratos allá", mostrando que el grupo era integrado por personas a las que no les sobra nada y seguramente por eso colaboraron con tanto corazón.

A pocos días de terminar la búsqueda de padrinos, Brisa contó que abrió las puertas de su casa del barrio La Pastosa en Phillips en noviembre de 2007 para darles la merienda a unos 30 chicos "que no la estaban pasando muy bien porque son hijos de madres solteras o separadas". Hoy tiene más de cien.

Y contó que cuando era niña sufrió y mucho, y como su dolor y su miedo eran tan grandes le prometió a Dios que, si le daba fuerza y coraje, ella dedicaría su vida a ayudar a que los niños no sufrieran. "Y yo cuando pude cumplir mi promesa lo hice y aún lo hago. Y ahora soy feliz haciendo esto que hago, soy feliz ayudando a los niños de mi pueblito y a los que más puedo. Yo nada tengo porque es así! Mis colaboradores, los que me conocen, saben que es así! Mi merendero es un lujo a la comparación de mi casa. En mi casa tengo piso rústico y el techo es de madera de un piso que me dieron, y en mi techo sólo tengo un nailon y tierra que cuando llueve corre el agua con barro por las paredes, y en el techo de mi merendero tiene 3 capas de membrana y el piso del merendero es cerámico. Yo y mis hijos nada tenemos ni sillas sólo unas sillas de plástico que una colaboradora me regaló para mí. Yo y mis hijos no tenemos muchas cosas, pero lo que tenemos es amor, paz y somos felices con lo que hacemos".

Además de las más de cien mochilas completas y un montón de regalos, Brisa se volvió desde la ciudad a su casita en Phillips con una enorme cantidad de abrazos y agradecimientos. Gracias por darnos la oportunidad de ayudar y de aprender que dar cura todos los dolores. 

Parte de las donaciones.