Crónicas del subsuelo: Mañana no es mejor

Crónicas del subsuelo: Mañana no es mejor

Por:Marcelo Padilla

 Se hizo oscuridad el día y la alegría y felicidachi brasileña es un mito derribado a piedrazos, al menos, uno tan argentino y augusto, puede pensar eso, que la tristeza no es propiedad de un país y la alegría de otro. Soportar el minucioso escrutinio de la soledad en la muchedumbre, el pobre y la pobreza ciegas en proyección cero o esperanzas evangelicales. Las estrellas no bailan samba esta noche ni habrá batuque de quilomberos. Yoriños sí, son típicos del lamento. Camino hacia el barranco y miroteo, dan ganas, despierto de la tarde, las nubes son mayoría en la cumbrera del pozo céntrico, se viene la guerra, la población calienta los parches. No es carnaval ni tampoco celebración de yemanyá en Bahía, es nada, la náusea sartreana, el monstruo, la ola de realidad más cruel del capitalismo en los últimos veintipico de años.

Cambio y fuera. Atento Mi Coronel vengo con malas noticias. Los caballos se han alzado en la montaña y no vuelven más. Las pocas vacas que quedaban los siguieron y en el camino murieron congeladas luego del derrumbe de la nieve maldita que se afloja al sol mi general, eso le quería decir mi amigo. El Coronel vio al hombre dando el reporte delante del Cordón del Plata y se hincó a sus pies al escuchar la verdad paisana. No había ejército ni pertrechos, la gesta no será más que una aventura imaginaria de los que en su micro cotidianeidad sostienen la fantasía. Pero aquel mito, el brasilero de la felicidad, lo acaban de bajar de un hondazo. Es un lamento brasileño que desemboca en nuestra australidad resistente y agria en las ciudades, lamento colonial de plebe acostumbrada a los terremotos. Mañana No es mejor cariño. Sad.

Ataca la misma secuencia. Tengo dos pulóveres, elijo el mismo de siempre, uno que tiene un mapache gigante tejido de negro en el centro del pecho, el pullover es color ladrillo, lo uso todo el tiempo, viene conmigo junto a los pantalones, los lavo y espero. El hábito. Dicen que son drogadictes y borraches. Jipis, zurdes, troskes, pero lo peor que le dicen es que son peronistas. Argentina, peronismo, solo para desentendidos. Explicar el peronismo es una costumbre nacional. La academia dispone bibliografía por derecha y por izquierda según la coyuntura política y las modas. Neo neo, sub sub, reflote revisionista, de género, clasificaciones que delimitan campos, según la posición de clase o la posición en la que se duerme. El fenómeno que la izquierda chilena histórica o anarka no puede entender. ¿Entender? He pensado un día entero sin dormir tirado boca arriba mirando fugaz, esperando la danza de las estrellas, el asomo del sol y su imperio. Un día es un imperio, largo en duración y ancho por su gula, sin dormir un día es un imperio extinguido. El tema era la prensa de grabado que además de pesar una tonelada era inmensa y ocupaba el cincuenta por ciento de la habitación. Otro treinta pilas de tarros con pintura y químicos, carpetones con dibujos, grabados y pruebas de tintura sobre tela. En el veinte que quedaba iría la cama. La historia de la cama resultaría estructuralmente determinante en última instancia para entender los senderos adobados con especias robadas en el mercado central cuando estábamos de gira y choreo por los supermercados.

El silencio lo acuna pero el ruido tira, y vuelve a meterse en todos los quilombos el indio resentido, gringo de no sé sabe qué maldita isla italiana, se compra todos los trajes, se los pone y baila al mismo ritmo de la plebe de cada época moviendo la cadera al son de aquellas noches en el salsipuedes, vientre de Madriz, en el casco viejo de Tirso de Molina, luces azules en la noche propia, el celebrante de traje acodado en una barra tomando un ron disfrutando un show transformista en la previa de una gira de doce horas. Nunca nombró la palabra felicidad, él pensaba eso: nombrarla la condenaba. Lo que existe son estados químicos y emocionales, sangre impura de laboratorio. Somos eso para el celebrante, medios vampis, no sé, hace un tiempo que no lo veo.