Crónicas del subsuelo "Primavera mudanza"

Crónicas del subsuelo "Primavera mudanza"

Por:Marcelo Padilla

Defiendo como puedo la última gota de agua tibia que cae de la ducha en las horas pico de sol. No lo hago por conciencia de consumidor responsable, pasa que el calefón está quebrado y no pienso arreglarlo, al igual que el lavarropas, la puerta de la heladera que no cierra y las paredes marcadas; me baño con lo que sale: agua... tibia o fría es agua. En estos cuatro años he llenado la casa de objetos inservibles que tendré que cargar o tirar a la calle: tres televisores de los ochenta que no funcionan, por ejemplo. Nada de valor, recordatorios cuanto menos. El teléfono no suena como antes en épocas electorales, tampoco importa: agua... tibia o fría es agua. Cuerpo cansado, pastillas que suben y bajan el ascensor anímico (para la farmacología el cuerpo es un laboratorio a ensayo y error) El cuerpo y el polvo del zonda en el desierto, ardiendo. La casa será siempre impropia para todo inquilino. Reviso libros viejos enterregados y encuentro flores secas, estampitas, boletos de pasajes en bondi de Valpo, un poema del Javier Piccolo que alguna vez me regaló con dedicatoria, un billete de Evita para la suerte que gastaré, anotaciones y subrayados, párrafos entre corchetes que releo, inquietudes que supe tener y ahora no tengo. Paredes desentonadas, paredes con dibujos de niños y niñas del barrio que les cedí: corazones de colores, nombres, soles y arco iris. También manchas de aceite, afiches, cuadros, picaportes a la deriva del giro. Latidos. Mentalmente la casa está vacía. Mentalmente no muevo un dedo.

Suspendido en un pensamiento inútil paso las horas fumando, hurgueteando rincones, deambulando por habitaciones baldías aún con las camas hechas, regando plantas que no podré llevarme. El viento chifla y escucho "plegaria para un niño dormido". Ahogo en la duración de la canción. Vera Spinetta, cuando termina plegaria le dice a Mollo: "me hiciste emocionar", y Ricardo Mollo traga gargajos mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Es una versión con charango del tema del flaco grabada para un programa de televisión de hace mil años en el cual la hija de flaco invitaba a músicos a conversar y tocar. Hasta ahí llego. De golpe levanto con un par de secas que le mando a un paragua que acovaché en el platito donde vive el muñequito de lata que sostiene espirales.

Somos seres de ceremonias. Durante años los peces me atrajeron. De niño pasaba las siestas en el sifón de la esquina de mi barrio contemplando gusarapos. El agua estancada no era contaminante. No se usaba la palabra "contaminación" como ahora. Plásticos no había. A las botellas me refiero. Fue todo "más de verdad" sin mediaciones ni video-arte ni televisión en colores ni calles asfaltadas ni mucho más. Vidrio, Hierro, acero y madera. Sangre. Sol, estrellas, veredas con lagartijas y noche. Las quemazones de los incendios diaspóricos, las guitarreadas familiares que encabezaba mi tío Antonio. Ahora, a la distancia que le tira manotazos a la memoria, pienso eso, fue "más de verdad". A los gusarapos los considero peces, en todo caso eslabón de la prehistoria biológica de los peces que hoy conocemos con la denominación "peces". A los pájaros se los tenía en jaula. Cardenal, benteveo, canario, cotorra. No por maldad. Era la forma que adoptaba el pensamiento y el "estar" del pobre para acercar cantos de otras especies -pasaban caballos en carretas vendiendo a sus tripulantes-. Se acompañaba y combatía la soledad al ritmo del cadencioso silencio de los pueblos chicos donde la gente en su mayoría no conocía lejanías. Tener a los pájaros cantando en una jaula implicaba escuchar a la naturaleza por no tener un "combinado" para escuchar discos. La jaula con los pájaros cantando -sigo la lógica anti causal- fue la prehistoria tecnológica de los celulares que hoy musicalizan los oídos de la gente en las ciudades. En el medio de la inverosímil comparación, la nada. Los libros de las últimas décadas dedicados a los estudios de la comunicación y explosión de las tecnologías aseguran -y ofrecen datos- sobre lo que sucedió entre medio. Sin embargo entre medio, la nada. La historia del subsuelo prohibida. En las bisagras de la historia quedamos en los extremos de la coyuntura. Estás de un lado de la vereda o estás en la otra, en la de enfrente ofrecen sangre. Son tiempos de vulneración de derechos, de códigos de faltas y encarcelamientos a los que protestan por pan y trabajo. Si no estás con ellos sos parte del blanco de la persecución. Si andas con la capucha de la campera te detienen por antecedentes, si te quejás...palos. La gente en su paranoia pide a la policía, le han inoculado un chip para sostener al fascismo y aplaude "castigos ejemplares". Es la gente en situación de dominación activa la que sostiene la brutalidad. Tienen el objetivo de exterminarnos. Mudanza.

Sigo regando el jazmín a pesar de lo inminente. El abandono se resiste con una pasada de trapos al piso. Hace más de un año que no larga flores, solo amagues, hasta ahí. Casi. Las cucarachas han tomado por completo la casa. Nidos en las entrañas de la estructura y su crianza que emerge como amenaza constante del deterioro. Por las noches, en la oscuridad, salen de sus escondrijos a segar los alimentos de las alacenas. Buscan la mies que ya no hay. No hay veneno que aguante. Dorrego líquido y efímero. Mudanza.

Busco cajas.