El Vaticano confirmó el fallecimiento del papa Francisco a los 88 años. El pontífice argentino murió este lunes por la mañana, luego de haber participado el domingo en la misa de Pascua.
Murió el Papa Francisco
Jorge Mario Bergoglio, conocido por el mundo como el papa Francisco, falleció este lunes a los 88 años en la residencia de Santa Marta. Según informó el Vaticano a través de su canal oficial en Telegram, el deceso ocurrió a las 7:35 (hora local), apenas un día después de su última aparición pública en la celebración de Pascua desde el balcón de la basílica de San Pedro. El papa Francisco se había mostrado visiblemente debilitado pero animado, en un mensaje de paz y libertad religiosa.
Su muerte fue comunicada con profundo pesar por el cardenal Kevin Farrell, quien expresó: "El obispo de Roma ha regresado a la casa del Padre". En su último año de vida, el papa enfrentó problemas graves de salud, entre ellos una neumonía que lo mantuvo internado durante más de un mes. Pese a ello, nunca se alejó de su rol pastoral y participó en los oficios de Semana Santa. Su aparición final fue recibida con una ovación por miles de fieles que se habían congregado en la Plaza de San Pedro.
El legado de un pontificado transformador
Francisco pasará a la historia como un pontífice que desafió las estructuras tradicionales del Vaticano. Fue el primer Papa jesuita y el primero no europeo en más de un milenio, y su elección, en 2013, representó una verdadera sorpresa. Desde su entronización, puso en el centro de su mensaje la misericordia, la inclusión, y el llamado a una Iglesia en salida. Como señaló el propio Vaticano, su vida estuvo "dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia".
Durante sus doce años de pontificado, Francisco visitó los lugares más olvidados del mundo y pronunció algunos de los mensajes sociales más fuertes que se hayan escuchado desde la Santa Sede. Defendió a los pobres, a los migrantes, a las víctimas de guerras, y denunció la "cultura del descarte". En 2015, su discurso ante la ONU lo colocó como una de las voces más lúcidas del escenario internacional. Dejó como legado tres encíclicas y cinco exhortaciones apostólicas que marcaron el rumbo doctrinal y pastoral de su papado.
Un papa que vino "del fin del mundo"
Nacido en Buenos Aires en 1936, hijo de inmigrantes italianos, Jorge Bergoglio fue ordenado sacerdote en 1969 y se convirtió en arzobispo de Buenos Aires en 1998. En 2001 fue nombrado cardenal por Juan Pablo II. Su cercanía con los más humildes, su estilo austero y su compromiso con los sectores marginados lo convirtieron en una figura central dentro de la Iglesia argentina. A nivel local, lideró la Mesa del Diálogo Argentino durante la crisis de 2001 y se enfrentó sin ambigüedades al poder político de turno.
En Roma, su elección en 2013 fue leída como una señal de renovación. Eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, y con ese nombre asumió una agenda centrada en los pobres y en la reforma interna de la Iglesia. Vivió en una residencia común, evitó los lujos y nunca dejó de hablar con un lenguaje cercano, sin perder por ello profundidad. Aunque nunca visitó su país tras asumir el papado, mantuvo un vínculo permanente con la comunidad argentina y con líderes sociales, entre ellos el padre Pepe Di Paola.
Un vacío difícil de llenar
El fallecimiento del papa Francisco deja a la Iglesia Católica ante una etapa de transición. El Colegio Cardenalicio, en gran parte renovado por él mismo, deberá ahora convocar al cónclave para elegir a su sucesor. Según las últimas cifras, 138 de los 252 cardenales son electores, y el 80% de ellos fueron designados por Francisco, lo que sugiere que su legado podría continuar en el próximo pontífice. La figura de Bergoglio será recordada por su valentía para afrontar temas incómodos dentro y fuera de la Iglesia, como los abusos sexuales, la corrupción interna y los desafíos del mundo contemporáneo.
En la Argentina, su partida provoca un sentimiento ambivalente: orgullo por su rol internacional y tristeza por no haber podido abrazarlo en suelo patrio durante su pontificado. Su mensaje pastoral, sin embargo, trascendió las fronteras. Nos deja un ejemplo de liderazgo humilde y coherente, una mirada crítica pero esperanzada sobre el mundo, y una invitación constante a no perder de vista a los más frágiles de la sociedad. Como dijo en su encíclica "Fratelli Tutti", "nadie se salva solo".