En 2023, el planeta perdió más de 3,7 millones de hectáreas de bosques primarios tropicales, el equivalente a diez canchas de fútbol por minuto. América Latina lidera el ranking global de destrucción.
El mundo pierde selvas tropicales a un ritmo alarmante: Brasil y Bolivia, entre los más afectados
La deforestación sigue siendo una de las grandes crisis silenciosas del siglo XXI. Según datos del monitoreo global de bosques de Global Forest Watch, publicados por Statista, el año pasado se perdieron 3,7 millones de hectáreas de selvas tropicales primarias, los ecosistemas más biodiversos y esenciales del planeta. La cifra equivale a una superficie de bosque desaparecida cada seis segundos.
El mayor responsable sigue siendo Brasil, donde la destrucción del Amazonas explica más del 40% de la pérdida global registrada en 2023. Aunque el gobierno de Lula da Silva logró una reducción interanual de la deforestación, el volumen total sigue siendo devastador: más de 1,2 millones de hectáreas arrasadas en un solo año.
En el segundo puesto aparece la República Democrática del Congo, con una pérdida de 0,94 millones de hectáreas. Pero la gran sorpresa negativa es Bolivia, que se ubicó tercera con 0,46 millones de hectáreas deforestadas, superando a países como Indonesia, Perú o Colombia. El avance de la frontera agropecuaria y los incendios forestales intencionales están detrás de este crecimiento sostenido.
La pérdida de bosques primarios no solo agrava el cambio climático -estos ecosistemas son claves para absorber carbono-, sino que también impacta en la regulación hídrica, la biodiversidad y la vida de comunidades indígenas que habitan esos territorios. Se trata de una destrucción que, en la mayoría de los casos, es irreversible.
Aunque América Latina concentra la mayor parte de los daños, la tendencia es global. Indonesia, Camerún y Laos también figuran entre los países más afectados. En todos los casos, la combinación de actividad agropecuaria, minería ilegal y políticas ambientales débiles facilita el avance sobre zonas protegidas.
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Desde Naciones Unidas y diversas ONG ambientales, vuelven a advertir que no hay forma de cumplir los compromisos climáticos si no se frena de inmediato la deforestación en zonas tropicales. El informe de Global Forest Watch, difundido por Statista en abril de 2024, actúa como un llamado de atención urgente.