Aunque las suelas pueden arrastrar bacterias peligrosas, los expertos aseguran que solo algunos grupos deben preocuparse. La clave: precaución sin paranoia.
¿Sacarse los zapatos al entrar a casa realmente sirve para cuidar tu salud?
Esa escena familiar en la que un anfitrión ofrece pantuflas limpias al visitante que recién cruza la puerta tiene más ciencia de lo que parece. Pero, ¿es tan grave dejar que los zapatos de la calle entren en casa? ¿O estamos exagerando una amenaza que, en realidad, es menor?
Según Jonathan Sexton, microbiólogo de la Universidad de Arizona, las suelas pueden contener cientos de miles de bacterias por centímetro cuadrado. Con cada paso en la vereda, los zapatos se convierten en taxis de microorganismos, y varios estudios han confirmado que más del 90% de ellos albergan E. coli, una bacteria asociada con infecciones intestinales y urinarias.
Pero no es la única: se han hallado restos de Staphylococcus aureus -algunas cepas resistentes a antibióticos- y, en un relevamiento en 30 casas de Houston, se detectó Clostridium difficile, una bacteria duradera que aparece más en los zapatos que en el inodoro.
¿Es un riesgo real o una exageración?
Según el informe publicado en la revista Muy Interesante, la respuesta es matizada. Para adultos sanos, estas bacterias no representan una amenaza concreta. Como aclara Kevin Garey, investigador de la Universidad de Houston, "la mayoría de las personas no pasan mucho tiempo en el suelo y su sistema inmune se encarga del resto".
Pero el escenario cambia si hay bebés que gatean, personas con alergias, o pacientes inmunocomprometidos. En esos casos, mantener el suelo limpio sí puede reducir riesgos. "Tras una internación, por ejemplo, conviene extremar la higiene del hogar", añade Garey.
Cómo reducir los microbios sin caer en la obsesión
Si preferís no llevar los gérmenes de la calle hasta tu alfombra, hay formas simples de prevenir sin vivir en modo paranoia:
Descalzarse al entrar o usar calzado exclusivo para el hogar.
Limpiar las suelas con vinagre blanco o alcohol isopropílico una vez por semana.
Usar felpudos dobles (uno afuera, otro adentro) y aspirarlos con frecuencia.
Mantener el polvo bajo control, ya que alimenta a muchas bacterias.
Sexton lo resume así: "Está bien tomar precauciones, pero no hay que obsesionarse".
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Lo que hacen en otras culturas
En Japón y Corea del Sur, sacarse los zapatos es una regla cultural básica. En esas casas, el suelo es un espacio limpio, muchas veces usado para comer o dormir. Por eso, ingresar con calzado de calle sería visto casi como una falta de respeto.
En Suecia, Turquía o Canadá, también es habitual dejar los zapatos en la entrada, sobre todo en invierno, cuando llegan cargados de nieve, barro o sal. En muchos casos, los anfitriones incluso ofrecen pantuflas a las visitas.
¿Y los otros focos de bacterias?
Comparado con otros objetos, el zapato no es el peor villano del hogar. Los teléfonos móviles, las esponjas de cocina y las tablas de cortar acumulan más gérmenes y están mucho más cerca de nuestra boca. La diferencia es que las suelas rara vez tocan directamente la comida... a menos que gatees.
Zapatos fuera... o mente tranquila
¿Es una buena idea dejar los zapatos fuera? Sí, si en tu casa hay bebés, alérgicos o alguien con defensas bajas. También si simplemente te da tranquilidad.
Pero si la costumbre se convierte en manía o motivo de tensión con tus visitas, quizás el problema no está en el piso, sino en la cabeza. Como todo en la vida: equilibrio.