Roberto Munives: "En seguridad el vaso está medio lleno"

El Jefe de Policías en una charla "a corazón abierto" con el Post.

Roberto Munives: "En seguridad el vaso está medio lleno"

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

Roberto Munives es el Jefe de Policía de Mendoza.  Además de llevar a cabo el plan de seguridad del gobernador Alfredo Cornejo, es vocero e imagen de la fuerza policial. Tal vez porque tiene una forma de hablar no tan estructurada,  o porque no se avergüenza de mostrar sus emociones, lo cierto es que sabe transmitir que, adentro del uniforme, hay un hombre. 

De linaje policial (su padre es policía, su esposa y su hijo también), y con su vida ligada desde siempre a la insitución Munives es, sin dudas, una figura mendocina.

¿Quién es Roberto Munives?

Es complejo, porque yo no puedo pensar en mí por fuera de la policía. Toda mi vida estuvo en la policía y ciertamente amo lo que hago, vivo de lo que hago y soy lo que hago. La policía atraviesa aspectos personales, familiares y de identidad en mi vida. Mis primeros recuerdos de niñez fueron dentro de una dependencia policial. Soy hijo de policía y recuerdo jugar con un trencito en la comisaria 23 de Uspallata.

Construi toda mi vida en función a un uniforme y nunca me vi por fuera de èl. Cononocí lo que es la calle, tuve 40 destinos y conozco toda la policía y toda la provincia.

¿Es más difícil ser jefe o ser raso? 

Como suboficial me tocó estar en situaciones muy complejas y difíciles y también fui sancionado, como cualquiera. Pero el ser jefe conlleva a la búsqueda de éxitos y de cumplimiento de objetivos y el nuestro es la prevención del delito pero también conlleva cuidar a su tropa.

Y empieza a pesar una palabra que uno siempre sueña con lograrlo que es el liderazgo, el jefe manda y el líder convence, el jefe castiga y el líder corrige.

El subordinado tiene la difícil tarea de cumplir órdenes, pero el superior tiene la difícil tarea de saberlas impartir.

Teniendo en cuenta esa trayectoria, usted vivió el proceso de la Reforma Policial, ¿Cuál es el cambio que usted vio para mejor y para peor dentro de la policía?

La policía, como la sociedad, cambia. Durante muchos años se creyó a a la policía como algo exógeno dentro de la sociedad y se veía por un lado a la policía y por otro a la sociedad. No está mal que haya sido así porque durante muchos años se nos inculcó que éramos rectores de conducta, pero yo viví un proceso muy fuerte, yo soy de la primera promoción democrática, egresé el primero de enero de 1984. Después de eso entré a la facultad de derecho y me costó mucho integrarme porque tenía un grupo de compañeros que veían el uniforme como algo negativo, fue uno de mis momentos más difíciles, no terminé la carrera pero hoy en día tengo grandes amigos de la facultad.

La universidad me forjó y me abrió la cabeza a ver las cosas de una manera distinta a la que veía hasta entonces.

Soy muy crítico con la reforma. Nuestra institución se forjó en cambios con nuestra sociedad pero a mediados del '90 pasamos a tener una corriente doctrinal donde se debían modificar las estructuras policiales. Yo soy crítico porque esta reforma pudo haber tenido algunos visos de muy buenas ideas pero quedaron truncas, remamos la reforma hasta la mitad del río y quedamos sin fuerza para llegar a la otra orilla pero también sin fuerzas para retornar y quedamos en el medio y ahora como que nos lleva la corriente.

Hoy estamos atravesando un aggiornamiento, una transformación donde queremos rescatar lo mejor que había hasta el 99, como las consignas de la doctrina, de la disciplina, con un ordenamiento democrático con un apego al respeto de las instituciones, y en una policía que poco a poco se orienta a nuevos paradigmas. Durante muchos años nuestro paradigma se baso en conductas represivas y hoy en día nuestros objetivos están mas orientados a la prevención. Son políticas institucionales distintas.

¿Tenemos policías bien preparados, es cierto que no hay presupuesto ni para, por ejemplo, practicar tiro?

No, eso es un mito. Hoy nuestra policía esta en el umbral de ser una de las mas vanguardistas de la región dado su profesionalismo y tecnificación.

Yo le puedo hablar de resultados y le puedo decir que en los últimos dos años no tengo policías que hayan quedado marcados por el mal accionar de un arma de fuego, por ejemplo.

Delincuente, ¿Se nace o se hace?

Hay de todo. Yo tengo casos de contarle a mi papá que atrapé a un ladrón de apellido tanto y él me cuenta que hace muchos años él atrapó al padre. Tenemos linajes de delincuentes como linajes de policías. Mi hijo, que también es policía, también atrapó delincuentes hijos de otros que yo atrapé.

La delincuencia en Mendoza ¿evolucionó?

¡Sí! El delito evoluciona con la sociedad. Hace unos 30  años no teníamos, por ejemplo, cajeros automáticos y ahora tenemos delitos relacionados con la existencia de los cajeros.

Yo trabajé en narcocriminalidad cuando éramos 20 efectivos para toda la provincia y hoy son 200, Mi primer procedimiento importante fue un record en cantidad, fue en 1990- 91. Incautamos 20 kilos de marihuana, era lo máximo en cantidad. En el 2013 tuve otro récord y ya eran 1250 kilos, y el año pasado, siendo Jefe, tuvimos el triste récord de superar los 3 mil kilos. Así como evoluciona la institución también evoluciona el delito porque ambos son parte de la sociedad.

¿Cuál es el peor flagelo que tenemos en Mendoza? ¿La droga, los femicidios, la violencia?

Yo recuerdo cuando hace años hacíamos talleres en las escuelas y hablábamos con los padres sobre la droga, tristemente proyectábamos esta realidad, pero no por eso dejamos de lucharla. Por aquellos años yo decía que la droga iba a atravesar toda la sociedad. Hoy en día la droga influye en la violencia, en el crimen, en el robo, en los homicidios, todas las conductas antisociales se ven atravesadas por la droga. Yo noto que la droga impacta cada vez más en la comisión de los delitos.

¿Hay cocinas de droga en Mendoza?

Sí. No sé si de paco, pero hace unos años se hicieron laboratorios. A principios de este año se hizo un microlaboratorio en Guaymallén adonde secuestramos 11 kilos de cocaína. No puedo negar la existencia de droga ni voy a afirmar bajo ningún concepto que Mendoza es una provincia de tránsito, es una provincia de tránsito y también de consumo y de acopio.

¿Hay soldaditos de la droga?

Sí los hay. Y también estamos impactando sobre ellos. Son reclutados por el dealer o el hombre de media gestión y los recluta para la entrega, para el cuidado, para el consumo... Ellos también consumen y nosotros tenemos muchos problemas con ellos pero también quiero darle esperanza a la sociedad de que en la lucha contra el narcotráfico falta mucho por hacer pero rescato las palabras del gobernador que dice que 'no estamos como empezamos y tampoco estamos en el final del camino y nos queda mucho por recorrer'.

Tengo que reconocer y agradecer al esfuerzo de la gente de la policía el tener la mitad del vaso lleno pero no me puedo quedar conforme viendo que me queda el esfuerzo más grande que es la otra mitad del vaso.

¿Es decir que estamos mejor?

Se lo puedo decir ahora con números. Si usted me pregunta cuántos robos agravados hubo anoche le puedo decir que en las últimas 24 horas hubo 8 robos agravados en toda la provincia. Y antes de ayer hubo más, hubo 17, y todos esos números están certificados por el Ministerio Público Fiscal.

Es importante ver que cuando se habla de inseguridad se habla de lo que ocurrió, pero no de lo que dejó de ocurrir. Cuando uno mide cuán bien o mal estamos tenemos que compararlo con lo que pasaba cinco años atrás. En julio de 2016 tuve 1100 robos agravados, una barbaridad, hoy en día no pasamos de los 450 por mes, desde ese momento a ahora nunca dejó de bajar.

Estamos escuchando mucho sobre el mal uso del 911, ¿pero la gente también colabora con la policía?

Yo no puedo negar que yo como policía me siento mucho más cerca de la contención social. Como jefe de policía me puedo parar en medio de la peatonal y saludar a la gente, sin custodia ni nada, lo siento con orgullo y puedo decir con emoción que hemos ganado un espacio muy particular en la gente. Yo sé que la gente está entendiendo que falta mucho por hacer pero tambien la gente reconoce que estamos poniendo todo.

Y la gente colabora muchísimo. No sería posible hacer nuestra tarea sin la ayuda de los vecinos. Y ustedes los periodistas también, porque todos tienen un poquitito de policías en su corazón.

¿Qué piensa de las palabras de Hebe de Bonafini instando a la gente a escupir a los uniformados?

Me da mucha tristeza que haya personas que particularmente ofendan a servidores públicos que se entregan por completo por la vida de la sociedad. Es una falta de consideración, de respeto. Probablemente ella haya estado motivada por sus pasiones y no por la realidad de hechos concretos. Decir esas palabras no hacen más que hacerme poner muy triste y reconocer la bandera y la gorra de Cuzzi o de Ríos (los policías que interceptaron con sus motos a un femicida que huía en camioneta), que ofrendaron su vida por sus semejantes. 

Se me vienen la emociones de recordar cuando acompañé a Cuzzi y a Rìos a su ultima morada y yo creo que fue un desvelo, porque yo ya lo sentía, pero haber visto acompañar a toda la provincia el cortejo fúnebre y aplaudir a su paso, realmente emocionó mucho. Porque yo durante muchos años luché porque la gente sintiera lo que se siente y que ese sentimiento de oposición policía- sociedad se terminara. En ese momento hubo una amalgama, una fusión. Ese día pasó algo muy importante en la historia de la institución y también de la provincia: todos éramos Ríos y todos éramos Cuzzi.

Da la sensación de que el policía tiene que, además de luchar contra la delincuencia, luchar contra la justicia por esto de que los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra. ¿Para usted es así?

Pero eso ha cambiado, ha cambiado bastante, en los últimos dos años muchas cosas han cambiado. Yo pongo en relieve que yo como jefe de policía o representante de mi tropa, reconozco que hemos logrado algo histórico, que es que un jefe de policía o un departamental o distrital levante el teléfono y hable con un procurador. Y yo me siento enorgullecido y colmado de que yo puedo hablar con el gobernador, el gobernador me llama todos los días, tengo línea directa con él y puedo plantearle mis problemas.

¿Y qué problemas le plantea?

Sobre la gestión, le consulto cuándo es el momento correcto para tomar ciertas medidas, sobre todo cuando tienen que ver con cambios estructurales. Cornejo es un político avezado y me ayuda y me ayudó mucho, por ejemplo cuando tuve que tomar decisiones respecto de policías corruptos al principio de mi gestión.

Nosotros teníamos un plan que estaba editado mucho antes de tomar gestión, ese plan fue aprobado por Cornejo mucho antes de que fuera gobernador. Y muchas de las decisiones que nosotros tomamos en los primeros seis meses han sido replicados en otras policías. Calcadas.

¿Cuáles fueron esas decisiones?

Algunas como el cambio en los servicios extraordinarios, otras por ejemplo en cuanto a la imagen, que yo esté dando una nota es una muestra de eso. El haber cambiado el color de los móviles fue una decisión buena, a la gente le gustó, como le gusta saber que el helicóptero policial se usa para emergencias de salud. Invertir mucho en tecnología, eso fue propulsado por el gobernador

¿Tenemos suficientes policías?

No importa el número de policías, en realidad se trata de cómo se gestiona el trabajo policial.

Si hablamos de coeficientes, por ejemplo de cantidad de policías por cada mil habitantes, Mendoza tiene uno de los coeficientes más bajos del país, pero también tiene uno de los coeficientes más altos de encarcelamientos. Entonces cuando uno hace la radiografía de una provincia y habla de seguridad tiene que ver lo tecnológico, lo financiero, lo educativo, lo demográfico. Son muchos los factores que van a influir sobre la toma de decisiones. Nosotros tenemos dos millones de habitantes y 150 mil kilómetros cuadrados, entonces preguntar si 8 robos agravados es mucho o poco en dos millones de habitantes,  podemos pensar que vamos bien.

A nosotros no nos faltaban policías sino que nos sobraban empleados. Yo tengo menos policías que cuando me hice cargo pero el delito ha ido bajando y eso es gestión estratégica. Yo necesito una policía que sea eficiente, eficaz y conveniente, es decir que necesito el mejor de los resultados con menos costo.

Y hoy en día la tecnología me ha posibilitado tener un aumento en la cantidad de buenos resultados.

¿Tenemos prófugos peligrosos en Mendoza?

Los teníamos, el más buscado de todo el país lo encontramos nosotros. Espieasse, era buscado en todo el país y lo encontró la policía de Mendoza. Tenemos gente peligrosa pero los estamos encontrando. Nuestra división Búsqueda de Profugos es un ejemplo en el país. Verás que en el último tiempo ningún delincuente tomó una trascendencia mediática importante.

¿Cuál es su recuerdo más fuerte como policía?

"El Morocha" es una de mis historias más guardadas, Con él compartí una charla como esta que tengo con vos, pero apuntándonos a la cabeza. Estuvimos a esta distancia, yo lo apuntaba a él y él me apuntaba a mi. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida y realmente al pibe le dije... porque él me decía que me iba a matar y yo le dije '¿sabés por qué vos no me vas a matar a mi? porque yo te estoy mirando y vos no mataste a nadie mirando'.

Yo no sé si conversamos diez horas o cinco minutos, para mi era lo mismo. Nuestras armas casi se tocaban. Ese momento me marcó en la vida, fue un antes y un después. Uno de esos momentos que te abre el camino o te lo hace girar, y yo ese día giré. Ese día me marcó el destino. El Morocha marcó mi vida. Matías Andrés Cerón Chirino, nacido el 25 de octubre de 1985, hijo de Antonio y de Emilia, conocí a los padres...

Ninguno de los dos disparó, gracias a la precisión de un francotirador, fue apresado y después, el era menor y se escapó del COSE, y después en el 2003 después de un robo en un tiroteo resultó herido y los efectivos me llamaron por teléfono a mí, era el día de mi cumpleaños. Por esos días la policía me reconocía como el que más conocía al Morocha, y me llama un oficial y me dijo que sospechaban que el muerto podía ser el Morocha. Yo le di varias características de tatuajes y cicatrices y a medida que le iba diciendo e iban constatando escuché como gritos, no de alegría pero como  de triunfo, y a mí me dio mucha pena porque no pude hacer nada por ese chico que terminó así por circunstancias de la vida. Ya lo había hecho una vez, y esa vez no pude.