Dos años como Papa, un reportaje imperdible a Francisco

Se quejó de los políticos argentinos que le piden entrevistas, explicó su frase por la “mexicanización” y dejó sus impresiones en dos años de pontificado.

 Dos años como Papa, un reportaje imperdible a Francisco

Por: Mendoza Post

¿Fue hace un ratito, o hace tiempo? El Papa Francisco, el argentino que se sentó en el sillón de San Pedro, cumplió hoy dos años de pontificado. Y la cadena de televisión Televisa le hizo un extenso reportaje en el que Jorge Bergoglio dijo muchísimas frases para guardarlas en un marquito.

Valentina Alazraki, corresponsal de Noticieros Televisa en El Vaticano, fue la entrevistadora. Y su nota está dando hoy la vuelta al mundo.

Habló de los políticos argentinos y del uso de su figura, y de muchos otros temas.

A continuación, transcribimos la entrevista, cuya primera parte se conoció hoy, tal cual habla el pontífice. Es la transcripción cruda del audio.

LA CONVERSACIÓN

- Papa Francisco, usted en el avión volviendo de Filipinas dijo que le hubiera gustado entrar a los Estados Unidos por la frontera con México. Esa frontera tan, tan, significativa. Usted es hijo de emigrantes, sus papás eran italianos, viajaron a la Argentina, usted trae en la sangre lo que es eso. ¿Cuál sería el sentido de su presencia ahí, en esa frontera?

- Gente no sólo de México sino de Centroamérica, de Guatemala, que cruza todo México, para buscar un futuro mejor. Hoy día la emigración es fruto del malestar en el sentido etimológico de la palabra, fruto del hambre, de buscar nuevas fronteras. Lo mismo sucede en África, con toda esa cruza mediterránea de gente que viene de países que están pasando momentos difíciles, sea por el hambre, sea por las guerras ¿no?

Evidentemente la migración hoy está muy relacionada al hambre, a la falta de trabajo. A esta tiranía de un sistema económico que tiene al dios dinero en el centro y no a la persona ¿no? Y entonces se descarta gente.

Entonces un país crea -sea de América, de África- una situación económica impuesta, por supuesto, que descarta gente, que va hacia otro lado a buscar trabajo, o comida, o bienestar ¿no?

Me alegra que Europa esté revisando su política migratoria. Italia fue muy generosa y quiero decirlo ¿no? La síndico de Lampedusa se jugó entera y aun a costa de transformar esa isla, de tierra de turismo en tierra de hospitalidad ¿no? Con lo que supone no ganar plata… O sea hay hechos heroicos ¿no? Pero ahora gracias a Dios veo que Europa está repensando la situación.

Volviendo a la migración allí, esa zona, además es una zona de mucha lucha de problemas de narcotráfico. Los Estados Unidos -no quiero tirar estadísticas que después me crean un problema diplomático- pero, me decían, y lo vi en una revista, creo que están entre los primeros consumidores de droga en el mundo y la frontera por la que entra la droga, la principal, es la mexicana. Entonces ahí también se sufre ¿no? Morelia, toda esa zona, es una zona de mucho sufrimiento donde también las organizaciones de traficantes de droga no se van con chiquitas ¿no?, es decir, saben hacer sus trabajos de muerte, ¿no?, son mensajeros de muerte, sea por la droga, o sea por limpiar, entre comillas, a aquellos que se oponen a la droga, los 43 estudiantes, de alguna manera están pidiendo que, no digo venganza, justicia, y que se los recuerde.

Y por eso salgo al encuentro quizás de una curiosidad: quise hacer cardenal al arzobispo de Morelia, porque está en la sartén. O sea un hombre que está en una zona muy caliente, y es un testimonio de hombre cristiano, de un gran sacerdote. Pero después sobre los cardenales podemos volver después. Se lo digo de paso.

-Papa Francisco, usted sabe que usted se refirió a los 43 estudiantes, ha sido un luto, digamos, una situación muy difícil por la que ha atravesado México. México es un gran pueblo. Tiene valores, recursos para salir adelante de alguna manera. Pero yo creo que la Iglesia, los Obispos con los que usted ha hablado, no dan recetas políticas, no dan recetas técnicas, pero dan esperanza. O tratan de decir, bueno aquí, como dijo cuando estuvo aquí justamente el cardenal de Morelia, me decía: Todos somos responsables cuando hay algo que no funciona en un país, en una sociedad, cuando hay degradación. Y todos tenemos que colaborar para que esa situación mejore. Yo creo que en este momento sería importante tener una palabra de aliento, de esperanza, una invitación para que México realmente pueda superar momentos difíciles.

-No es el primer momento difícil que está pasando México éste. O sea, engancho con la santidad ¿no? México pasó momentos de persecución religiosa, donde engendró mártires. Yo pienso que a México el diablo lo castiga con mucha bronca. Por esto. Creo que el diablo no le perdona a México, que Ella haya mostrado ahí a su Hijo. Interpretación mía.

O sea, México es privilegiado en el martirio, por haber reconocido, defendido, su Madre. Y esto lo sabe usted muy bien. Usted va a encontrar a mexicanos católicos, no católicos, ateos, pero todos guadalupanos. Es decir, todos se sienten hijos. Hijos de la que trajo al Salvador, al que destruyó al demonio. O sea lo de la santidad también está unido ahí.

Yo creo que el diablo le pasó la boleta histórica a México ¿no? Y por eso todas estas cosas, usted ve que en la historia siempre ha aparecido focos de conflicto grave ¿no? ¿Quién tiene la culpa? ¿El gobierno? Esa es la solución, la respuesta, más superficial. Siempre los gobiernos tienen la culpa. Sí, el gobierno. Todos tenemos de alguna manera la culpa o, al menos, el no hacernos cargo del sufrimiento. Hay gente que está bien y quizás la muerte de estos chicos no les llegó, les resbaló. Bueno a mí no me tocó, gracias a Dios que no me tocó. Pero la mayoría del pueblo mexicano es solidario. Y esa es una de las virtudes que tienen ustedes ¿no? Y creo que todos tienen que poner el hombro ahí, para resolver esto de alguna manera ¿no?

Yo sé que es muy difícil denunciar a un narcotraficante. Porque le va la vida, es una especie de martirio ¿no? Es duro, pero creo que todos en situaciones así, sea en México o no en México, tenemos que poner el hombro. O sea el echarle la culpa a un solo sector, a una sola persona, a un solo grupo, es infantil.

-Papa Francisco, usted envió un correo privado a un amigo de Argentina expresándole su preocupación acerca de la creciente difusión del narcotráfico en su propio país. Y utilizó el término tratemos de evitar la mexicanización Es normal, ese término digamos ha sido tomado, ha herido susceptibilidades, sensibilidades. El Gobierno de México pensó que se trataba de una estigmatización del país o no reconocer los esfuerzos que está haciendo o que intenta hacer. La verdad es, ¿qué pasó ahí? ¿Qué quiso decir usted?

-Sí. El chico. Este chico es un dirigente, un hombre que ha trabajado por la justicia social y trabaja mucho, amigo mío, viene de las izquierdas, del trotskismo, viene de ahí. Es un hombre que encontró a Jesús y trabaja por la justicia social y él me cuenta.

Me contaba allí cómo habían logrado descubrir algunas redes de narcotráfico, y eso, y que estaban luchando y que habían cerrado también una cadena de prostíbulos. Él trabaja mucho en lo que es esclavización de personas, o sea fábricas esclavas, con migrantes donde le sacan el pasaporte y lo tienen de esclavo ahí, prostitución, drogadicción, etc.

Y entonces me dice bueno esto queremos no llegar a la mexicanización de Argentina. Así me ponía, ¿no? Evidentemente que es un término, permítaseme la palabra, técnico. No tiene nada que ver ya con la dignidad de México. Como cuando hablamos de la balcanización, ni los serbios, ni los macedonios, ni los croatas se nos enojan. Ya se habla de balcanizar algo y se usa técnicamente y los medios de comunicación lo han usado muchas veces ¿no?

Francisco, el papa influyente.

- Se usaba colombización, por ejemplo.

-También ¿no? Así que yo contesté rezo, los acompaño, y ojalá no lleguemos a la mexicanización, técnicamente. Levantó pólvora, pero la mayoría, por las estadísticas que me llegaron, que hicieron algunos periodistas de allá, el noventa por ciento del pueblo mexicano no se sintió ofendido por eso. Lo cual me alegra. Para mí habría sido un gran dolor que se interpretara de esa manera ¿no? Mismo un gobierno después de haber preguntado aceptó las explicaciones. Estas que son las verdaderas ¿no? Y todo en paz. O sea eso no me cerró las puertas a México. Voy a ir a México.

-Papa Francisco, relacionada con esta pregunta. Usted, sabemos que tiene una actividad, digamos entre comillas, personal muy activa. Usted les llama por teléfono a las personas, escribe cartas personales, preciosas por cierto. Ante lo que sucedió: Usted ha pensado decir a estas personas que, quizá, debían tener el sentido común que, si yo recibo una carta del Papa, yo no la publico. No ha pensado usted que, porque usted es el Papa, ya no es el Padre Jorge. ¿No ha pensado decirles miren yo les llamo por teléfono, les escribo, pero, en fin, esto es privado?

-Lo suelo hacer, normalmente. Pero a veces la gente no, no se aguanta.

-Le meten luego en problemas. Digo una cosa es la correspondencia privada.

-Este amigo mío me contestó pidiendo perdón, que me juraba y me re-juraba que nunca más iba a publicar.

-¿Sigue siendo su amigo?

-Y sí Porque además él lo hizo como diciendo hasta el Papa está luchando contra la droga, ¿no? Es verdad que el hecho de tocar un tema tan delicado, no cierto, me puede dar consecuencias. Pero lo tengo que decir, a veces yo me he sentido usado por la política del país. Políticos argentinos que pedían audiencia.

Simplemente cuento lo que ha pasado. Claro los argentinos cuando vieron un Papa argentino se olvidaron de todos los que estaban a favor o en contra del Papa argentino. Y los argentinos que no somos humildes, y que somos muy engreídos ¿Usted sabe cómo se suicida un argentino?

La popularidad del Papa Francisco.

-No.

-¿No? ¡Se sube arriba de su ego y de ahí se tira abajo!

- Papa Francisco tenemos la suerte de que esta entrevista cae en el segundo aniversario de su elección. De esa noche inolvidable cuando usted nos sorprendió a todos con su “buonasera”, los Cardenales me han ido a pescar hasta el fin del mundo, y bueno, y ese gesto de pedir la bendición. A mí se me enchina todavía la piel del recuerdo, porque fue un momento muy fuerte. Muchos no le atinamos a que usted sería el Papa, porque nos fuimos un poco, la verdad le digo, porque pues decían que después de la renuncia del Papa Benedicto querían un Papa joven. Sabíamos que usted lo del Vaticano no era, como le dije una vez en el avión, santo de su devoción, que no le gustaba tanto venir por acá, que venía lo mínimo posible, entonces, bueno, yo la verdad, pensé que a lo mejor usted diría que no, o A ver, ¿qué pasó ese día, cuando se dio cuenta usted de que, ya el nombre era éste, y que usted saldría como Papa?

- La cosa fue muy sencilla. Yo me vine con una valijita chica porque hice el cálculo, y dije el Papa no va nunca a asumir en Semana Santa. Por lo tanto yo me puedo venir tranquilamente y estar el Domingo de Ramos en Buenos Aires. Dejé preparada la homilía del Domingo de Ramos sobre mi escritorio y me vine con lo necesario para esos días, aunque pensaba que podía ser un cónclave muy corto ¿no?

De todas maneras me preparé hasta lo más posible por si fuera largo, de tal manera que tenía el boleto de vuelta. Lo podía cambiar o adelantar ¿no? Pero tenía asegurado ese. Además no estaba en ninguna lista de papables, gracias a Dios, pero ni se me pasó por la cabeza. En esto quiero ser sincero para evitar cuentos y eso. En las apuestas de Londres creo que estaba en el número 42 o 46. Un conocido mío, por simpatía apostó, y le fue muy bien.

-Pero le tengo que recordar que fue una monja mexicana la que tuvo una gran intuición. Porque usted el sábado antes de la elección comió en casa de su amigo, el Cardenal Lozano Barragán, y la madre Estela le dijo: Eminencia, si lo hacen Papa usted nos invita a comer allá arriba, ¡eh!

-La madre Estela me dijo así. Bueno y así empezó el cónclave. Los periodistas decían que a lo más yo era un “kingmaker” que, bueno, un elector, un gran elector, que indicaría a alguno. Y estuve en paz. Empezó la primera votación, el martes a la noche, segunda el miércoles a la mañana, tercera el miércoles antes del almuerzo. El fenómeno de las votaciones ahí en, siempre, no sólo en el cónclave, en estos grupos, es un fenómeno interesante. Hay candidatos ya fuertes. Pero mucha gente que no sabe dónde dar el voto. Entonces elige seis, siete, que son los votos depósito. Entonces yo deposito el voto en usted y cuando veo ya quien va se lo doy. O sea, son, es como una provisoriedad. Eso es general en las votaciones de grupos grandes, no cierto. O sea sí, yo tenía algunos votos, pero depósito.

-¿Es cierto que en el cónclave anterior había tenido unos cuarenta? ¿Se puede decir?

-No.

-Eso dijeron.

-Sí, bueno, dijeron.

-Algún cardenal dijo.

-Bueno, dejémoslo al cardenal. Aunque yo podría decirlo porque ahora yo tengo la autoridad para decirlo. Pero mejor dejémoslo que lo haya dicho el cardenal. Pero nada. Realmente, hasta ese mediodía, nada.

Y después pasó algo, no sé. En el almuerzo, yo vi algún signo raro, pero. Me preguntan por la salud, esas cosas que y ya cuando volvimos a la tarde, se cocinó el pastel ¿no? En dos votaciones se acabó todo ¿no? O sea que para mí también fue una sorpresa.

¿Qué me pasó a mí? En la primera votación de la tarde, cuando yo vi que ya eso ya podía ser irreversible, lo tenía al lado y esto lo quiero contar porque hace a la amistad al cardenal Hummes, que para mí es un grande. A la edad que tiene, es el delegado de la Conferencia Episcopal para la Amazonia. Y va allá y se mete y va en barca y va, y va visitando las iglesias, y lo tenía al lado, y ya a la mitad de la primera votación de la tarde hubo dos, porque hubo una segunda cuando se vio la cosa, se me acercaba así, me decía: No te preocupes, así obra el Espíritu Santo.

Me causaba gracia. Después, en la segunda votación cuando se alcanzaron los dos tercios, siempre se aplaude ¿no? En todos los cónclaves aplauden. Y sí el escrutinio. Y él ahí sí me besó y me dijo: No te olvides de los pobres. Y eso me empezó a dar vueltas en la cabeza y fue lo que provocó la elección del nombre, después, ¿no?

Cristina y el Papa.

Yo, mientras la votación, rezaba el Rosario, solía rezar los tres Rosarios diarios, tenía mucha paz. Yo diría que hasta inconsciencia. Lo mismo cuando se dio la cosa, y para mí ese fue un signo de que Dios quería eso. La paz. Hasta el día de hoy no la he perdido. Pero es algo de adentro, que, como un regalo ¿no? Y después, qué es lo que hice, no sé. Me hicieron parar. Me preguntaron si aceptaba. Dije que sí. No sé si me hicieron jurar algo, no me acuerdo.

Estaba en paz. Fui, me cambié la sotana. Y salí y quise primero ir a saludar al cardenal Días, que estaba allá en su silla de ruedas, y después saludé a los cardenales. Después le pedí al vicario de Roma y al cardenal Hummes, por amigo, que me acompañaran. Cosa que no estaba prevista en el protocolo.

-Ahí empezaron sus problemas con el protocolo, creo.

-¿Qué sabía? Yo puse ahí a...

-Esa fue la primera de muchas.

- Y fuimos a rezar a la Capilla Paulina, mientras el cardenal Tauran anunciaba el nombre. Después salí y yo no sabía lo que iba a decir. Y bueno, de todo lo demás son testigos ustedes. Sentí profundamente que un ministro necesita la bendición de Dios, pero también la de su pueblo. No me atreví a decir que el pueblo me bendijera. Simplemente dije: Pueblo recen para que Dios a través suyo me bendiga. Pero me fue saliendo todo espontáneo. Igual lo de rezar por Benedicto. Decía, no, no sé, no preparé nada. Salió solo.

-¿Y le gusta ser Papa?

-¡No me disgusta!

-Porque uno se hubiera imaginado que no le hubiese gustado ser Papa.

-No, no. Una vez dada la cosa después se hace.

-¿Qué es lo que le gusta y qué lo que no le gusta tanto de ser Papa? ¿O le gusta todo?

-Sí, lo único que me gustaría es poder salir un día, sin que nadie me conociera e irme a una pizzería a comer una pizza.

-¡Eso estaría muy bien!

-Voy a esto, no, esto lo digo como ejemplo. En Buenos Aires yo era muy callejero. Iba, venía por las parroquias, y claro cambiar de hábitos y estar. Eso me cuesta un poquito, pero, no, no sé, se arregla, se habitúa. Se encuentra otra manera de callejear: el teléfono, el...

-Y lo de que no le gustaba tanto el Vaticano, eso no es ningún secreto. No le gustaba mucho venir. Y ahora que está desde hace dos años acá adentro, ¿le gusta un poco más o un poco menos?

-No. No sólo el Vaticano. Esto lo tengo que aclarar. Creo que mi gran penitencia son los viajes. A mí no me gusta viajar. Yo soy muy pegado al hábitat, es una neurosis. Una vez leí un libro muy lindo que se llama: Alégrese de ser neurótico. Entonces, uno tiene que descubrir las neurosis que tiene, cebarle mate todos los días, tratarla bien, para que no le haga daño ¿no? Y bueno una de mí, yo digo, de mis neurosis, o de mi modo de ser, es estar muy pegado al hábitat. O sea todo viaje, no me gusta. Y venía a Roma y por ahí no me gustaba, porque algún ambiente de chisme, y eso no, por eso venía y me iba enseguida ¿no? Si Benedicto asumió al mediodía, y a la tarde ya estaba arriba del avión ¿no? es decir.

Y ahora no me disgusta. Acá hay gente muy buena. El hecho de vivir acá me ayuda mucho.

-¿Le gusta estar aquí en Santa Marta?

-Es simplemente porque hay gente. Yo allá solo, no hubiera soportado. No porque sea lujoso, como algunos dicen, no. No es lujoso. El apartamento no es lujoso. Es grande. Pero esa soledad no la hubiera tolerado. Venir aquí, comer en el comedor, donde está toda la gente, tener la Misa, esa donde cuatro días a la semana viene gente de afuera, de las parroquias, me da un poquitito de holgura espiritual. Me gusta mucho eso.

-¿No se siente solo?

-No, no, no. En serio que no.