Ariel Guiñazú: "Hay que tener un proyecto original y de calidad"

Buenos Muchachos: el peluquero que desde cero marcó tendencia con un nuevo negocio y hoy es empresario.

Ariel Guiñazú: "Hay que tener un proyecto original y de calidad"

Un día de 2015, Ariel Guiñazú decidió poner fin a su peluquería de barrio, vendió un auto y destinó ese pequeño capital a un negocio similar, pero de concepto. Abrió una barbería con estilo propio, en un diminuto local de Godoy Cruz, a la que además le incluyó como giro novedoso, que sus clientes pudieran tomar algo más que un café, incluyendo bebidas alcohólicas mientras escuchaban buena música. Así nació Buenos Muchachos Bar-bería.

En poco más de un año marcó tendencia, en el tiempo las peluquerías para hombres de Mendoza proliferaron y pasaron a llamarse barberías, atendiendo además el servicio de bigote y barba.

Con Ariel Guiñazú hablamos de cómo empezó todo, si fue solo suerte, pura intuición o algo planificado. Hoy vicepresidente de la Cámara de Comercio de Godoy Cruz y entusiasmado con empezar a participar en política, Guiñazú habló de cual fue la fórmula que lo llevó a uno de los últimos booms mendocinos.

¿Cuántos años hace que estás con Buenos Muchachos?

Comenzó en el 2015, llevamos 7 años, con un montón de cosas en el camino.

Arrancaron con una lonja del actual local que no debe ser ni un cuarto del que es ahora.

Empezamos con menos de la mitad del local y con tres sillones y gracias a Dios en ese momento fue un boom y creció exponencialmente y en un año y medio agrandamos el local al doble.

Hoy tenés dos locales, están muy instalados, participan en eventos importantes, de nivel internacional, pudieron pasar a otro nivel. ¿Cómo consiguieron eso? Porque, a mucha gente que emprende con su primer negocio le va mal o corre un alto riesgo de no mantenerse ¿Tenías una idea? ¿Tenías un capital?

Arranqué de cero, vendiendo un auto, y todo a pulmón, haciéndolo yo solo, con ayuda de mi familia y mis amigos. El factor suerte siempre tiene que estar para que un negocio resulte, pero fuera de eso, fue todo muy premeditado.

¿Si te iba mal, perdías un auto?

Si, si, era el capital de esa venta y nada más. Era el único capital que tenía,

¿Con cuanto arrancaste?

Creo que, con 100.000 pesos, que eran unos 10 mil dólares en ese momento. El resto fue todo a pulmón. Yo pinté el local, conseguí sillones que los restauré yo mismo, la barra la hicimos con mi papá que la armamos y la soldamos, todo muy a pulmón, pero con una meta que ya la tenía en la cabeza.

Pero lo más importante para mí, a la hora de tener un proyecto, es ser original porque la gente compra las cosas originales. Después, en el tiempo, se mantiene si tiene calidad. Lo original casi siempre vende, casi siempre te va a ir bien, pero tiene un periodo muy corto de ventaja, que en pocos meses se va a caer. Ahora, la idea que proyectas se va a mantener con la calidad, sobre todo en Mendoza, que al mendocino no se le puede vender cualquier cosa, es exigente, va a ir de a poco, va a ir viendo y estudiando el producto y cuando el producto es bueno, el mendocino compra.

¿Y eso fue lo que encaraste?

Claro. Yo tenía en mente un producto de calidad, que aquí no había, algo innovador, y si bien cuando empezamos éramos muchísimos más chicos, la idea siempre fue la misma, la meta y la forma de trabajar fue siempre la misma, solo que más chico. Ya tenía un rumbo. Tenía claro que quería hacer y a donde quería llegar. Vos me preguntas ¿Me lo imaginaba? Si, si, me lo imaginaba.

¿Y es fundamental eso para iniciar un emprendimiento?

Me parece que sí, si bien las cosas van mutando y hay que estar atentos a los cambios, hay que saber bien qué es lo que uno quiere y tener un proyecto claro, que sea original y tuyo porque cuando se va copiando un proyecto, después con el paso del tiempo no se puede defender porque no es tu proyecto, entonces uno no sabe a dónde va. El proyecto empieza a mutar, a cambiar para todos lados y pierde identidad. ¿Y cuál es la identidad de Buenos Muchachos? La barbería, por donde la veas soy yo, y esa es la identidad de mi proyecto, se defenderla y sé a dónde quiero llegar.

¿No existía este proyecto de barbería cuando arrancaste?

No, barberías así no existían en Mendoza. Yo era un peluquero unisex, que fue de lo último que hice. Tenía una peluquería de barrio en mi casa, colorista, y lo que me pasaba en la peluquería era que cuando atendía a hombres, los hombres se sentían como relegados porque las mujeres copaban todo, se hacían el color, se quedaban mucho más tiempo, veía lo mismo en casi todas las peluquerías. Entonces pensé, no hay un espacio para el hombre, no hay un lugar donde el hombre se sienta cómodo.

A eso se sumó que ya venía la moda de Europa, de que el hombre se arreglaba mucho, que se había vuelto a usar la barba en ese momento, porque antes de eso al que tenía barba se lo consideraba un desarreglado y bueno, de golpe cambió todo, y el que se deja la barba es alguien que se viste bien, que se arregla y cuida su imagen y acá no había quien pudiera hacer eso.

¡Tenías la idea clarísima y te largaste!

Nooo, no. Primero me puse a estudiar. Me fui a Chile a hacer cursos, hice cursos por todos lados, me fui preparando porque como te decía, el producto tiene que ser de calidad. Uno puede largarse un poquito a la pileta, pero tiene que respaldarlo con conocimiento para hacerlo lo mejor posible. No se podía viajar a Europa, pero internet ayudaba y bueno, así empecé, después se aprende sobre la marcha porque no hay modo de saberlo todo. Aprendí las bases de la barbería y me largué.

No fue fácil porque no había elementos de barbería en Mendoza, así que viajaba todo el tiempo a Chile a comprar, y de ese modo lo inicié, con mucho esfuerzo y mucho trabajo.

¿Mientras, seguías con tu peluquería?

En un momento dejé de atender, cuando ya estaba por venir para acá, la cerré dos semanas antes y dije no atiendo más. Fue un lío grande porque tenía muchas clientas y me llamaron durante medio año reclamándome que las atendiera.

Pero para hacer una cosa a veces hay que dejar otras y a la mitad no se pueden hacer. Era todo mi tiempo y mi esfuerzo en la barbería así que no podía desviarme. Sabía que tenía que estar acá y le pusimos todo.

¿Cómo fue ese inicio?

En un principio todo cuesta, la gente no entraba, nos veía que éramos una cosa diferente y bueno el uso de las redes sociales, algunas notas en algún medio y de repente explotó, un crecimiento exponencial como si fuéramos una empresa de internet. En un momento estaba todo lleno y teníamos gente haciendo cola para entrar a la barbería. Mantuve el enfoque y a laburar y como estaba tan bien hecho, la gente venía y se hacía parte.

Prendió de inmediato en la gente.

Siempre quise crear un club de caballeros donde la gente se pueda sentar, charlar con amigos, escuchar música, tomar un trago, una barra, es decir, la verdad es que era generar un ambiente, un multiespacio, que cuando el cliente viniera a cortarse el pelo, no sea solo el corte de pelo, sino que viniera a vivir una experiencia. Se fue dando así, la gente se fue haciendo parte. Creció, nos fuimos haciendo muy conocidos y atendiendo a jugadores, a políticos, a empresarios, nos llamaron para distintos eventos y bueno, el marketing es muy importante y saber llevar el negocio también, porque se puede ser el mejor peluquero del mundo, pero si no te sabés vender vas a estar con un solo sillón.

Es difícil saberse vender

Es difícil, pero para todo tenés que ser un buen comerciante. Si sos un médico, si sos un periodista, para lo que seas, tenés que saberte vender.

¿Cómo es saberse vender?

Tenés que mostrar que haces algo diferente.

¿O sea que con la buena presencia y algún otro talento no alcanza?

Nooo, con eso no alcanza. Tenés que acompañarlo de conocimiento y de un buen trabajo, tratar de ser siempre el mejor en lo que haces. Yo soy muy perfeccionista en lo que hago. Cada cosa que hago, trato de hacerla lo mejor posible. Y siempre estudiando, no creerse que uno sabe todo, aprender todo el tiempo y que en tu negocio se vayan viendo cosas diferentes, cosas nuevas y que a uno realmente le guste lo que está haciendo, y eso transmitirlo a la gente. La sensación de venir y sentarse y ver que la gente que está trabajando la está pasando bien, vende mucho. La imagen, internet obviamente, cosas de buena calidad. Nosotros vendemos imagen, así que tiene que estar todo muy cuidado.

Además, ustedes arrancaron no sólo con la novedad de la barbería y todos sus detalles decorativos, hasta el uniforme de barberos que usaban, sino que también rompieron el molde al incluir una barra, un bar para poder tomar algo mientras se esperaba o incluso el cliente se cortaba,

En su momento fue algo muy novedoso. Cuando yo pensé en el negocio, pensé que era lo que yo quería que sucediera para mí. Me gustaría tener una barra si estoy esperando para tomarme un wiski, un café, un trago o una cerveza; y si en vez de estar escuchando música más romántica o pop podía escuchar rock and roll y si además me podía sentar en un sillón de esos antiguos y te atiende un tipo con traje, corbata, chaleco, se completaba el cuadro. La idea era crear un club de caballeros, ese es el eslogan.

Ja, ja, ¿No es una idea machista? ¿No es el refugio del patriarcado?

No, no, primero porque los tiempos cambiaron, segundo porque no le cortamos a mujeres a no sé qué se quieran cortar el corte cortito que hacemos acá. Si se quiere cortar cortito así, bueno perfecto no hay problema.

Y aunque el negocio no está pensado para la mujer, igual vienen a acompañar al novio normalmente o algún ser querido, porque les encanta ver cómo está armada la estética del local y el local tiene mucho arte, muchas cosas, porque yo he sido artista, he sido bailarín profesional muchos años, bailé tanto, bailé en la Vendimia y me gusta todo eso.

¿Participaste en la Fiesta de la Vendimia, en los actos centrales?

Siii, bailé muchos años tango, profesionalmente, con Víctor Moreno, bailaba en bodegas y bueno este negocio tiene muchas de esas cosas del arte. Es más, muchas veces, antes de la pandemia, venían bandas a la barbería, que hacían algún acústico, rock, tango o jazz, era todo un combo que cuando la gente llegaba, se encontraba con cosas que no imaginaba y eso fue lo que nos diferenció de todos. Acá se han filmado unitarios con gente de Buenos Aires, ha venido Maravilla Martínez, ha venido ESPN a filmar.

Ví que también fueron a la fecha internacional del MotoGP que es la Fórmula 1 de las motos.

Nos invitaron para ir a Santiago del Estero al Moto GP, llevamos una barbería para allá, estuvimos en el superbike, en eventos por todos lados, en hoteles...

Este perfil que iniciaste cambió las peluquerías de Mendoza, porque después de tu experiencia, empezaron a llamarse barberías y sus dueños intentaron ponerle un poquito más de honda

Claro. Ahora en todos lados podés tomar algo que antes no se veía, en cualquier lado tenés una barrita. En esta barbería tengo sillones de más de 100 años, entonces la idea fue combinar lo nuevo con lo antiguo. Acá lo bueno es que viene gente de distintas generaciones, viene el abuelo, el padre, el hijo y se sienten bien con la honda que tiene.

Porque a las personas grandes ven estos sillones y les hace acordar a las barberías que ellos iban en su época y si ves fotos antiguas, iban todos de trajecito, bien peinados porque se usaba mucho. Ese estilo se perdió con el tiempo y ahora volvió, de otra manera, porque la moda va y viene siempre.

En definitiva, abrieron un montón de barberías, se copió el estilo, pero yo estoy orgulloso de eso, porque nadie copia fracasos. Bienvenido sea ser un ejemplo para algunos barberos que quieran aprender el negocio.

¿Atrae a gente más joven?

Viene gente joven y hasta niños, que disfrutan muchísimo porque quieren ser parte, se sientan con una emoción en el sillón y se vuelven locos, ahí nomás charlan y charlan más que los grandes. Me da risa porque para ellos es su momento.

¿Cuándo abrieron en calle Pedro Molina de Ciudad el segundo local, justo los agarró la obra de repavimentación de toda la calle y después la pandemia?

¡Si! Bueno, en Argentina nunca terminás sabiendo cual es el momento de hacer algo. Empezamos de a poco y funcionó porque pasa mucha gente de reparticiones públicas que cuida mucho su aspecto y cubrimos esa demanda.

¿Cómo enfrentaron la pandemia?

Estuvimos dos meses cerrado con todo lo que implicó, pagando sueldos, alquileres, al borde de no saber que hacer aunque al final yo sabía que iba a seguir como fuera. Luego abrimos con todas las restricciones y ya normalizados no volvió a ser el negocio con el mismo flujo de gente que antes de la pandemia porque la economía está complicada y hay más competencia.

¿Y aun así seguiste?

Yo creo que todo es una oportunidad y aprendí mucho en la pandemia, porque me obligó a ser más eficiente y creo que ahora la paso mejor con mucho menos flujo de gente, soy más eficiente con los gastos, con los horarios de trabajo. Antes, atendíamos hasta las 10 u 11 de la noche y también los sábados, hasta esa hora, y realmente como negocio no era muy conveniente. La pandemia me obligó a ser mucho más ordenado y creo que estoy mejor ahora, con menos gente viniendo, que antes.

¿Pero una vez que pusiste ese capital para arrancar, después seguiste poniendo dinero al negocio?

Todo el tiempo tenés que seguir poniendo, reinvirtiendo lo que ganás para agrandar, para lo que haga falta, lo que fui ganando no lo guardé, lo reinvertí. Cuando necesitaba sacar algo en cuotas, en la menor cantidad de cuotas posible para no quedarme prestado en una deuda larga.

¿Ahora sos vicepresidente de la Cámara de Comercio de Godoy Cruz?

Bueno, una de las cosas que me hizo ver la pandemia y esta política actual que tenemos, es querer involucrarme para cambiar las cosas, porque como muchos argentinos, me quejo y me quejo y bueno, para cambiar las cosas hay que ser parte.

Llegué ahí por un cliente que me invitó, a mí me gusta mucho la política y estar en la Cámara es una formación política claramente y creo que en la política hay mucho campo para hacer cosas.

¿Cuál es tu mirada de Mendoza hoy como empresario pyme? ¿Se puede hacer algo?

Es una provincia diferente al resto de las de Argentina. Tiene otra mentalidad.

¿Se nota mucho eso, respecto de otros lados?

Si se nota. Mendoza es diferente, la mentalidad es diferente.

¿En qué sentido la mentalidad es diferente?

El mendocino es pujante, labura, tiene una mentalidad de trabajo y de no acomodarse. Quiere salir adelante y crecer. Creo que hasta se debería quejar un poquito más y ganar más la calle. Creo que somos un poco tibios aquí.

Lo que pasa, es que bueno, si no se arregla la economía, es muy difícil crecer. Creo que habría que aprovechar las riquezas del suelo mendocino para explotarlas.

¿Estás hablando de minería?

De minería, de Vaca Muerta, algo que se hace y existe en todo el mundo y tenemos que encontrar alguna forma de hacerlo aquí sin tener graves consecuencias. Todo lo que usamos hoy en nuestra vida diaria es en base a minería. Si querés energía solar más limpia y ecológica, también necesitas cobre y litio. Tenemos riquezas que nos pueden llevar a otro plano, si son explotadas como se debe. Mendoza ya tiene turismo, tiene bodegas y viñedos, que obviamente han sido nuestros mayores ingresos, pero es una provincia que puede ser mucho más pujante. Está claro que no tiene competencias económicas en cosas que decide la Nación, pero siempre está un pasito más adelante del resto.

Pero para lograrlo hay que cambiar, hay que ayudar a la gente que da trabajo, tenemos graves problemas con las leyes laborales, si no tocamos esas leyes no vamos a poder crecer.

Pero las leyes laborales están para proteger los derechos de los trabajadores. ¿Es posible cambiar eso?

Yo fui empleado toda la vida, desde los 19 años y sé lo que es estar de un lado y del otro, jamás me echaron de un trabajo, siempre fui muy responsable, nunca me quedé sin trabajar. Es difícil, pero creo que hay cosas que tienen que cambiar y que se pueden ir aggiornando con nuevas leyes laborales. Acá, lo que ocurre es que muchas veces el empresario, el empleador, termina siendo rehén del empleado. Hay empleados que no funcionan y los tenés que tener porque a una pyme chiquita como la mía, si le metés dos juicios laborales desaparece.

Acá hay una industria del juicio, que trata de sacarte más, porque si te va bien, siempre hay gente que te trata de sacar, pasa en todos lados y creo que tiene que haber más meritocracia porque, el hecho de que te vaya bien, también es un mérito.

¿Que hay que cambiar de las leyes laborales?

Primero, tendríamos que ver el problema de la industria del juicio. Después, la indemnización. Esta es una idea mía. Si trabajás un año y te despiden, el empleador te tiene que pagar un mes por año trabajado. Entonces, en vez de pagar todo junto, al final se podría pagar todos los meses un ocho por ciento más del sueldo, que representaría ese mes a lo largo del año y poder sacar a la gente con justa causa.

Si tenés alguien que no te sirve, lo tenés que tener igual y son los que te llevan un negocio al fracaso, que no quieren trabajar o te patean en contra. Hay mucho sacrificio a la hora de armar un negocio, hay inversión, tiempo y eso algunos empleados no lo ven.

Tercero; pagar tantos impuestos laborales no es posible. Si tenés dos empleados pagás casi cuatro sueldos, entonces es imposible blanquear todo, porque como está dispuesto este sistema, es imposible hacerlo. Si se pagara la mitad de los impuestos, se podría tener mucha gente en blanco, tendrían obra social, estarían bancarizados, y todo eso es una rueda económica con la que el Estado terminaría ganando más plata que intentando sacarle dinero a un puñado de empresarios. Sería más fácil. Pero, al contrario, tenés que pagar 21% de IVA, casi el 50% de cargas sociales, entonces es imposible, no hay forma, no te ayudan a crecer así.

Hay que cambiar esta mentalidad y ayudar a la gente que da trabajo porque si no se la ayuda terminan comiéndose la ganancia para pagar impuestos y empleados. Si fuese distinto, yo podría tener barberías por todos lados y no las dos que tengo, pero de esta forma no se puede, estás al borde, pasa algo grave que te afecta y quedás afuera. Hay mucho riesgo y no se si ya lo quiero tener. Decidí quedarme así con lo que tengo.

Son cambios profundos los que planteas, que generan mucha polémica.

Este cambio llevaría años, pero hay que reverlo y meter todo en la rueda económica. El problema es que acá te ayudan a crear otro empleo, pero después tenés que blanquear y blanquear y blanquear, y es imposible por los costos.

A eso, sumale que hay muchos chicos jóvenes que tienen otra cultura del trabajo, que se conforman con cortar el pelo en su casa de vez en cuando y tener plata para salir.

Sabemos que la cultura del trabajo no es la misma que antes. ¿Por qué? Porque no han visto trabajar a sus padres o peor, porque los vieron levantarse a las 5 de la mañana todos los días y vieron que nunca avanzaron. Entonces, ¿Cuál es el ejemplo? Si trabajó toda la vida y sufrió toda la vida porque no llegaba a fin de mes. El problema es más de raíz.

Acá hay muchas cosas que da el gobierno para ayudar a las pymes, pero esa ayuda es como emparchar la rueda que no sirve, que sigue girando y se va rompiendo. En realidad esa rueda la tenemos que cambiar. No hay una política a 20 años, que es lo que se necesita. Acá tenemos una cultura muy presidencialista y tendrían que ser las instituciones las que decidan. Acá estamos acostumbrados a que deciden el Rey o la Reina y no es así. Y bueno, por eso quiero entrar en política, porque me gusta.