Jaliff: "Esta pelea de Alberto y Cristina no me la como, no habrá ruptura"

El veterano dirigente radical y actual senador provincial dejará su banca, pero asegura que no se retirará de la política.

Jaliff: "Esta pelea de Alberto y Cristina no me la como, no habrá ruptura"

El 30 de abril, Juan Carlos Jaliff dejará su cargo de senador provincial y por primera vez en poco más de dos décadas, no estará en un puesto electivo.

Especialista como pocos en la política legislativa, fue funcionario siendo muy joven, en el regreso de la democracia. Fue titular del IPV (Instituto Provincial de la Vivienda); mano derecha del ex vicegobernador y legislador nacional, José Genoud; dos veces presidente de la Unión Cívica Radical provincial; ministro de Gobierno; vicegobernador; senador provincial; y en ese cargo, presidente provisional del Senado.

Su instinto y experiencia política, le dicen que la grave crisis nacional e institucional por la confrontación entre el presidente, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, no termina en divorcio: "Cuando esté en riesgo el poder y los fueros, se van a juntar de nuevo", asevera.

Sobre la UCR, señala que el radicalismo mendocino es el más fuerte y exitoso de todo el país porque siempre tuvo "vocación de poder".

Asegura que, en todos estos años, desde la política se hicieron y consiguieron muchas cosas para Mendoza, destacando entre la más importante, el juicio ganado a la Nación por la promoción industrial.

Evaluó, que el estancamiento que sufre la provincia, obedece a que es muy sensible a la macroeconomía y, además, hoy produce mucho menos petróleo.

¿Se va de la política?

No me voy de la política, seguro que voy a seguir, es lo que me apasiona y me gusta y lo voy a seguir haciendo mientras me dé la cabeza. Además, tengo un compromiso personal con el vicegobernador Mario Abed.

¿Cómo ve la pelea interna entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner?

Esta pelea de Alberto y Cristina yo no me la como. El peronismo quiere ser oficialismo y oposición al mismo tiempo. Se pelean, se dicen de todo, pero el año que viene cuando esté en peligro el poder, cuando estén en peligro los fueros, van a volver a juntarse.

La mejor demostración de lo que digo lo testimonia la historia reciente. ¿Quién podía imaginarse seis meses antes, que Cristina iba a elegir a Alberto Fernández y a Sergio Massa, para hacer un acuerdo, con las cosas que habían dicho Fernández y Massa de Cristina? Cuando Cristina vio que iba a perder su poder y sus fueros, los buscó a ellos. Esto es lo mismo. El año que viene van a estar juntos de nuevo.

Es una ingenuidad de muchos dirigentes y de periodistas que veo por ahí, pensar que estas peleas del peronismo significan que esté roto. ¡No muchachos! ¡No, no, no! Cuando vean peligrar el poder se juntan de nuevo y van.

¿Cree que están actuando las diferencias que tienen y hacen públicas?

¡No! Esas diferencias sí existen, no están actuando, pero no significa que esto sea la ruptura definitiva. No es algo preparado o guionado. Pero no imaginemos que el año que viene van a haber dos candidatos a presidente, uno de Cristina y otro de Fernández o el peronismo. No.

¿Cree que la situación actual de Fernández es parecida a la del ex presidente Fernando De la Rúa?

¡Nooo, es peor! De la Rúa tenía dignidad, este hombre no. De la Rúa cometió grandes torpezas, pero era un hombre digno y se fue por los errores que cometió. Un dicho español dice: "Otros vendrán, que bueno te harán" y ahí tiene, nadie se pensó que podía haber alguien con peor gestión que De la Rúa: ahí está Alberto Fernández.

¿Cuándo Usted, junto con gran parte de los radicales mendocinos, estuvieron aliados al kirchnerismo en la Concertación Federal, era el kirchnerismo de ahora o era diferente?

Era otro kirchnerismo. Había una situación económica completamente diferente. Nada que ver los gobiernos de Néstor Kirchner con los de su esposa. Él tenía superávits gemelos y un dólar competitivo y había inversiones. Con ella, en 2010 dejamos de crecer y ya no crecimos más.

En los últimos 20 años, usted ocupó los principales puestos políticos de Mendoza. ¿Qué rescata de todo ese recorrido? ¿Cree que pudo cumplir lo que imaginaba?

En todos estos años, mi trabajo fue acompañar las distintas gestiones y creo que se ha hecho mucho por Mendoza.

En los cuatro años que estuve en el IPV (Instituto Provincial de la Vivienda), en el gobierno de Santiago Llaver (1983-1987) logramos construir la mayor cantidad de viviendas de la historia de Mendoza.

Pero en lo más importante que participé, casi en el final del gobierno de Roberto Iglesias (1999-2003) y el comienzo del de Julio Cobos (2003-2007), fue el juicio contra la Nación por el decreto inconstitucional de la promoción industrial y el posterior acuerdo, que nos permitió hacernos acreedores de los U$S 1.000 millones a través de Portezuelo. Tema por el que, por mi experiencia, también intervine en el gobierno de Alfredo Cornejo (2015-2019), cuando él firmó el convenio definitivo que es el que se aplica ahora.

Otro tema importante que resolvimos en el gobierno de Iglesias fue el de reponer el ítem antigüedad a los estatales, cuya derogación había ordenado el ex gobernador peronista, Arturo Lafalla (1995-1999).

En el gobierno de Julio Cobos, reabrimos las paritarias salariales, prohibimos la indexación salarial de los jueces en la Constitución provincial y cambiamos la Justicia Penal.

En el gobierno de Alfredo Cornejo (2015-2019), sancionamos la transformación de muchas leyes que tienen que ver con la administración de Justicia, como el nuevo Código Procesal Civil, la Ley de Responsabilidad Civil Contractual, la de Ética Pública, las PASO provinciales y ahora, en el de Rodoflo Suarez, la ley de Boleta Única.

¿Le hubiera gustado ser gobernador?

Por supuesto. Creo que podría haber ejercido ese cargo, pero siempre me caractericé por saber cuál era la situación. Quise serlo en dos oportunidades. Cuando fue Cobos, finalmente arreglamos con Julio porque fui consciente de que él tenía más posibilidades de ganar que yo, así que integramos la fórmula de gobernador y vice.

La segunda vez fue en 2011, pero ahí, fue Iglesias quien quería volver a intentarlo y lo acompañé como candidato a vicegobernador.

¿Cómo se elige o se construye un candidato a gobernador? ¿Qué es lo que finalmente pesa para llevarlo a una elección?

La posición que tienen los candidatos ante la opinión pública. De hecho, la última y única interna a gobernador que tuvo la UCR mendocina, desde el regreso de la democracia (sacando el cisma de 2007) fue en 1991 entre José Genoud y Víctor Fayad. Después todos los candidatos surgieron por consenso.

Le preguntaba, porque cuando Iglesias fue gobernador, llegó después de que José Genoud, que era el candidato a ese puesto, renunciara a la postulación.

Si, sí, claro. Yo era presidente de la UCR y me tuve que hacer cargo del tema. Lo fui a buscar a Roberto Iglesias y la verdad es que se portó muy bien, porque habíamos tenido el año anterior grandes diferencias en el partido, y él podría haberlo rechazado, pero aceptó y juntó a todo el partido detrás de él. Fue muy difícil para mí y la UCR, porque faltaban muy pocos meses de la elección cuando nos quedamos sin candidato por la renuncia de José Genoud (ex senador nacional y vicegobernador) y tuve que ver como salíamos de eso.

No les fue mal. Ganaron.

Fue muy importante, porque aún en momentos de hegemonía del peronismo, siempre estuvimos en el ring. El radicalismo mantuvo la vocación de poder para cambiar las cosas, que fue lo que le faltó al resto del radicalismo de las otras provincias.

Por eso, desde 1983 hasta ahora, hubo cinco gobernadores radicales y cinco peronistas. Mendoza es la única provincia bipartidista del país, que mantuvo ese estatus desde el ‘83.

¿Eso los llevó a dirigir el radicalismo nacional también?

Claro, el radicalismo mendocino empezó a pesar en todo el país y fueron presidentes de la UCR nacional, Roberto Iglesias, Ernesto Sanz y Alfredo Cornejo. Es más, el radicalismo más exitoso desde el ‘83 hasta ahora es el de Mendoza. La única provincia que tuvo tantos gobernadores radicales como Mendoza fue Río Negro, pero hace como 20 años que en Río Negro no ganan una gobernación. Porque uno de los grandes problemas que tuvo la UCR en otras provincias después de los ‘80, es que se contentaron con ser la minoría del peronismo.

En cambio, acá, nunca. Acá se fue dando una generación de dirigentes que logró eso: el Viti Fayad con su nueva forma de administrar la intendencia de Capital, en plena hegemonía menemista, permitió que el radicalismo siguiera teniendo mucho apoyo. Después Iglesias y Cobos, y luego Cornejo y Suárez, distintas generaciones que lograron que la UCR siempre fuera competitiva.

Incluso, a nivel nacional, con José Genoud y Raúl Baglini, que ambos y al mismo tiempo fueron presidentes de los bloques legislativos del radicalismo en el Congreso de la Nación, uno en Senadores y el otro en Diputados.

El radicalismo mendocino, ha sido un radicalismo fuerte a nivel local y nacional, en una provincia en la que antes de 1983 sólo ganaban el Partido Demócrata y el Justicialismo. Somos el partido que ha ganado más elecciones en Mendoza desde el 83 hasta ahora. Todavía quedamos dirigentes en actividad de aquellos años: Marcelino Iglesias, el César Biffi y yo.

¿Cómo vivió la experiencia de 2001 siendo ministro de Gobierno?

Fue muy difícil. Iglesias se mantuvo como gobernador por su propia gestión y porque tuvo a toda la Unión Cívica Radical atrás apoyándolo. Acá no pasó lo que pasó a nivel nacional, que el partido lo dejó solo al ex presidente Fernando De la Rúa (1999-2001), más allá de que por supuesto, De la Rúa había cometido sus errores. Hasta el Dr. Alfredo Avelín, gobernador radical de San Juan en ese entonces, tuvo que renunciar.

Hablemos de Mendoza. ¿Por qué está estancada? A pesar de que creció mucho la industria del vino y el turismo, parece que no son suficientes.

Lo que pasa, es que Mendoza siempre ha sido muy sensible a la macroeconomía nacional. Cuando la macro nacional anda bien, a Mendoza le va mejor que a los demás y cuando anda mal, le va peor que a los demás. Nos ha ido bien cuando el país ha tenido un dólar competitivo y superávit fiscal nacional.

¿Por qué es tan sensible?

Por la particularidad de que mucho de lo que produce Mendoza se exporta, en agricultura fundamentalmente y el petróleo, que además se redujo la producción. A fines de los ‘80 éramos el primer productor de crudo del país y ahora somos el cuarto o quinto. Y después tenemos sin explotar el tema de la minería, pero bueno, hay una situación ahí.

¿Qué piensa al respecto? Porque yo recuerdo que hace años usted tenía una opinión contraria a la minería.

Y sigo pensándolo, pero no le podemos negar minería a Malargüe cuando tiene consenso social.

¿Cree que a algunos departamentos habría que permitirle?

Y si lo quiere el departamento sí. Pero lo intentamos lograr y no se pudo.

¿Estuvo bien manejado ese intento?

Por supuesto. No fue una cosa que se le ocurrió al gobernador Rodolfo Suárez en ese momento. Él lo prometió en campaña. No le mintió a los mendocinos. Él dijo que iba a impulsar la minería y ganó. Él empezó a implementar una promesa de campaña que había hecho... y bueno, que le va a hacer.

Ninguna receta económica, desde el ex presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) para acá, logró afirmarse en el tiempo. Ni siquiera la convertibilidad, que De la Rúa heredó con una gran recesión y luego le estalló.

Ese fue el gran error de De la Rúa, no haber salido de la convertibilidad.

La gente tenía mucho miedo de salir de la convertibilidad. Era una decisión difícil.

Sí, pero al final terminó costando el gobierno. De la Rúa habría podido salir de la convertibilidad con un dólar cotizando a $1,40, no lo hizo y después cuando el ex presidente, Eduardo Duhalde (2002-2003) decide salir del uno a uno, sale con un dólar de $4, tres veces más, el 200% más, y salieron porque había poder político ahí.

¿Cree que hay un problema grave de fondo impide salir de la crisis o es indisciplina política?

Creo que hay un problema cultural en Argentina, de que se gasta más de lo que se gana. Más no puedo decir porque no soy economista.