Con expectativas, el sector vitivinícola observa cómo se mueven las fichas en un escenario complejo. "Algunas bodegas ya tuvieron llamados de Estados Unidos pidiéndoles que bajen los precios", indicaron desde la Unión Vitivinícola Argentina.
Primeros cimbronazos del "arancelazo" de Trump en bodegas mendocinas
Donald Trump movió fichas en el tablero de ajedrez de la economía mundial y generó ola de reacciones. Cada sector mira con preocupación cómo se reacomoda el escenario en una economía globalizada donde todos los actores piensan con frialdad antes de dar cada nuevo paso en un marco de incertidumbre, entre ellos los exportadores de vino argentino.
En términos generales, hay oportunidades y desventajas: sería beneficioso porque los varietales chilenos tendrán aranceles (10%) y los europeos pagarán hasta un 20%, siendo ambos competidores directos del vino argentino. Sin embargo, al cerrárseles el mercado estadounidenses, los europeos podrían aumentar su presencia en el Mercosur, generando un problema para las bodegas mendocinas.
En ese contexto, Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina, dialogó con el Post y analizó en qué posición quedarían los vinos de Mendoza para ingresar en el mercado norteamericano, en un marco por demás complejo.
En el escenario previo, los países europeos contaban con distintos acuerdos de ingreso a EEUU de acuerdo con el volumen de exportaciones, mientras que los chilenos no tenían aranceles. Esto, en principio, podría ser positivo para la Argentina. Pero desde el sector miran con cautela lo que pueda pasar en el corto plazo.
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"Muchos distribuidores en Estados Unidos ya están pidiendo rebajas de precios, anticipando inflación o caída del consumo. Algunas bodegas ya recibieron llamados en este sentido", relató el gerente de la Unión Vitivinícola Argentina.
Villanueva trazó una analogía para explicar el fenómeno. "Esto es como cuando cae una piedra en un estanque: impacta en un lugar, pero genera olas en todo el sistema", manifestó, y agregó: "No somos ni los más beneficiados ni los más perjudicados", recordando que Sudamérica, por ahora, enfrenta aranceles más bajos que Europa y otros vendedores de vinos a EEUU, como Sudáfrica (31%).
"Nosotros estábamos pagando una tarifa fija, y ahora se pasa a un arancel del 10%, que nadie sabe si se suma a lo anterior o lo reemplaza", puntualizó sobre el vino argentino.
Para la industria vitivinícola local, el mercado estadounidense es un casillero clave: absorbe aproximadamente el 25% del vino exportado y casi el 40% del mosto. Una eventual recesión o baja en el consumo, por ende, podría impactar seriamente en el negocio.
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Además, el movimiento forzado de las piezas europeas por el arancel del 20% también influirá. "Lo que no pueden vender en Estados Unidos, lo van a intentar ubicar en otros mercados, y ahí vamos a tener competencia directa", sostuvo.
Es decir, si Europa se ve obligada a salir del mercado estadounidense, es probable que aumente su presencia en regiones como el Mercosur o Asia, intensificando la disputa por cada casillero disponible contra los vinos argentinos.
Villanueva señaló que, por el momento, no hay una estrategia visible ni lógica predecible en el accionar comercial de EEUU: "La política de Trump es pegar primero y negociar después".
En ese sentido, destacó la importancia del mercado interno argentino, que representa el 75% del consumo de vino que se produce en el país. "Eso es un reaseguro de estabilidad", apuntó, recordando que mientras el resto del mundo juega con otra dinámica, Argentina tiene un refugio parcial en el consumo doméstico.
¿Y China?
Consultado sobre el rol de China, Villanueva explicó que podría abrir su mercado en el corto plazo como respuesta al conflicto con Estados Unidos, pero advirtió que "su política histórica ha sido la del reemplazo de importaciones: primero compran, aprenden, y después producen".
Por lo tanto, aunque hoy se muestre como una posible aliada, en el largo plazo podría convertirse en una competidora feroz.
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El escenario es el de una guerra sin frentes fijos. Como en una partida de ajedrez, el movimiento de un caballo en Washington altera la defensa del alfil en Mendoza. Y si bien Argentina hoy parece en una posición neutra, Villanueva sugirió prudencia: "Lo mejor es parar la pelota y mirar qué pasa. Hay gente más optimista, otra no tanto. Yo sería cuidadoso".
Con un mercado global en plena reconfiguración, la industria vitivinícola argentina deberá aprovechar las ventajas temporales y proteger su posición. Por ahora, como en el ajedrez, Argentina mira con cautela cada movimiento de sus contrincantes y espera para mover las piezas.
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