Invierno cripto: con igual dinero comprás 4 veces más bitcoins que hace un año

Año 2022: el ciclo negro de las criptomonedas que también se convirtió en una gran oportunidad

Invierno cripto: con igual dinero comprás 4 veces más bitcoins que hace un año

 El 1 de enero de 2022 nadie habría imaginado que Bitcoin perdería dos tercios de su valor. Ni tampoco, que desaparecerían dos de las 10 criptomonedas más importantes del mundo. Mucho menos, que se derrumbarían las principales empresas de servicios criptofinancieros.

Y de ninguna manera, que quebraría la segunda casa de cambios más poderosa, y que su dueño, el popular y adorado joven maravilla, Sam Bankman Fried, terminaría casi preso.

Nadie hubiese imaginado que, a fin de año, se podría comprar cuatro veces más en bitcoin que hace un año.

Aquel 1 de enero (hace menos de un año), bitcoin cotizaba a U$S 47.954 por unidad. El precio hacía una curva descendente previsible, después de llegar a U$S 69.000, empujado a la baja, además, por algunas malas noticias de la economía estadounidense. Podía esperarse y de hecho ya se anticipaba, un año más frío, lejos de los techos de cotización de 2022 pero no la catástrofe que durante el año se desató.

El valor de las criptomonedas sigue planchado.

Ya lo sabemos, la realidad es dinámica y durante este año pasaron cosas, tantas cosas, muchas de ellas inesperadas, que no solo llegamos al criptoinvierno sino también al criptoinfierno.

Pero allí puede haber redención. Los precios más bajos de los últimos dos años están hoy ofrecidos en pizarra. El 1 de enero de este año, nadie esperaba tampoco que estos precios volverían a aparecer.

Ver: El mendocino que instaló Bitcoin como moneda de curso legal en El Salvador

Para entender la dimensión de la oportunidad, el 9 de noviembre del año pasado se compraba un bitcoin con U$S 69.000. Hoy, con esa suma se compran 4 bitcoins. Pero como cualquier persona puede comprar BTC con apenas U$S 10, porque cada bitcoin se divide en 100 millones de partes, la situación hoy es la siguiente: con el mismo dinero, a partir de los U$S 10, se puede comprar cuatro veces más satoshis (la fracción de bitcoin) de los que se adquirían en noviembre de 2021. Claro está, siempre hay riesgo, como en cualquier inversión y más las de especulación.

La suba de la tasa de interés en Estados Unidos hace que los inversores vayan a lo seguro y no al riesgo de las criptomonedas.

Bitcoin termina el 2022 caminando en la franja de los U$S 17.000, después de haber visitado en los últimos dos meses el abismo de los U$S 15.500 en seis ocasiones. Este comportamiento hace temer que pueda caer más, pero los especialistas de datos blockchain dicen que está haciendo un piso y que la venta está algo agotada.

Ver: Una inteligencia artificial definió cuál es la mejor criptomoneda

Lo que ocurre, es que en el medio están los grandes acontecimientos del año, fuertes factores distorsivos que aún no se han apagado. Nadie imaginaba el estallido de una guerra que pondría en juego el orden mundial y despertaría la amenaza nuclear. Sucedió en febrero, ante la incredulidad internacional y el conflicto de Ucrania no tiene miras de terminar, ni de precipitar un vencedor.

El aumento periódico de la tasa de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos es otro de esos acontecimientos ya inesperados. Porque se sabía que iba a llegar al 3% pero no al 4,25% como está hoy y que, a esta altura del año, su mandamás, Jerome Powell, confirmaría más aumentos a futuro hasta que la inflación afloje.

La guerra, el aumento de las tasas, el incremento de la inflación a nivel mundial, el rebrote del Covid en China, la amenaza nuclear, y la suba del precio de la energía hizo que el criptoinvierno que empezó a asomar a principios de año se convirtiera en un ciclo polar.

Semejante situación no tardó en traer al mercado el criptoinfierno, fulminando a los que estaban flojos de papeles o en posiciones muy endebles. Esto se materializó en un criptocrash, allá por mayo, cuando las monedas digitales Terra y LUNA perdieron el 99,9% de su valor en 72 horas, en medio de una corrida de pánico, dejando un tendal de damnificados.

Fue solo el principio, porque no solo hubo millones de personas que quedaron atrapadas con estas criptomonedas encima, sin tiempo a reaccionar, sino también hubo empresas dedicadas al negocio financiero, que quedaron comprometidas.

Aguantaron un mes más como pudieron y comenzaron a venirse abajo por haberse quedado con grandes cantidades de TERRA y LUNA en su poder, cuyo valor nunca más se recuperó.

Entre las principales, estaban 3AC (Three Arrows Capital) y Celsius, la más importante plataforma financiera cripto en los Estados Unidos, con dos millones de clientes. La caída de ambas y otras firmas de menor calado dejaría heridos para la próxima ronda.

Esa vuelta fatal llegó hace poco tiempo, en noviembre, cuando un medio periodístico del criptomundo reveló las maniobras de FTX y Alameda Research, para salir de la comprometida exposición en que las había dejado 3AC, y que habían resuelto emitiendo su propia criptomoneda FTT como si fueran pesos argentinos, usándola como garantía de las obligaciones a futuro. Esto motivó la caída estrepitosa de FTX en cinco días y ha sido el último derrumbe. Nadie se anima a señalar si habrá más.

No hay que confundir los vaivenes y la tierra arrasada que dejan los mercados de criptomonedas con la tecnología de criptomonedas. Los mercados son eso, compra y venta, en este caso de activos con valor. Especulan con el precio de la carne, de la soja, de las acciones, y también de las criptomonedas.

En todo caso, el desafío principal de la tecnología de criptomonedas es la confiabilidad del invento. Bitcoin es un programa informático para emitir una moneda digital con determinados y rigurosos parámetros que controla automáticamente su emisión y control.

Este programa funciona sin parar hace más de una década, sin que hasta ahora haya sido hackeado, adulterado ni haya sido posible emitir falsos bitcoin ni más de los que el programa tiene previsto, ni tampoco haber usado el mismo bitcoin en dos operaciones distintas a la vez, lo que sería una maniobra de fraude.

Opera sólo, a través de una red blockchain de particulares en todo el mundo, personas comunes y corrientes, trabajadores, profesionales o millonarios y empresas que han montado granjas de minado para tomar sus beneficios. Pero no tiene un dueño, no hay una corporación que sea propietaria del programa, no es de Microsoft, ni de Apple, ni de Elon Musk, ni de nadie, tampoco de un país, no depende de un servidor central sino de la red de personas que lo hacen funcionar.

Esta es la fortaleza de la tecnología de criptomonedas y concretamente de la tecnología blockchain que le abre un futuro prometedor que como dicen los ingenieros informáticos, "ha llegado para quedarse".