Crónicas del Subsuelo: "Pasáte a dólar y decime qué se siente"

Crónicas del Subsuelo: "Pasáte a dólar y decime qué se siente"

Por:Marcelo Padilla

Excepto en el kiosco, donde se puede charlar de todo con el viejo Pepe y su clientela, en los negocios de la zona se hacen los distraídos como si acá no pasara nada. Se les nota la desazón y las caras de culo pero no dicen nada, a menos que les saques el tema. Igual no dicen nada, a lo sumo: “son todos iguales, yo tengo que laburar todos los días, a mí no me regala nadie nada”. Lo expresan con el filo de la bronca contenida y siguen con sus tareas cotidianas, achicados en los rincones recontra cagados de frío. Las familias gitanas, los viejos y las viejas solas, los cascarrabias de pelo engrasado, el electricista que también arregla calefones e inodoros y maneja un remís trucho por la noche, “les señores” (así, que odian todavía a la yegua) Nada. Silencio absoluto. Como si tuvieran vergüenza de haber votado a estos tipos, vergüenza camuflada producto del no reconocimiento, la no aceptación. Eso, es un cáncer. El barrio helado las 24 hs, los niños y las niñas encerrados en sus casas ya desvencijadas, rotas, trizadas, quebradas, con pérdidas, atadas con alambre. Sin embargo lo que reina es la dignidad de una soberbia de clase que se diluye día a día.

La policía de ronda, las calles limpias que no alegran a nadie. Ni clima de mundial. Ni figuritas para el álbum. La mishiadura disfrazada de clase media con aspiraciones ascendentes que aguanta hasta no se sabe cuándo. Clase media empujada, retrocediendo casilleros en plena inmovilidad social, o mejor… en movilidad social descendente. Ni tristeza ni alegría ni nada. Zombis. Al menos en el kiosco se puede escuchar algo, picardías de viejos y viejas, prácticas de barrio para buscar la salvación en la quiniela. “Hoy me gané 700 mangos con el 66”, comenta uno de los viejos que anda por la zona, gorra de lana y bufanda con la jeta asomada y apretando un pucho. “Lotería, la vida es una lotería”, le responde Pepe adentro del kiosco que por estas horas parece una pecera con Pepe atroden, vos lo miras, te abre la ventana y atiende mientras vende un sachet de leche. Saben que les está yendo para el reverendo culo, como a la mayoría. En algunos pasillos donde viven tres o cuatro familias una estufa vale para todos. Acá no se festeja ni un gol de Messi. Colonizado el sentido común la respuesta está en la farmacia. Remedios para pasar el invierno anticipado sin protestar ni chistar. Ambulancias por las noches para atender a los dolientes. Serenata negra de lunes a lunes.

La televisión es un mueble que vomita. Alertas, urgencias, últimos momentos, música de electrocardiogramas. El dólar enloquece y contagia, transformado en termómetro de un clima áspero que replica en la suba de todo, menos en la de los salarios. Estamos ahí de que desaparezca la televisión. Estamos ahí, dentro de la televisión para extinguirnos también, en una serie triple XXX llamada “Macrismo Explícito”. Dólar, series clonanetflix, películas de mierda. Canal pro-vida salvemos las dos vidas. Boludeos, zarpazos últimos, ¿Mendoza abortista? No. Hay defensores de la vida con poncho y frazada inmobiliaria R&V con fueros. Frazadazos con corneta. La resurrección del clown. Decí que tenemos a Miranda (je). Una buena, la media sanción para despenalizar el aborto. No es tan complicado, la ley no obliga pero la clandestinidad mata. Las mujeres en la Plaza Independencia en el aquelarre más potente de la Mendoza Profana siglo veintiuno. ¿Cómo que no había brujas? Que sea ley. Jastag. Retuit. “Ramón, somos del interior pero no por eso somos boludes”. Los “defensores de la vida” piden ley para matar a los violadores y asesinos, parangonando. Insólito. ¿Al que mata dios lo ayuda? Piensan con un cerebro gestante de 9 semanas y media. Ramón solo quiere la plata del PI a plazo fijo para la campaña, la idea: comprar frazadas protectoras anticonceptivas. ¿El cobismo que viene?