Tarot, un curro pseudocientífico que pretende adivinar el futuro

Tarot, un curro pseudocientífico que pretende adivinar el futuro

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

La gente persiste, insiste en creer en tópicos que no tienen fundamente científico. Adivinos, clarividentes, manosantas, tarotistas y muchos otros “dotados” han demostrado una y otra vez que son un fiasco.

Por caso, aquel que adivina el futuro… ¿no podría tranquilamente anticipar los números que mañana saldrán en la Quiniela y ganar un cuantioso fondo dinerario?

Desde que tengo memoria, investigo sobre temas paranormales, incluso llevo adelante mi desafío por 10 mil dólares para todo aquel que pueda demostrar que tiene poderes “sobrehumanos”.

Sin embargo, hasta ahora nadie ha logrado superar el reto. Ergo, el cheque por los 10 mil verdes sigue a buen resguardo en mi billetera.

Lo antedicho viene a cuento de un panfleto que me entregaron hace unos días por las calles de Mendoza, que refiere a una mujer llamada Marlene que hace “adivinación” a través del tarot.

Me recordó que nunca jamás logré que un tarotistas se atreviera a un debate serio conmigo. Menos aún al desafío arriba mencionado.

He logrado discutir con rabdomantes, dobladores de cucharas, curanderos, espiritistas, etc… pero jamás con alguien que curra con el tarot. Es sintomático, por cierto.

Primero, hay que entender de qué se trata esta pseudociencia: es un sistema simbólico que se compone de 78 cartas y se dividen en 22 arcanos mayores y 56 arcanos menores.

Esto es una cadena sin interrupción de transmisión de cierta pretendida sabiduría ancestral de maestro a discípulo, oralmente expresada y luego escrita.

El tarot es solo otra pseudociencia

La base del tarot, fue elaborada en ciertas escuelas iniciáticas (se dice) como un método para transmitir cierto conocimiento acerca de cierta supuesta relación del hombre con su dios, y con el cosmos.

Puesto que, según esta creencia, y sólo creencia, que interpreta ciertas supuestas leyes que rigen esa relación, el tarot ha sido utilizado durante centurias con la finalidad de conocer nada más, ni nada menos que el pasado, todo el presente y el futuro... (hasta... no se qué mayor extensión).

Dicen “los que saben” (que dicho sea de paso, para mí no saben un bledo) que los 22 Arcanos Mayores representan ciertos principios universales, ciertos estados de evolución y ciertas situaciones propias de la existencia del hombre durante su evolución biológica. Esto, afirman, que involucra los valores más elevados del ser humano al mismo tiempo que los más tenebrosos de la personalidad. Estos soñadores crearon a ciertos “personajes” de ficción y otras cosas, como “la emperatriz”, “la muerte”, “la torre”, “el diablo”, “la Luna”, el “Sol”, y otras locuras.

Ningún "dotado" logró ganar los 10 mil dólares que ofrezco

Los 56 arcanos menores (dicen estos inventores de fantasías) se relacionan con los acontecimientos diarios, “ciertos” aspectos puntuales de la existencia (?). Se trata, nada más ni nada menos que de ¡las cartas! (bastos, oros, espadas y copas). Puras invenciones de la mente humana.

Estos inventores de la nada como presunta realidad, nos hablan también de lo “arcano” que significa secreto, algo recóndito, y cada carta representa en el Tarot cierta “verdad” secreta que se halla en los símbolos.

Pero en realidad, el Tarot es una más de las supersticiones como la cartomancia arte supersticioso que pretende adivinar el futuro por medio se simples naipes, cuando ni siquiera los más duchos físicos nucleares del mundo pueden predecir el comportamiento de una sola partícula subnuclear, de esas que aparecen cual “fantasmas” durante las experiencias con los gigantescos aceleradores de partículas como el Cosmotrón, el Betatrón, el Large Electron Positron (LEP), y otros productos de la tecnología con el fin de descifrar la intimidad de la materia-energía.

Ante el actual conocimiento científico de última generación, toda la charlatanería como el Tarot, la Astrología, la Criptozoología, la Quiromancia, la Nigromancia, el “mal de ojo”, “la bofetada del muerto” y otras sandeces por el estilo, quedan expuestas al más evidente ridículo.