Cersósimo, el Rainbow y los aprietes al periodismo

Un estafador, un colegio mendocino y el violento oficio de escribir

Cersósimo, el Rainbow y los aprietes al periodismo

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

“Yo voy a hacer lo que tenga que hacer para vos no saqués esa nota”, me dijo Jorge Ricardo Cersósimo cuando supo que estaba a punto de publicar una nota que lo involucraba en una serie de estafas cometidas contra padres del colegio Rainbow de Godoy Cruz.

Mi principal fuente de información eran los propios damnificados y sus familias, lesionados en varios millones de pesos, siempre según sus propias declaraciones.

La trama es sorprendente, involucra dinero en efectivo... y cheques, en el marco de una suerte de “cuento chino”. Lo refiero en detalle en este artículo periodístico.

“Yo voy a hacer lo que tenga que hacer para vos no saqués esa nota”, insistió Cersósimo. Cuando escuché esa frase supe de inmediato que la cosa se pondría complicada.

No obstante, procedí como corresponde: avancé con la seguridad que me dio el hecho de haber chequeado todos y cada uno de los datos que llegaron a mi conocimiento. Lo que tenía confirmado por tres o más fuentes, fue publicado; lo demás fue descartado. Periodismo de manual.

Ver además: El contador de Fariña que estafó a padres de un colegio mendocino

Como corresponde, le di a Cersósimo la posibilidad de dar su versión de los hechos. No le impuse limitaciones ni mucho menos: puse en mi nota todas y cada una de las palabras que me transmitió.

No obstante, avanzó con furia: “Yo no puedo permitir que exista esa nota, todo es parte de la envidia que me tienen en el rubro de los vinos”, me dijo.

Mi respuesta fue escueta y seca: “No hay ninguna conspiración contra usted, no puede haber tanta gente que se ponga de acuerdo para inventar una historia semejante”. Acto seguido, decidí cortar la comunicación y apagar mi teléfono.

Pronto llegarían las “advertencias” de su abogado: “Mi cliente se dirige a denunciar a ambos en unidad fiscal y en delitos informáticos”. Hablaba de mí y de Mendoza Post, este diario.

Otra vez llegó mi respuesta, también breve: “No tengo problema, señor abogado. Solo sepa que le di derecho a réplica a su cliente. Nos vemos en Tribunales”. Para más claridad, solo había que echar agua.

En algún punto, el letrado no logró entender el mensaje, ya que horas más tarde cayó a la redacción del diario a exigir que se “modificara” mi nota. Por suerte, yo ya no estaba.

A su aparición, se sumó la llegada de más abogados: esta vez el representante del colegio Rainbow, molesto porque, según él, mi nota hacía parecer que la escuela era parte de la estafa revelada.

“¿En qué parte de mi nota yo sugiero tal cosa?”, le pregunté al letrado. “Bueno, la cuestión es que vos no podés mencionar al colegio, es una marca registrada”, insistió.

Otra vez yo: “¿Y qué ley estaría violando por mencionar al colegio?”. El abogado amenazó con juicios imposibles y otras cuestiones, pero jamás puntualizó qué norma estaba violando en mi nota. “Está claro que no vas a ceder”, me dijo… y se fue silbando bajito.

En el medio, millones de llamados, mensajes de Whatsapp, mails a la redacción de Mendoza Post. Todos buscando presionar para que la nota se borrara de la web. Increíble, pero real. Un día insoportable.

Estas líneas están dedicadas a todos ellos justamente, los que han estado rompiendo las pelotas durante todo el día. Les pido que no me llamen más. Que no vayan más a la redacción. Que no me envíen más correos electrónicos ni Whatsapp. No pienso atenderlos de ninguna manera.

Este es Cersósimo, a quien no se le conocen fotos

Si algo los ha ofendido, vayan a la justicia, es el lugar donde deben dirigirse si se sintieron lesionados u ofendidos por algo de lo que escribí. Allí presentaré los elementos que tengo en mi poder para demostrar lo que he publicado.

Entretanto, déjenme trabajar tranquilo. Si están esperando que les diga algo concreto, tomen nota: “Mi artículo periodístico no será eliminado ni mucho menos”. He dicho.