La isla de la fantasía sostenida por los extras

La isla de la fantasía sostenida por los extras

Por:Marcelo Padilla

“Ahora laburo hasta los domingos”, me dice una amiga feriante que desde hace años vive de sus productos envasados hechos con hongos que nacen alrededor de los pinos en la montaña. Los vende en ferias al aire libre y así sostiene la economía de su casa. Es inaudito: el blindaje de los medios de comunicación en casi todo el país dice que la economía levantó. Que todo está mejor… en fin, es “la isla de la fantasía” sostenida por los extras, porque toda dominación en términos clásicos implica una cierta posición activa del dominado para que la dominación se transforme en hegemonía cultural. Eso sucede por estos días en la Argentina casi fuera del mundial; pero por abajo, si bien las mediciones de los de arriba dicen que hay “aprobación”, a la gente común, esa mayoría silenciosa que no pone agenda en las calles ni en las militancias políticas porque vive y sobrevive con la preocupación inmediata, a esa… le va mal. No solo en economía sino en la vida.

Lo único que me conecta con la naturaleza son las siete de la tarde. Una atmósfera horaria como un claustro medieval, de penumbra. Vengo del kiosco de la vuelta de mi casa. Primero me topo con el jazmín sin flor, en su perfume está algo que nace, parece. La población con la cara caída. Con sufrimiento apretado. Tal vez muchos sin saber por qué o culpando a alguien, de su entorno familiar descocido, solitario, por momentos demasiado vacío. Eso vi en las caras y crucé la calle. La atmósfera horaria. El sol le da de frente casi, son horas nuevas que le permiten ahorrar un poco en luz, en la atmósfera horaria. 4 lucas de luz le llegaron al viejo del kiosco. Un sitio diminuto, con dos heladeras. Y la esquina, la de la verdulería donde charlamos con mi compadre “el capo” mientras “el negro” y “el mudo” atienden, hace una semana tiene una faja que dice CLAUSURADO: MUNICIPALIDAD DE GUAYMALLÉN. El barrio se pone triste, y viejo, oscuro.  

La semana pasada fui al Cine de la Universidad a ver Alanis. La película de Anahí Berneri fue premiada en el Festival de San Sebastián. Por primera vez en la historia una directora mujer es premiada en ese festival. El papel central es de Sofía Gala, y su hijo que toma la teta, en la vida y en la película. Un tramo de la vida de una piba prostituta en la zona de San Pedrito, Flores, ahí por Avellaneda y Nazca, donde los inmigrantes están arrinconados buscándose la vida junto a miles de bonaerenses y porteños, también de las provincias, migrantes de submundo. La prostitución, la trata, y la posibilidad de la crianza en ese contexto. Una película que no te nockea pero que mete discusión, suave, sin golpes bajos pero mete la dimensión que le moja la oreja al abolicionismo. Ta buena. Ese día zondeaba. Era miércoles o martes, no sé, ya ni me acuerdo, lo que sé es que fue a las 20.30 hs. La ciudad desierta como una ciudad desierta, como ésta. Tibia, desinterpelable. Ombliguista.

Hay una piba de 26 años que se llama Fabiana Saavedra, vive en La Villa del Parque, en “el Jaramillo”, pegado al Campo Pappa. La piba estudia abogacía en la Uncuyo y labura de pizzera. Yo le llamo “la piba del subsuelo peronista” porque milita el barrio y el territorio en Godoy Cruz dando una mano a los vecinos y proponiendo soluciones. Sí, se hace tiempo y es militante, además candidata a concejala en segundo término en el departamento del gobernador por el Frente Somos Mendoza. Viene de abajo, y va a discutirla el 22 en una superficie próxima, un Concejo Deliberante de un municipio, se supone bien cercano a la gente y sus problemas. Es la renovación del peronismo en Mendoza que asoma, como muchísimos jóvenes que integran las listas del baqueteado peronismo mendocino. Por eso yo le digo “la piba del subsuelo peronista”. Son los mismos pibes y pibas, aquellos que se subieron y tomaron los bondis.