Perder el hogar por una falsa denuncia por violencia de género

Antonio Caserta fue denunciado falsamente por su ex esposa quien le quitó su casa hace cinco años.

Perder el hogar por una falsa denuncia por violencia de género

Por:Miguel García
Redacción Post

Imaginá llegar una tarde cualquiera a tu casa, cansado luego de un día de trabajo, pensando en sentarte un rato tranquilo. Sin embargo, antes de que entrés a tu hogar, escuchás un montón de sirenas. Oficiales de policía convergen repentinamente hacia vos desde las cuatro esquinas de la calle. Te dicen que tenés diez minutos para sacar algo de ropa y tus documentos de tu casa, y que te llevan al calabozo. No tenés idea de por qué te están deteniendo. Imaginá la sensación de impotencia, de injusticia.

Esto es lo que le ocurrió hace ya casi cinco años a Antonio Domingo Caserta (65) un hombre de Las Heras, que trabaja en el Mercado Cooperativo Feria Zonal, debido a una falsa denuncia de violencia de género colocada por su ahora ex esposa.

Todo comenzó en octubre de 2012, cuando L.A. (58), le dijo a su esposo que ya no quería seguir viviendo con él. Según contó Antonio al Post, las palabras textuales de la mujer fueron “acá uno de los dos tiene que quedar, yo no quiero estar más con vos, te tenés que ir”.

Antonio fue desalojado en diciembre de 2012. 

“Y ese lugar, donde estábamos, era mi casa”, explicó Antonio. “Le dije, ´mira, yo no me voy a ir porque esta es mi casa´. ´Bueno, me voy yo´, me dijo. Y se fue. Le dije que se llevara todo lo que quisiera, cuestión de no tener más problemas. Se llevó casi todo, pero bueno, lo importante era que se fuera, porque ya era imposible seguir viviendo”.

Cuatro meses después, a principios de diciembre, su esposa le puso una denuncia por violencia de género, en la que aseguraba que la había maltratado y golpeado en su hogar. Pero hacía meses que ella ya no vivía allí. “Viene la policía de Investigaciones a buscarme a mi casa. Yo no estaba, estaba trabajando. Mi hijo me llama y me avisa que me está buscando la policía, que no sabía por qué”, contó Antonio.

Antonio fue por sus propios medios a la Comisaría 16 de Las Heras a averiguar por que había ido la policía a su casa, pero no le supieron decir. Lo derivaron a la fiscalía, pero tampoco le dieron información. Luego fue al Juzgado de Familia de Las Heras, pero el resultado fue el mismo. Finalmente, decidió seguir con sus asuntos. 

"Al otro día, seguí trabajando normalmente”, comenta Antonio. “Llego a mi casa el sábado, y de repente se me vinieron no sé cuántos policías de la 16, con autos tapando las cuatro calles, para que no me escapara para ningún lado, siendo que yo me había presentado el día anterior para ver qué es lo que pasaba, porque no había hecho nada”.

Antonio vive ahora en la casa de su madre, en Las Heras. 

Según explicó Antonio, el oficial a cargo le preguntó donde vivía, y cuando le explicó que su casa estaba al fondo del terreno, lo llevaron rápidamente a su hogar. 

“Llegamos a mi casa y me dice ´mire, tiene que sacarse dos pantalones, dos remeras, el documento y si toma algún remedio. Vamos vamos´, relata Antonio. Agarré todo, y me dice ´vamos a ir esposados al calabozo´. Entonces le pregunté qué es lo que había hecho, y me dice que mi mujer me había denunciado que le había pegado en la casa. Y yo le pregunté que como era posible que le hubiera pegado, si no estaba en la casa. Y me dice ´ella ha declarado esto y nosotros tenemos orden de llevarlo´.

Según explica Antonio, fue “salvado” de ir al calabozo porque otro policía le dijo al que estaba a cargo “déjalo a este tipo, si no tiene antecedentes ni nada.” “Me dicen entonces mire, usted va a estar aislado a 100 metros, no puede acercarse. Le dije que está la casa de mi madre desocupada al frente del terreno, y tiene 100 metros de distancia. Lo midieron y me dijeron que podía quedarme". 

Al final del terreno, la casa donde vivía Antonio y en la que ahora reside su ex esposa.

Y desde ese día, Antonio vive en la que alguna vez fue la casa de su madre. Pero nunca bajó los brazos ni dejó de pelear para que le devolvieran su hogar. Puso abogados, y realizó el divorcio. “Hoy después de 4 años y medio se tiene que terminar este juicio, me dijo el juez (Dr. Alberto Juri). Estoy divorciado legalmente desde el 21 de septiembre del año pasado. Ella dijo frente al juez, al lado mío, que levantaría la denuncia por violencia de género. Por qué es mentira que le pegué. Nunca pudo poner día ni hora de cuando supuestamente le pegué. Admitió que la casa es mía, pero se excusa con que atiende a nuestro hijo discapacitado, de 36 años. Dice que sino no tiene adonde irse”.

Según explicó Antonio, su ahora ex esposa padece de esquizofrenia, a pesar de lo cual, se le otorgó la tenencia de su hijo.

En Mendoza, la unidad de violencia de género recibe más de 20 denuncias por día, mientras que más de 300 personas están alojadas en la cárcel de Boulogne Sur Mer, denunciados por violencia de género, en causas que no se definen y tardan años en resolverse. Antonio tuvo “suerte”, como el mismo lo dice, de no ir a la cárcel. Pero su caso es solo uno de tantos, otro triste testimonio de la lentitud de la justicia mendocina.