Guerra de especulación y desesperados por la crisis del vino

La operatoria oficial de rescate no redujo el stock de vino excedente ni mejoró los precios. Explicamos por qué. Especulaciones, y otra protesta a la vista, a pesar de las medidas del gobierno provincial que el sector consideró insuficientes. El miedo a los "desesperados"

Guerra de especulación y desesperados por la crisis del vino

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

Una sorda guerra de nervios, de especulación, y de desesperados dispuestos a cualquier cosa se está produciendo en el mundo de la vitivinicultura. 

El vino excedente que disparó la mayor protesta viñatera en años -con organización y movilización de los productores y pequeñas bodegas y financiamiento de Fecovita- sigue ahí repartido en las vasijas de los mayores concentradores, mientras estamos a semanas del nuevo vino que va a producir más exceso aún cuando lo liberen en junio. Los precios, que ya son malos, se van a caer como un piano. No hay solución óptima, coinciden los protagonistas consultados en riguroso off the record. En el medio, hay especulación dura, y la situación agónica de cientos y cientos de productores mendocinos de los menos favorecidos, que –hay que decirlo- producen uva de baja calidad para vinos a granel, también de mala calidad. Pero que representan en volumen casi el 50 % del negocio.

Hoy, los productores no tienen a quién venderle la uva. Muchos que produjeron varietales de calidad media terminaron vendiendo a granel. Los que aceptan la uva les piden a los productores que les paguen en efectivo la elaboración. 

El vino hoy no es moneda de cambio en Mendoza

Los trasladistas y las bodegas no aceptan uva para elaborar vino a cambio de la promesa de una venta posterior, porque nadie está comprando, y mucho menos a los 2,50 pesos por litro que todos esperaban obtener.

Protesta de ayer en San Juan. (Foto: Diario de Cuyo)

La tormenta perfecta se produjo de la mano del tipo de cambio atrasado, con un precio del dólar que es una fantasía que sólo puede caber en funcionarios absolutamente ignorantes de cómo subieron los costos de producción de casi cualquier cosa en la Argentina. 

Para que quede claro y zanjado, la principal responsabilidad en la crisis es de la política económica nacional. 

Pero no son los únicos a quien hay que señalar: el vino a granel es un negocio poco transparente, donde un elemento mensurable, contable, como la uva y el vino; después no cierran por ningún lado. Tanto, que ni siquiera las entidades que han movilizado las protestas pueden decir cuánto vino excedente hay. Y mucho menos, quién lo tiene. “Acá hemos tenido reuniones técnicas que son una vergüenza… no podemos decir ni cuánto vino hay… hay uvas que después se transforma en un vino distinto en calidad y cantidad… pasa de todo” dijo uno de los participantes de esas reuniones. El colmo de los papelones fue ir a decirle a la presidenta que el excedente era de unos 200 millones de litros de vino y que se podía exportar. En el gobierno provincial señalan a Guillermo Carmona y a Anabel Fernández Sagasti por haber trasladado esa certidumbre errónea. “Se cortaron solos y se lo fueron a decir a Aníbal Fernández” dijo una fuente oficial. 

El vino excedente no tiene calidad de exportación. No lo quieren ni los rusos ni los chinos.

Porque además no puede competir por precio ni siquiera con los chilenos. ¿Cuánto hay? Se dice que la sobra va de 400 a 1.000 millones de litros. Una auténtica bestialidad.

Ahora bien, si el gobierno provincial dispone de 500 millones de pesos para el rescate de ese excedente a 2 pesos por litro de vino… ¿Por qué el precio no mejora? ¿Por qué no baja el stock? Simple, es una ley económica: los que tienen el vino no lo compran, y a su vez han cortado hacia abajo la cadena de pagos. No están comprando ni vendiendo. Están esperando. Mucho más difícil es saber quiénes son, mientras los focos de protesta estallan. Ayer le quemaron un féretro en la Casa de Gobierno a José Luis Gioja. Y hoy habrá un corte en la Ruta 7 a la altura de San Martín desde las 8:30 de la mañana. Nadie puede asegurar que esos productores se queden allí. “Muchos están desesperados. Nunca vi algo así, y tenemos miedo de que pase cualquier cosa…” dice alarmado un antiguo actor del negocio del vino.

¿Por qué nadie quiere vender el vino? ¿Quién lo tiene?

“Los productores ya no tienen vino y los trasladistas tampoco. La semana pasada hicimos una reunión de los que tenían vino y vinieron diez” dice otra fuente enrolada en las protestas viñateras. Al canje del vino a dos pesos propuesto por el gobierno se presentaron unos 500 productores, que “vendieron” al Estado mendocino unos 40 millones de litros de vino blanco escurrido. En proporción a la magnitud del problema, es poco.

“Es un problema de concentración. Acá, los que tienen el vino excedente son Fecovita, Peñaflor, RPB (Baggio), Catena y el gobierno” dice una fuente del sector. En el gobierno no lo confirman pero aseguran que al 31 de diciembre, Fecovita tenía el 18 % del vino nacional. Pero a otros actores del negocio, Eduardo Sancho ha dicho que no tienen el excedente. “No es así, Eduardo sí tiene…” coinciden otros.

Y si lo tiene, si los cuatro grandes tienen el vino… ¿Por qué no venden? “Por precio. Están esperando que vendan primero los más desesperados para ver si mejora. Ellos compraron para vender a 2,50 por lo menos… van a esperar” dice un funcionario que sigue de cerca el problema. Pero mientras tanto, lo que ocurre es que los productores de uva no están cobrando o no tienen a quién vender porque nadie compra.

En Fecovita se defienden de las miradas acusadoras, que han dividido a los que protestan. “Está todo muy mal. No sacaron los excedentes. El gobierno está actuando como si faltasen 10 meses para la cosecha que es ya… Es muy grande el problema… cada vez peor. La palabra que mejor define todo es ‘desesperación’. Así de grave es…” dijo un representante. “Han acelerado la crisis que se veía venir” insistió. Otro viñatero habló del “desborde” de los productores.

Y en el gobierno confirman la peor noticia de todas. “El precio del vino no va a subir”, dicen, mientras algunos se desgañitan pidiendo controlar la cadena de precios de la industria. “Es verdad lo que afirman… el vino en ‘tetra’ ha venido aumentando en la góndola pero no le pagan más a los productores. Al contrario, el precio ha bajado y les estiraron incluso los plazos de pago…” cuenta un observador.

Estamos a las puertas de la elaboración del nuevo vino, que muchos mezclarán con el excedente (“un vinagre espantoso” definió el enólogo de una de las bodegas importantes) para mejorarlo, mientras los productores no tienen plata para levantar la cosecha, y si la tuvieran, no hay quién les compre para elaborar porque están stockeados hasta las nubes de un vino que no pueden vender.

La situación es muy tensa. Las protestas viñateras están creciendo en la dureza del reclamo y parece que las amabilidades y la tolerancia se han acabado, por lo que pudimos ver ayer en San Juan, donde productores les arrojaron uvas a los policías y hubo corridas y manotazos. Y no hay una solución que conforme a todos en una crisis de la que no se podrá salir sin un severo ajuste de la industria. Habría que ver quién lo paga: bodegas que cierren, viñas que serán erradicadas, gente que se quede sin trabajo.

No obstante, el gobierno provincial hizo un esfuerzo. El lunes último Pérez anunció dos decretos con trece medidas, que fueron consideradas insuficientes por 22 asociaciones que incluyen a Fecovita y UVA, aliados hasta hace poco al oficialismo.

 Pérez -en la foto de arriba junto a Guillermo García (INV), Marcelo Costa, Olfi Lafalla y José Luis Alvarez (Irrigación)- dispuso el lunes aportes no reembolsables de $4 mil por hectárea para que cosechen la uva a los productores más pobres de toda pobreza y que no son sujetos de crédito, $150 millones para créditos en cosecha y acarreo, otro préstamo especial de cosecha y acarreo, a través del Fondo Para la Transformación y Crecimiento para uvas finas y varietales. Anunció una línea especial de crédito con el Banco Nación a tasa subsidiada para bodegas que compren vino blanco y tinto -$100 millones- pero la operación debe ser al contado, y llevó a un 35% de destino de la cosecha para mosto (en el gobierno sanjuanino estaban furiosos con el anuncio). Prometió continuar con el apoyo a la sanción de la ley de uso de jugos naturales, y varios asuntos más. Pero estas medidas fueron rechazadas, básicamente, porque a juicio de las entidades del vino, son tardías e insuficientes

Pérez también comprometió misiones al exterior para vender el vino. Antes debería hablar con Axel Kicillof y reclamarle un tipo de cambio real, posible, rentable para las economías regionales. De lo contrario, irán a perder el tiempo o a hacer turismo.

Cuando anunció las medidas el lunes, Pérez habló de “rescatar la COVIAR” como mesa negociadora. Puede que tenga razón, pero en esa entidad se miran el ombligo. Hace un tiempo le contestaron una carta al diputado nacional Roberto Pradines con un extenso informe pleno de aciertos y cifras en dólares que de haber sido útiles, o si se hubiesen cumplido, hoy no habría productores con féretros por las calles.

Parte de nuestra vitivinicultura más “folclórica” está mal acostumbrada, además, a vivir con ayudas y subsidios. Francia y España pasaron también por problemas de rentabilidad. La última vez que tuvieron tres años con precios inferiores a costos de producción, las propias entidades españolas propusieron mejorar la cadena de precios internos del negocio, detectar quién se estaba llevando el valor agregado, fijar contratos y plazos de pago por ley, no plantar ni cosechar más que lo que se va a vender, transparencia, erradicar viñas y regular la producción, y bajar la superficie plantada de uvas blancas de baja calidad. En ningún lugar del documento, los productores españoles piden que el gobierno les compre el vino y la uva. Igual que aquí.

La receta de un veneno potente y mortal se produjo, con ingredientes conocidos: tipo de cambio atrasado (es el principal problema), falta de transparencia en el negocio, pronósticos de cosecha errados,  achicamiento del mercado internacional, porcentaje de mosto insuficiente, y mala calidad de grandes extensiones de uva para hacer vino blanco a granel, de productores y bodegueros que no se han reconvertido y que representan una gran mayoría sobre el total. ¿Por qué siguen así? Porque son la materia clientelar de muchos dirigentes que han vivido del subsidio eterno y el crédito blando, y del “Pagadios” y porque han hecho de la supervivencia un arte desde hace decenas de años, sólo que ahora el negocio ya no aguanta. Las cifras de exportación de vinos con varietal sin identificar se han caído como un piano, casi un 80 % de año a año, según el propio INV:

Hay más: gobiernos que no aciertan a resolver los problemas a tiempo y que son ineficientes en la implementación de medidas correctivas cuando tratan de intervenir en un mercado gigantesco y opaco, donde no abunda la sinceridad.

Especulación por precio, o por recibir mayores beneficios a cambio de la presión social.

Y la hipocresía: durante años, escuchamos engolados discursos vendimiales pronunciados con fruición delante de los funcionarios de Cristina, cuando la mecha estuvo encendida al menos desde 2010.

Hay de todo… pero todo junto, lo que terminó de configurar la tormenta perfecta.

Un laberinto repleto de pólvora hasta arriba, del que nadie acierta cómo salir.