En primera persona: crónica de una mujer golpeada en Mendoza

Su marido la golpeó durante 23 años hasta perder piezas dentarias, parte de la vista y una herida psicológica que probablemente no curará jamás.

En primera persona: crónica de una mujer golpeada en Mendoza

Por:Ana Paula Negri
Periodista

Estas últimas semanas Laura Videla (38) hizo pública su historia, 23 años de maltrato físico y psicólogico con intentos de femicidio. Su abogada, Carolina Jacky, en diálogo con el Post confesó: "Es el primer caso de mi carrera en el que realmente temo por su vida".

El miércoles, cerca del mediodía, llegó Laura a la redacción del Post con su hija de 15 años y luego de acomodarnos para charlar comenzó su relato: “Lo conocí cuando tenía 15 años. Yo le empecé a gustar. Él tenía tenía amigos en el Instituto San Pablo que quedaba a una cuadra de mi casa. Yo siempre lo veía, él me paraba, me saludaba, me decía que yo le gustaba.”

“La solución es que él caiga preso, porque yo estoy segura de que me va a matar.”

En esa instancia se podría decir que Rodolfo Javier Schneider (44), que en ese momento tenía 21 años, estaba perdidamente enamorado de Laura, pero lo que sigue denota el acoso y la persecusión: “Un día estaba en un bar a la tarde, yo estaba jugando al dominó y él cae. Ahí establecemos una charla, me acompaña a mi domicilio y ahí comienza una amistad. En realidad, la amistad empieza después de que estuvimos charlando en la parada del colectivo. Estaba en mi casa y repentinamente pide hablar con mi mamá para pedirle permiso para ser mi novio. Yo le dije a mi mamá que no, que quería conocerlo, me pareció interesante porque era inteligente, él tenía 21, bastante mayor que yo.”

Laura reconoce que puede darse cuenta luego de someterse a tratamiento psicológico que sufrió violencia y que no es su culpa, “me sentí culpable 22 años”. En ese momento comenzó su relato sobre los episodios de violencia: “Salíamos a tomar algo, a encontrarnos con amigos, y siempre pasaba algo: tirón de pelo, rasguños, pellizcos en las piernas. Cuando llevábamos tres meses de relación, cerca de mi casa, tengo patente el recuerdo porque hay unas vías cerca de ese domicilio, él me arrastró de los pelos porque yo le dije que no quería estar más con él. Llevábamos tres meses de una relación que no le habíamos puesto nombre. Él decía que era mi novio pero yo quería conocerlo porque yo quería terminar de estudiar, tenía muchos sueños. Luego de que me arrastrara una cuadra yo le dije que se quedara tranquilo que no lo iba a dejar, que se quedara en paz, y no lo dejé”.

Rodolfo Javier Schneider, ex marido de Laura, denunciado por ella por "golpeador" y "violador"


Schneider creyó que podía decidir sobre la vida de Laura: “Habrá pasado un mes más y me propone matrimonio. Yo le dije que no y ese día golpeó su cabeza contra el muro de mi casa hasta empezar a sangrar diciéndome que se iba a matar si me perdía. Yo le decía que no me iba a perder, solamente quería estudiar. Cada cosa que pasaba él decía es tu culpa porque yo me enamoré de vos, entonces yo sentía que era responsable si algo le pasaba. Accedí, me casé, tenía 15 años nada más. Al año siguiente tuve un hijo, a los dos años otro hijo y así. Él no me dejaba cuidarme. Quería que tuviéramos seis hijos. Finalmente no tuve seis porque en el último (embarazo) corría riesgo de vida asique el doctor me dijo que no más hijos.”

La violencia ejercida sobre Laura tuvo consecuencias irrecuperables: “Intenté dejarlo muchas veces por los golpes, él me golpeaba mucho, me faltan mis piezas dentarias como verás, es muy notable, no me dejaba ir a arreglarme los dientes. Finalmente me agarró una infección muy grande en la boca y tuve que ir al médico porque ya se me estaba pasando a la garganta. Le tuve que mentir a los médicos y decirles que yo tenía miedo al dentista y por eso nunca había ido. Me terminaron de sacar los restos, las piezas que me quedaron y actualmente me estoy haciendo un tratamiento. Las agresiones más fuertes son las psicológicas, porque son de las que todavía no puedo recuperarme, porque todavía sigo sintiéndome culpable.”

Luego completó: “El día que me quiso apuñalar, como no pudo apuñalarme, porque me defendieron unos vecinos, alcanzó a darme una piña que me produjo desprendimiento de vítreo y de un implante que yo tenía pero yo ya perdí más de la mitad de mi ojo y con el tiempo voy a quedar ciega totalmente de ese ojo por este golpe. Aparte también me dejó otras secuelas como convulsiones, que esas son de por vida". Laura fue operada ayer de la vista y aunque siente mucho dolor y que nunca va a volver a ver de ese ojo, dice que todo salió bien.

La violencia no solo son golpes o insultos, también puede reflejarse en violaciones: “Hubo una ocasión en la que él me cita en un pub y mientras manteníamos relaciones, él invita a un amigo. De repente aparece una sombra encima de nosotros, yo grito, y él me dice que me quedara callada que era un amigo que íbamos a compartir la relación. Entonces ahí me escapé por una ventana y no lo vi por unos meses. Después cayó, pidió perdón, que era un chiste, como siempre. Yo he sido violada por él y unos compañeros de trabajo de él en una trafic, denuncia que no puse porque yo recibí amenazas para no hacerla. Eran cuatro compañeros que yo los reconozco. Eso lo hice público.”

“Mi familia y amigos no se daban cuenta porque yo lo ocultaba, porque tampoco era delante de los demás.”

Los chicos son víctimas de la violencia machista también: “Cuando él me violó, yo llegué a mi casa sangrando, mis hijas mayores vieron esto, de hecho ellas me limpiaron, me ayudaron. Hoy por hoy no están a favor mío, están a favor de él. Ellas dicen que yo golpeaba al padre, que yo lo engañaba, que yo las golpeaba, han hecho una denuncia donde dicen que yo las prostituía, la verdad yo no entiendo por qué lo han hecho. Según mi abogada están manipuladas. Ellas no vivieron la violencia en los últimos cuatro años que ya eran intentos de asesinato.”

Un hecho muy común es que el golpeador culpe a la víctima de los golpes: “Él siempre decía que no me había hecho nada, ‘yo no le hice nada a Luri, vos estás mal, tomaste’, porque me llama Luri entonces mis hijas me preguntaban ‘¿mamá vos estás segura?’.” Y siempre los hijos son víctimas de esta violencia: “Hasta me ha pegado delante de ellas con el cargador del celular rompiéndome los dientes, piñas en la cara. Lo que pasa es que mi hija Romina es también víctima de violencia, por eso yo pedí que se fueran de casa. Yo le dije a ella o te salvás y te quedás conmigo o te vas con él, estás pasando lo mismo que yo, pero ella decidió irse con él. Mis hijos más chicos no la quieren ver porque ella y Eliana (su otra hija mayor) siempre los golpeó. Son muy parecidas a él.”

Las señales son claras, persistentes, pero a la vez da miedo enfrentarse: “Son 22 años, la violencia es todos los días, cuando él llegaba de trabajar y decía ‘qué feo lo que cocinás’; ‘¿por qué comés así?’; ‘¿qué mirás en la tele?’; ‘¿mirás hombres?’; ‘¿te gustan?’, utilizaba palabras inmundas. Era día a día la violencia, verbal y física.”

"Yo he sido violada por él y unos compañeros de trabajo de él en una Trafic"


Una historia muy cercana instó a Laura a buscar una salida: “Yo me fui, empecé a buscar mi recurso, a ser más inteligente, a tratar de sobrevivir, porque yo ya perdí una hermana (Miriam Videla) por violencia de género, a ella la mató su marido de cinco tiros. Fue en el año 2000 delante de mis cuatro sobrinas, y también la tomaron como una prostituta, una mentirosa.”

La justicia mendocina deja bastante que desear todavía en cuanto al abordaje de estos casos: “En la comisaría 11 ya hice 32 denuncias, entonces no te toman en serio, entonces al último ya dicen ahí viene de nuevo la pesada, me han dicho mitómana, que soy una psicópata, que fabulo, invento, yo no me inventé una vida de 23 años, yo no me inventé que soy ciega de un ojo. En la fiscalía 11 de Luján decidieron inhibirse ante mí, no me atienden más. Cuando yo fui y reclamé al fiscal Andreoni, él me dijo: ‘no te va a hacer nada él, es un hombre bueno, yo ya hablé con él, es una buena persona, estudiada, correcta. Y a la once no podés ir más porque vos tenés inhibición porque vos ya nos cansaste. Nos denunciaste, todo, ¿qué querés? Andate a la 47, a la 15 de Carrodilla’.”

Los exámenes psicológicos son a las víctimas: “Yo tengo doble pericia en el CAI, en la décima y todas las pericias dieron a favor mío. Le hicieron pericias a mis tres hijos menores. A nosotros nos viven haciendo pericias pero a mis dos hijas mayores y a mi ex no le hacen pericias.”

"Yo ya perdí una hermana por violencia de género"


Hoy Laura vive en un refugio con sus tres hijos, cuando tiene que salir lo hace acompañada por un hombre de su familia como una especie de custodia. No puede trabajar actualmente porque solo pudo terminar la primaria. Sus hijos viven con ella y su escolaridad se ha visto gravemente afectada desde su separación hace cuatro años, “porque tienen miedo de ir, porque se ha aparecido a buscarlos, porque a la salida del colegio me ha arrastrado”.

“Yo a mi casa no puedo volver, lamentablemente la mitad del barrio es amiga de él porque él hacía cierre perimetrales. Yo nunca salía afuera, no tenía contacto con la gente, siempre él se dedicó a decir en la calle que yo era una prostituta, que tenía cáncer y me iba a morir por eso estaba conmigo. Inventaba cosas que después me fui enterando, encerrada allá adentro yo no sabía nada. Los amigos de él son los que me rompieron toda mi casa, mi casa está destrozada. Yo ya no estaba, estaba en el refugio. En la casa había dos cuidadores y ellos (Schneider y sus amigos) dejaron claro que me estaban buscando y que yo tenía que abandonar la casa. Él dijo que me iba a matar”, relata esta luchadora desesperada.

El padre de los chicos cobra 30 mil pesos por quincena según comenta Laura, “Junto ropa y voy a las ferias a venderla y así le doy de comer a mis hijos, teniendo un padre que cobra 30 mil pesos por quincena, me pasa solo 3 mil pesos.”

Asesoramiento y denuncias

La línea 144 funciona las 24 horas, los 365 días del año para brindar contención, información y asesoramiento en casos de violencia de género.


(*) Foto de Rodolfo Javier Schneider gentileza Diario Extra