Marcela Gaua y Vendimia: "Es un proceso de autoestima"

Ex Reina Nacional de la Vendimia. Trabajó como psicóloga para el Estado y ahora en el ámbito privado. Su voto está más que cantado.

Marcela Gaua y Vendimia: "Es un proceso de autoestima"

 Marcela Gaua es sinónimo de Tunuyán y eso remite a la Fiesta Nacional de la Vendimia. Nació allí pero es de todos. Es una de las reinas más recordadas. Y su trayectoria ha sabido de su vocación de servicio como legisladora, cuando fue electa diputada de la mano de su mentor político, el actual vicegobernador Carlos Ciurca.

La política parece cruzarse en su vida, inevitablemente. A punto tal que es la mujer del ministro de Transporte, Diego Martínez Palau, quien a su vez ahora será candidato a vicegobernador, en busca de suceder al propio Ciurca.

Marcela y Diego han formado un hogar, del que se sabe poco. Igual, el ministro se toma tiempo para demostrarle su amor, en público e incluso vía Twitter. Aquí ella cuenta parte de esa relación, así como también su rol dentro de la pareja. A nadie le escapa que de los dos ella es la persona más conocida. Marcela es de las pocas reinas vendimiales que se recuerdan a lo largo y a lo ancho de Mendoza.

Me parece un buen tema comenzar con tu faceta como psicóloga. Finalmente ha sido tu carrera y es una parte importante de tu vida después de la Vendimia.

Sí, esa es mi vida. Soy psicóloga. Hago consultorio. Y además doy clases en la Universidad de Mendoza, para alumnos de cuarto año. La materia que doy es Evaluación y Diagnóstico I y II. Tienen que ver con las enseñanzas de las técnicas, psicométricas, proyectivas, para realizar los psico-diagnósticos.

¿Manejas grupos de jóvenes allí?

Trabajo con muchos jóvenes, sí. Y la verdad es que es una experiencia hermosa. Y tengo mi consultorio. Allí empecé apenas me recibí. Y mi primer paciente fue un niño, y de Tunuyán. Llegó por recomendación. Fue una temática muy difícil, ya que trabajamos aspectos relacionados con la muerte y el duelo. Fue una labor de un año con esta criatura y gracias a dios los resultados fueron muy positivos.

Para presentarte como aspirante a reina de Tunuyán  fue una lucha, de parte de quienes te lo proponían año a año, hasta que lograron convencerte. ¿Muy chúcara?

(Carcajadas) ¡Como que no quería saber nada con eso! (más risas). Hablando en serio: sí, querían que fuese candidata. Y yo repetía que no, no y no. Es que además yo luchaba contra el propio mito que tenía de las reinas. Las veía altas, hermosas, ojos claros. Y yo tenía una altura que me permitía entrar aunque no era alta, ojos marrones. Pero se ve los astros se alinearon un buen día, o agregados, no sé, y dije que sí.

En ese entonces, ¿pensabas que ibas a estudiar Psicología?

La Vendimia acompañó un proceso en el que también me hizo cambiar de carrera. Yo había empezado a estudiar Medicina. Y a poco de comenzar me di cuenta que no era una carrera para mí. Y después de la Vendimia empecé replantear este tema. Quería una carrera relacionada con la salud, obviamente, y escogí la salud mental. En Medicina me di cuenta que no habíamos nacidos para eso.

¿Por qué comenzaste con esos estudios?

Yo creo que tiene que ver con lo que uno fantasea como adolescente. Recuerdo que me gustaba muchísimo Biología. Quizá uno de más chico generaliza y no entra en detalle a replantear la vocación. Por esa pensaba: “Es Medicina sí o sí”. Cuando salí de allí y empecé la facultad de Psicología, lo hice con muchas menos expectativas. Y finalmente me enamoró inmediatamente. Empecé a estudiar con una amiga mía de toda la vida y nos recibimos las dos.

"Probablemente elijo una cosa y luego me doy cuenta que no era lo que quería"

No es que tenga afán psicológico, pero ese patrón del enamoramiento inmediato parece repetirse en tu vida: en un determinado momento, cambia todo. Incluso con tu marido, al que apenas conociste en flechazo  instantáneo.

(Asiente) Tal cual. Yo tengo esos tiempos. Probablemente elijo una cosa y luego me doy cuenta que no era lo que quería. Y cuando empiezo a transitar algo con menos expectativas es ahí donde me doy cuenta del camino. Así me pasó con la vendimia, con la carrera. Cuando me presenté a la vendimia, pensé: “esto se termina en febrero”. Terminé siendo la reina nacional (ríe). La verdad es que he disfrutado mucho de los momentos que me han tocado. Cuando las metas son cortas y puedo verlas funciono de otra manera. Creo que cuando nos ponemos metas muy largas, imposibles, aparecen las frustraciones y uno queda varado en el camino.

"Cuando nos ponemos metas muy largas, imposibles, aparecen las frustraciones" 

¿Puede ayudar a vivir mejor proponerse esa clase de objetivos?

Lógicamente. De hecho trabajamos en consultorio con esta idea. Y dentro del ambiente y relación con adolescentes esto suele pasar. Creemos que con un pensamiento mágico podemos salvar el mundo y después nos damos cuenta que hay que transitar varias otras cosas antes.

"¡El ministro no descansa nunca! Su cabeza funciona a mil"

¿Llevaste al ministro de vacaciones este verano?

(Ríe), Si, nos fuimos a Santa Clara del Mar. ¡Y el ministro no descansa nunca! Su cabeza funciona a mil. Descansó, sí, pero no se desconecta, no deja de pensar.

Lo que es bastante positivo para los usuarios de transporte pero no tanto para la familia.

(Risas) No. La verdad es que la familia lo acompaña. Somos de hablar mucho. Nuestros días cuando estamos de vacaciones es ir a la playa, estar con nuestro hijo, tenemos nuestro tiempo para caminar, hacer actividad física y hablar, muchísimo.

"Me cuenta lo que hace, o lo que está por hacer, pero no decide nada esperando mi aval"

Interpreto que no hay nada que decida el ministro sin antes haberlo charlado con vos.

No, no es así. Hablamos de todo. Y las decisiones que él toma relacionadas con el ministerio la discute con su gabinete y con ellos define las políticas. Nosotros hablamos desde otro lugar. El me cuenta lo que hace, o lo que está por hacer, pero no decide nada esperando mi aval. Eso lo hace con su grupo y colaboradores, que mantiene desde que fue director.

Puede decirse que funcionan como sociedad política. ¿O no?

Mirá, somos un matrimonio que empezamos a transitar la política, si bien yo ya lo venía haciendo antes. El lo formalizó cuando Paco Pérez le pidió que se hiciera cargo de la Dirección de Vías y Medios. Más allá de que él venía trabajando en política desde 1983 en la facultad. También estuvo en la municipalidad de Godoy Cruz.

"Me enamoró su voz. 

Fue una voz que me tranquilizó"

Cuándo lo conociste fue amor instantáneo. ¿Fue tan así? Leí que pensaste que no se te iba a escapar…

(Risas) Fue así: me dicen que tenían un chico para presentarme. Yo no estaba con ganas de eso, pero dije bueno, total creí que era para ir a tomar un café. Me llama por teléfono: “Hola Marcela, soy Diego”. Y a mí me enamoró su voz. Fue una voz que me tranquilizó, como esas sensaciones que uno percibe. Me encantó. Quedamos en salir al otro día. Era una cita a ciegas. Era 2005 y el tema Facebook no era tan popular…

¡Un amor radiofónico!

Radiofónico. Radio teatral te podría decir (sonríe). Pasó a buscarme a las diez y media, en punto. Me acuerdo que bajé. Vivía entonces en un departamento. Y cuando apenas lo vi me encantó. Estaba sonriendo. Y a partir de ahí no nos separamos más.

¿Fue entonces el café más largo de tu vida?

(Risas) Esa noche hablamos y hablamos y hablamos. Al otro día yo tenía una reunión y el curso pero nos acostamos como a las cinco de la mañana. Una cosa importante: cuando él me dejó en mi casa no me dijo nada de volver a vernos. Ni dijo que me llamaba ni coordinamos otro encuentro. No dijo nada. Por eso cuando me dejó en mi casa me pregunté: ¿le habré gustado? Cuestión que al otro día me volvió a llamar y volvimos a salir.

"La Vendimia está instalada en el imaginario de las mujeres"

Pensando en la Vendimia entiendo que la fiesta y sus preparativos no representa lo mismo para el hombre que para la mujer mendocina.

Llevamos casi 80 años de fiesta de la Vendimia en Mendoza. Estamos en una cultura donde la Vendimia está instalada en el imaginario de las mujeres. Pero diría más: en ambos géneros. Lógicamente que para la mujer es un espacio en donde asume un rol que no es menor: representar su distrito, su departamento o la provincia. Y con el tiempo ha ido adquiriendo una importancia suprema porque las reinas salen de la provincia con la bandera de representación. Por estas cosas creo que la mujer lo vive diferente. Es la que se expone: pone su cuerpo, su carita, su discurso, frente a muchísima gente. El hombre mendocino no. O habría que elegir al rey de la Vendimia (risas). Otro aspecto tampoco menor es que acompaña en la mujer un proceso de autoestima. Un crecimiento profesional, si se quiere, un reconocimiento. No en vano se dice que nos sostenemos en la mirada del otro.

"Vendimia acompaña en la mujer un proceso de autoestima"

¿Y funciona como un espacio de fantasía para las mujeres?

Probablemente cuando ellas dicen: “Yo de chiquita jugaba a ser reina”. Y quizá esta fantasía de infancia se lleva al acto, al hecho de Vendimia. Y también tiene una mirada romántica: es el encuentro con los niños, de su mirada hacia la “reina”.

Es probable que muchas más personas te recuerden a vos, con nombre y apellido, que a cualquier de nuestros legisladores.

Sin dudas. A mí me pasó que mucha gente hasta registró mi nombre y apellido, incluso con los inconvenientes de la ortografía del apellido. Y cuando llega la época de Vendimia es increíble cómo nos reconocen. De hecho nos pasó recién, cuando nos sacamos una foto (foto siguiente). Así que recibo muchos halagos, que siempre hacen muy bien (risas). Es una caricia al alma. Un día estoy en un consultorio médico y había una señora con su hija, de 19 años. Y me miraba. Hasta que en un momento me preguntó: “¿Vos sos Marcela Anahí Gaua?”. La cuestión es que su hija había nacido el mismo día que salí Reina Nacional de la Vendimia y ella le había puesto el mismo nombre. Me mostró el documento de la hija.

Al ser reconocida 

accedió a una foto 

en plena Peatonal

Aunque vivís en la ciudad, ¿soles volver a Tunuyán?

Voy los fines de semana. Allá viven mis padres y mi hermana. Y desde hace 4 años he hecho la locución en Vendimia y en el Festival de la Tonada. El turismo es una industria sin chimeneas allí y el Festival de la Tonada le abre a Tunuyán un espacio nacional e internacional. Esto va acompañando a diversificar nuestra matriz productiva.

Ocupa un lugar estratégico para cualquier planificación de desarrollo importante, en tanto se ubica en el medio de los dos grandes oasis de Mendoza.

Con la reconversión vitivinícola que empezó a gestarse en 1988 Mendoza empezó a entender que sus vinos podían ser de calidad y hasta exportarse. El Valle de Uco es un polo de gran atractivo para los turistas, pero también para las inversiones. Durante mucho tiempo Tunuyán fue un lugar de paso y hoy está en el centro, más que nunca, del desarrollo de vinos y frutas de exportación. Probablemente hoy requiera de acciones y coordinación de todo el Valle de Uco para seguir potenciando el departamento y la región. Algo existe de esto en relación con la industria del vino.

"Durante mucho tiempo Tunuyán fue un lugar de paso y hoy está en el centro, más que nunca"

En tu desempeño político has sabido moverte como delfín entre medio de tiburones. ¿Cuál ha sido el secreto?

Cuando fui legisladora fue una experiencia muy, muy fuerte. Debo reconocer que si bien yo en 1993 había integrado una lista como candidata a concejal en Tunuyán en ese momento no gané. Hasta que en el 2001 ingresé a la Legislatura como diputada provincial. Si hubiese hecho carrera en la política seguramente hubiera tenido mayor conocimiento del terreno. Tengo que reconocer que tuve el mayor de los respetos por parte de mis compañeros y del resto de legisladores de los otros partidos. Trabajé en temas que consideraba necesario hacerlo. Y así fui moviéndome. Terminé la gestión en 2006 y no he vuelto a ocupar cargos legislativos, aunque sí trabajé como psicóloga en ámbitos estatales. El Instituto de la Mujer y en el Ministerio de Seguridad, allí como psicóloga en la asistencia a víctimas de delitos.

Si es posible abstraerse de las opiniones personales, quería preguntarte como psicóloga: ¿es posible vivir dentro de una sociedad tan fracturada, a veces tan virulenta entre unos y otros?

Desde ya, la violencia no nos conduce a nada. Una cosa es tener la energía, personal o grupal, para poder resolver los problemas que nos atañen cotidianamente, y aportar. ¿Qué es la violencia? Generar mucho ruido y que los aspectos que en verdad merecen resolverse queden en la nada. Y aparecen también las famosas resistencias al cambio. Y cuando las propuestas no aparecen la violencia es la que marca los límites. Con esto no quiero decir que alguien que quiera explotar no pueda gritar, ni expresar que no da más. Pero, ojo, porque a veces se produce un efecto dominó: la violencia lleva a no tolerar que el otro piense diferente. Revertir esta actitud depende de cambios paulatinos y en ellos toda la sociedad debe estar involucrada. Todos. Hay que trabajar con todas las franjas etarias. Hay que trabajar en una sociedad menos violenta, porque, en definitiva, sino vamos a terminar fagocitados entre nosotros.

"Hay que trabajar en una sociedad menos violenta,  sino vamos a terminar fagocitados entre nosotros"